9 de abril de 2009

Gestionar la emocionalidad

Daniel Goleman señala que la productividad de un equipo viene condicionada hasta en un 40% por la emocionalidad del mismo, lo cual indica lo sumamente importante que es saber gestionarla adecuadamente. Sin embargo pocas empresas invierten en ello por considerarlo demasiado intangible, lo cual no deja de ser un contrasentido cuando se enfrentan una y otra vez a proyectos de gestión del cambio que casi nunca acaban por colmar sus expectativas.

En mi opinión, obviar esa necesidad de gestionar las emociones (no de dirigirlas), por inútil que les parezca, es un error. Hacer “cosas” por la gente tratando de buscar su satisfacción y a través de ésta su mayor implicación es como tratar los síntomas de una enfermedad sin profundizar en sus causas, con lo cual la enfermedad persiste o muta en una nueva cepa pasado un tiempo. Eso sucede porque se realizan profundos análisis que quizá no lo sean tanto y es que, simplemente, no se han detenido a observar.

La observación de lo que sucede, en este caso de las emociones, pero también desde un punto de vista general, es algo que se suele obviar. Observar es un proceso consciente, intenso y por ello a menudo cansado que va más allá de mirar pero a cambio, es donde de verdad se puede analizar algo de verdad. Parece que las empresas se contentan con hacer esto último como si con eso bastara, pero no es así. Sólo en la observación de los comportamientos está el fluir de las personas que no es otra cosa que la manifestación de sus emociones personales pero también y muy significativamente, grupales.

Por tanto, el error está en la profundidad del análisis. Decimos que el departamento “X” se comporta de una forma determinada porque, al dedicarse a algo específico y distinto del departamento “Y”, las personas que lo forman se ven abocadas a un determinado patrón de comportamiento. Y eso puede ser cierto, pero se queda en la fase de mirar. La cuestión es ¿todas las personas que se dedican a algo en concreto se comportan igual en otras empresas? La respuesta es no, o no necesariamente.

La diferencia está en la distinta emocionalidad de las personas y cómo ésta se adapta a la emocionalidad de un grupo, de un departamento o de una empresa si esta no es muy grande, porque en caso contrario es posible que existan distintas emocionalidades en ella.

Ovidio Peñalver ha publicado recientemente un libro titulado “Emociones Colectivas” que habla sobre el particular y ha sido entrevistado recientemente. Sus puntos de vista me han parecido muy interesantes y os invito a
escucharlos.

2 comentarios:

  1. Muy pocas personas en las empresas están preparadas para reconocer , sanar y sacar mayor partido de las emociones humanas. Esta sería una preparación fruto de un trabajo personal de autorrealización, no se consige en cursos ni libros. Es un tema pendiente en las empresas. Dificil de abordar a pesar de que las emociones son el agua de la vida, la conexión "a tierra", no se valoran, no se atienden , y generan conflictos personales que derivan , como minimo en pérdidas de sinergias grupales. Lo peor es que cuando se habla de ellas , ponemos etiquetas , racionalizamos, estudiamos,... todo desde nuestro cerebro racional, pero las emociones pertenecen al cerebro derecho, el intuitivo, el filosofico .
    Creo que las emociones , son la asignatura pendiente no solo en la empresa, tambien en la sociedad, en la educación...Ignorarlas es deshumanizar.... y por algo estamos donde estamos...

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  2. Anónimo: Es verdad es que muy pocas empresas cuidan de verdad el factor emocional y las que lo hacen se fijan más en aspectos formales que de fondo, pero en las empresas parece que a veces muchas cosas acaban convirtiéndonse en cuestiones de forma, como si de esta forma se tranquilizaran la conciencia.

    A pesar de todo, la esperanza está en que cada vez hay más consciencia por parte de las personas y que esta batalla se ganará más pronto que tarde.

    Gracias por tu comentario.

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