Sally y Joe tenían una curiosa afición, eran cazadores de rayos. Sobre todo en verano, cuando las tormentas eléctricas hacían su aparición, los dos ancianos salían de su rancho de Iowa y se adentraban por los campos en busca de la tormenta. En ocasiones, tenían que alejarse bastante hasta que daban con la zona adecuada, pero siempre andaban a su paso, sin sobresaltos porque la edad y los achaques no les permitían ir más ligeros. Antes, Sally había oteado el aire y avisado a Joe para que fuera preparando lo necesario: una pértiga y unos cuantos tarros grandes de cristal, todo ello acomodado en una ruidosa carretilla de rueda chirriante.
Para no ser vistos trabajaban de noche, cuando nadie les molestaba y no tenían que dar explicaciones a sus vecinos. De todas formas, tenían ya tan pocos y estaban todos ellos tan achacosos que poco hubiera importado hacerlo a plena luz del día, pero se habían acostumbrado a esa rutina y los dos eran de dormir poco.
Una noche de agosto, la cosecha de rayos se dio especialmente bien. Sally obtenía su botín con facilidad levantando su pértiga y orientándola hacia las descargas eléctricas; parecía que en eso tenía la misma maña que cuando de pequeña acompañaba a su padre a pescar al río y rara era la vez que no levantaba un barbo en cuanto lanzaba la caña. Su rendimiento era excepcional.
Sin embargo, esa noche no estaban solos. Agazapada tras unos matojos Mary se frotaba los ojos viendo la pericia de la anciana al capturarlos y la rapidez con la que Joe cerraba los frascos de cristal impidiendo que los rayos se escaparan, uno cada vez. Mary se asustó, quién no lo hubiera hecho en su caso, pero la curiosidad era más poderosa que los temores y poco a poco se fue acercando. Joe la vio por el rabillo del ojo pero no hizo la menor señal de preocuparse por la presencia de aquella extraña.
- ¿Quieres probar tú? –dijo Joe a Mary sin esperar que se presentara.
- Nunca había visto nada igual –repuso ella-. Tengo miedo de que me traspasen y me maten. En mi granja todos los años mueren novillos por culpa de esos malditos rayos.
Joe y Sally siguieron con sus quehaceres sin prestar más atención a aquella intrusa capturando y embotando rayos azules y blancos. Pero la curiosidad fue creciendo y creciendo en ella hasta que se decidió a aceptar aquel extraño ofrecimiento. Nunca supo por qué lo hizo pero antes de lo que se tarda en decirlo se vio tomando la pértiga y orientándola en dirección a los haces de luz que aparecían en el cielo y que, si no eran atrapados, se desvanecían sin remedio en el suelo.
Viendo que aquello se le daba bien se fue animando y era tal la cantidad de rayos que atrapaba que pronto se acabaron los botes donde guardarlos. Se sintió decepcionada.
- Vaya, ahora que me estaba divirtiendo se acaba el juego.
Los dos ancianos se miraron mientras cargaban el carro con las últimas capturas y se aprestaron a marcharse con paso tranquilo tal y como habían llegado. Mary los siguió a distancia, pues no sabía qué es lo que debía hacer a continuación. Cuando estaban cerca de su casa Sally se volvió hacia ella y le dijo:
- Mary, ¿qué es lo que has aprendido esta noche?
- No sabría decirlo exactamente –contestó-. Al principio me pareció divertido pero el juego duró poco. No conozco a nadie en el mundo que haga cosas como esas.
- Pues entonces voy a decirte algo. Nunca hagas lo que no sabes para qué sirve sólo porque te divierta. La razón por la que hacemos esta tarea es porque tenemos ese don. Atrapamos los rayos para que no mueran terneros, ni se destruyan árboles o casas. Nunca lo hicimos porque nos divirtiera, pero ahora que hemos visto que tienes el mismo don que nosotros no estraría de más que nos reemplazaras. Ya ves que somos viejos y tú joven, así que aquí te dejamos los aparejos.
Mary no dijo ni que sí ni que no, pero pasó el tiempo y el número de rayos que caían sobre las casas y el ganado creció una barbaridad. Nadie daba explicación a aquel hecho excepto Mary que desoyendo el encargo que le había hecho aquel par de ancianos jamás había vuelto a usar la pértiga desde aquella noche. Un día llegó la noticia: un rayo había destruido la granja de Sally y Joe matando a todos sus animales.
Removida la conciencia, a la noche siguiente volvió a adentrarse en los campos en busca de nuevos rayos, pero su sorpresa fue mayúscula cuando vio a lo lejos que la pareja de ancianos había vuelto a su tarea y yendo hacia ellos vio que la ignoraban por completo.
- Perdonad –les dijo-. No cumplí con mi obligación y por mi culpa habéis perdido todo lo que teníais en el mundo.
Pero los ancianos no le contestaron y siguieron a lo suyo. En Iowa, tierra de rayos y truenos, nadie se explica la longevidad de aquella pareja de viejos.
NOTA: Hoy es el cumpleaños de mi hija y este es un regalo para ella.
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Hace 1 año
:) Muchas gracias Papá... Ojalá hubiera más cazadores de rayos que supieran el por qué y el valor de sus acciones...
ResponderEliminarQuizás en generaciones futuras, cuando aprendamos a ser mejores personas.
Felicidades, Mar, por tu cumpleaños y por el padre que tienes!
ResponderEliminarQué estupenda historia, jeje, hasta la foto es muy chula!
Los pobres Sally y Joe se quedaron sin granja, quizás -voy a añadir otra posible interpretación- no supieron delegar adecuadamente, ya que no explicaron correctamente a Mary el valor de su trabajo, de hecho, cuando lo hicieron, ésta no respondió nada, porque no lo entendió.
Pero bueno, ya han recuperado su actividad, y ahí siguen, tan activos como siempre...
Enhorabuena, Josep Julián, me ha encantado, iba leyendo leyendo totalmente intrigado a ver cómo terminaba la película...
Un abrazo, y buen fin de semana
Pablo Rodríguez
Felicidades, Mar.
ResponderEliminarTu padre es un gran cazador de rayos y seguro que si te pide que cojas la pértiga, enseguida comprenderás por qué o para qué. Fíjate que, sin conocerlo personalmente, a muchos Mary buceando en estas páginas nos ha convencido con un par de post.
Un abrazo a los dos, familia.
Por cierto, Josep Julián: espero que cuando impartas conferencias, no sólo sean estas en Barcelona. Cuando vayas tirando un poco más al sur avisas, ¿lo harás?
ResponderEliminarBonito regalo para tu hija, seguro que la habrá encantado esta historia.
ResponderEliminarSaludos.
A mitad del relato estaba pensando en contarselo a la mia!
ResponderEliminar:)
Extraña y bonita historia, y la moraleja implícita sobre la importancia de dedicarnos a hacer lo que realmente se nos da bien, está muy bien planteada. Muchas personas empiezan a trabajar en tareas de las que no saben nada y se pasan la vida sin descubrir su verdadera vocación, aunque esta sea atrapar rayos.
ResponderEliminarSM
Un precioso regalo para tu hija, y de paso, para todos nosotros, pués yo he disfrutado mucho de este cuento... cazar y embotar rayos... es genial. Besos
ResponderEliminarFelicidades Mar y me ha encantado este pequeño regalito que te ha hecho tu padre. Realmente precioso y cargado de sabiduría.
ResponderEliminarUn saludo
Hola a todos:
ResponderEliminarParece que a Mar le ha gustado la historia y ojalá que su generación sepa tomar el relevo de los que ya lo han dado todo. Estoy seguro de que así será porque es ley de vida.
Pablo:
La has dado un nuevo enfoque, ese de la delegación explicada que me parece muy importante. Sin embargo, lo que la historia pretendía ilustrar es que cuando alguien es tocado, bendecido, ungido o como que se quiera llamar con un don tiene la obligación de ponerlo al servicio de los demás. Bastante necesitados estamos ya de excelentes capacidades como para que nadie se entere de su existencia.
Muchas gracias por tus felicitaciones y que pases un ben fin de semana.
Germán:
El ámbito de mis conferencias es el mundo, al menos la parte en que puedo hacerme entender. Por supuesto que estaré encantado de pasarme por Valencia aunque por el momento no está en mi agenda y para ello es necesario que alguien lo organice un poco. Si te animas, cuenta conmigo para echar una mano en todo lo que pueda.
Saludos y muchas gracias por tu apoyo.
María:
Parece que sí le ha gustado y espero que cuando llegue el momento se la podaís contar a vuestros hijos. Para mí sería un honor.
Gracias por tu presencia.
Gabiprog:
Espero que a tu hija también la haya gustado, aunque tiene en su propio padre a un buen narrador de historias.
Un saludo.
Senior:
Ojalá que todos tuviéramos la oportunidad de trabajar en aquello para lo que tenemos capacidades. De todas formas, no está de más mostrarlas por ahí pero para ello antes hay que descubrirlas.
Un saludo.
Ginebra:
Embotar rayos es algo parecido a hacer fotos como las tuyas ¿no te parece? Contener la fuerza de una imagen en un disparo... emociona.
Gracias por todo.
José Luis:
El mayor regalo que podemos recibir es sabernos queridos por aquellos a quienes queremos, en especial cuando más lo necesitamos y menos lo esperamos.
Un abrazo,amigo.
Josep,tu historia tiene muchos matices..
ResponderEliminar1.Los viejos:
-las personas que aman su profesión porque la entienden y se entregan a ella.
-Las personas que no han sabido delegar,ni comunicar la profundidad del tema.
-Las personas que se encierran en si mismas,al ver la pasividad de los demás..e intentan realizar su labor sin comunicación..(tristemente)
2.La joven:
-La persona inmadura que se siente atraida por la apariencia brillante y divertida de las cosas.
-La persona que trabaja sin ilusíón porque no sabe el sentido,ni el valor del trabajo.
-La persona que madura,rectifica y se acerca a los demás..pero los demás no la escuchan.
Conclusión: La falta de cultura nos aísla,aunque seamos buenas personas..nos crea prejuicios,dudas y vacíos insalvables.Por tanto hemos de aprender,reflexionar y hacer uso de los talentos..incluyendo en ellos nuestra sencilla sabiduría..que facilite a los demás el aprendizaje y el conocimiento de si mismos.. Ello nos ayudará a delegar..y a crear una cadena de comunicación que facilite el "Ser" entre unos y otros.
Mi felicitación para tu hija y para ti..por esa preciosa historia..!
M.Jesús
Magnífica historia Josep Julian. Como siempre digo, de las historias se aprende mucho. Enhorabuena¡¡¡
ResponderEliminarHola María Jesús:
ResponderEliminarVeo que has sacado muchos matices a la historia y eso debe ser señal de que dentro hay muchas intrahistorias. La comunicación es la base del entendimiento entre las personas aunque no todo se diga con palabras.
Muchas gracias como siempre por tu comentario y participación.
Un saludo.
Hola Fernando:
ResponderEliminarQué bueno que te haya gustado. Y aprender, se aprende hasta de las cosas más sencillas, sólo hay que estar atento a ver qué hay detrás.
Un saludo, y hasta pronto.
Felicidades a tu hija!!!
ResponderEliminarHermoso regalo le has hecho!!!
Por suerte en el mundo hay muchos cazadores de rayos, dando lo que otros simplemente y egoistamente dejan pasar.
Gracias por tu tránsito por mi blog, lo agradezco dado que eres un ser ocupado y con muchas amistades.
Cariños
Llego algo tarde, pero no me resisto a felicitar a tu hija. ¡Felicidades, Mar! Si de tal palo tal astilla intuyo que eres una chica despierta y muy capaz, así que en tu vida no sólo podrás cazar rayos sino que podrás hacer lo que quieras, porque si el talento se hereda, vas sobrada. :)
ResponderEliminarMi más sinceras felicitaciones para tu hija, Josep, y a ti por escribir un relato tan hermoso como didáctico. Muy pero que muy bueno.
ResponderEliminarHola Josep:
ResponderEliminarUna vez más te felicito. Tus enseñanzas van cargadas de ternura y eso lo hace todo mucho más fácil.
Tu narración es espléndida. Deberías animarte a publicar algunos textos que siguen escondidos en el cajón de tu mesa y que algunos hemos tenido el privilegio de leer.
Le aclaro a Domingo, que efectivamente, de tal palo tal astilla. Doy fe.
Silvia.
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ResponderEliminar(Modifico el comentario)
ResponderEliminarHola, Josep Julián:
tú dime cómo funcionan esas cosas y, con tiempo, veremos qué podemos hacer por aquí.
Saludos.
No conozco mejor regalo que un grupo de palabras bien ordenadas. Desde luego las tuyas saben lo que hacen. Felicidades.
ResponderEliminarHola Abuela Ciber:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios y sobre todo gracias por tu tono vital y por la sabiduría cotidiana que destilan tus entradas.
Saludos y hasta pronto.
Hola Domingo:
ResponderEliminarTú nunca llegas tarde. Tienes razón en lo de que Mar es despierta pero eso lo ha heredado de su madre. Cazará rayos (ya lo hace, aunque no sé si lo sabe) y ojálá que haya muchos que la acompañen.
Muchas gracias como siempre y un saludo muy afectuoso.
Hola Fernando:
ResponderEliminarLos relatos son para disfrutarlos y si así ha sido en tu caso no sabes cómo me alegro.
Un placer volver a verte por aquí.
Saludos.
Hola Silvia:
ResponderEliminarToda expresión literaria debe dosificarse y dejar que emerja cuando llega el momento. Gracias por los elogios y lástima que los editores no compartan tu/vuestra opinión pero como alguno de ellos dice este no será un país de lectores pero sí de "escribidores".
Un beso.
Hola Germán:
ResponderEliminarTe contesto en tu mail.
Saludos.
Hola Psycomoro:
ResponderEliminarMe alegra volver a verte por aquí y más si te descuelgas con palabras como estas (je,je). Muchas gracias.
Estupenda historia, yo saco en conclusión que para hacer algo bien no sólo tenemos que tener la disposición para hacerlo y que se nos de bien, sino que tiene que gustarnos. Cuando algo nos gusta le ponemos pasión, el tiempo se pasa sin darnos cuenta. Sentimos satisfacción y todo ello se convierte en productividad para todos. Muchas gracias por esta historia y felicidades a tu hija Mar, aunque con unos días de retraso. Un cordial saludo para los dos
ResponderEliminarHola Belkis:
ResponderEliminarAunque no hayas podido entrar hasta ahora creo que, como siempre, has dejado tu poso que es lo importante. Si hablamos de dones, lo más importante es no esconderlos sino ponerlos al servicio y si además nos gusta hacerlo pues mucho mejor.
Un saludo afectuoso también para ti.