Cometer un error significaba quedar en una posición de debilidad y aquello no lo queríamos nadie, así que cuando a mi amigo le encargaban cualquier cosa el respondía de inmediato pero ¿por qué?
A él le gustaba disponer de suficiente información antes de emprender cualquier acción en la que podía peligrar su prestigio, su posición o ambas cosas. Cosa natural, dadas las circunstancias. Pero en la misma medida, su actitud conseguía irritar a nuestro jefe la mayor parte de las veces, así que no era raro que a aquella petición de porqués la respuesta fuera porque te lo mando yo, aunque él persistía en su actitud hasta que por fin conseguía manejar más o menos las claves.
Como era previsible, mi amigo cayó en combate en una de aquellas escaramuzas empresariales. En honor a la verdad he de aclarar que fue víctima de fuego amigo, para más inri. Nuestro jefe, harto de tener entre sus filas a un soldado tan incómodo lo mandó a una misión de la que era imposible salir indemne. Su esfuerzo, en cambio, no fue en balde porque a cambio de aquella pieza él pudo cobrarse otra mucho mayor.
El día que a mi amigo le comunicaron su nuevo destino, un trabajo burocrático y sobre todo muy alejado de la primera línea del frente, que consistía en desempeñar una tarea absolutamente irrelevante y sin ninguna finalidad práctica, mi amigo no opuso resistencia a pesar de que ello conllevaba la temida congelación salarial (que le afectó el resto de su vida en activo), pérdida de mucho estatus en el nuevo organigrama y un destierro deshonroso. Pero él, como digo, no se quejó.
En una de las charlas de café y fuera de servicio los amigos quisimos saber cómo era posible que hubiera adoptado aquella actitud tan poco beligerante y nos contestó: es que se me olvidó preguntar por qué me mandaba a mí a aquella locura sin sentido. Es decir, se sentía completamente responsable de su propia desgracia por el hecho de haber olvidado pedir aclaraciones. Una sola vez fue suficiente.
Cuento esto al hilo de una actitud bastante frecuente en nuestros días que consiste en hacer las cosas sin preguntar o sin preguntarnos los porqués. Ya no digo sin hacer un frío análisis de riesgos y consecuencias que eso ya es mucho pedir, sino de hacer las cosas sin ponernos a pensar. Muchas veces lo hacemos así porque tememos importunar a nuestros jefes y sufrir las consecuencias de salir "criadas respondonas". Y más en los tiempos que corren en los que caen chuzos de punta.
R. Kipling, autor de, entre otras famosas obras, El Libro de la Selva, fue uno de los tipos más insociables de su época. En su vida vivió en cuatro continentes, fue expulsado de no pocos países y se jactaba de no haber tenido ni un solo amigo en su vida. Una joya, vamos. Una vez le hicieron una entrevista en la que le preguntaron cómo era posible que en su vida no hubiera experimentado la amistad y él, después de quedarse pensativo un instante respondió: Corrijo. En realidad he tenido seis amigos inseparable que nunca me han abandonado. Estos son: qué, cómo, cuándo, quién, cuánto y dónde.
La inteligencia emocional se ha apropiado de los "amigos" de Kipling a través de la formulación de las preguntas conocidas como “balas de mantequilla” que, sin embargo son increíblemente poderosas. Si preguntáis con la siguiente estructura
Qué crees tú que… debería hacer para…
Cómo crees tú que… se podría mejorar…
Cuándo crees tú que… es un buen momento para…
Quién crees tú que… podría aconsejarme en este asunto...
Cuánto crees tú que… nos costaría…
Dónde crees tú que… puedo acudir para…
nadie se ofenderá de que se la hagáis ¡precisamente por eso se llaman balas de mantequilla!, lo que obtendréis será una explicación ampliada de lo que pretendéis saber, demostrareis una actitud sincera y colaborativa y además, al ser preguntas abiertas es imposible que sean respondidas con un simple “sí” o “no” lo que obligará a quien se las formuléis a explayarse que, en el fondo, es lo que queríais.
A él le gustaba disponer de suficiente información antes de emprender cualquier acción en la que podía peligrar su prestigio, su posición o ambas cosas. Cosa natural, dadas las circunstancias. Pero en la misma medida, su actitud conseguía irritar a nuestro jefe la mayor parte de las veces, así que no era raro que a aquella petición de porqués la respuesta fuera porque te lo mando yo, aunque él persistía en su actitud hasta que por fin conseguía manejar más o menos las claves.
Como era previsible, mi amigo cayó en combate en una de aquellas escaramuzas empresariales. En honor a la verdad he de aclarar que fue víctima de fuego amigo, para más inri. Nuestro jefe, harto de tener entre sus filas a un soldado tan incómodo lo mandó a una misión de la que era imposible salir indemne. Su esfuerzo, en cambio, no fue en balde porque a cambio de aquella pieza él pudo cobrarse otra mucho mayor.
El día que a mi amigo le comunicaron su nuevo destino, un trabajo burocrático y sobre todo muy alejado de la primera línea del frente, que consistía en desempeñar una tarea absolutamente irrelevante y sin ninguna finalidad práctica, mi amigo no opuso resistencia a pesar de que ello conllevaba la temida congelación salarial (que le afectó el resto de su vida en activo), pérdida de mucho estatus en el nuevo organigrama y un destierro deshonroso. Pero él, como digo, no se quejó.
En una de las charlas de café y fuera de servicio los amigos quisimos saber cómo era posible que hubiera adoptado aquella actitud tan poco beligerante y nos contestó: es que se me olvidó preguntar por qué me mandaba a mí a aquella locura sin sentido. Es decir, se sentía completamente responsable de su propia desgracia por el hecho de haber olvidado pedir aclaraciones. Una sola vez fue suficiente.
Cuento esto al hilo de una actitud bastante frecuente en nuestros días que consiste en hacer las cosas sin preguntar o sin preguntarnos los porqués. Ya no digo sin hacer un frío análisis de riesgos y consecuencias que eso ya es mucho pedir, sino de hacer las cosas sin ponernos a pensar. Muchas veces lo hacemos así porque tememos importunar a nuestros jefes y sufrir las consecuencias de salir "criadas respondonas". Y más en los tiempos que corren en los que caen chuzos de punta.
R. Kipling, autor de, entre otras famosas obras, El Libro de la Selva, fue uno de los tipos más insociables de su época. En su vida vivió en cuatro continentes, fue expulsado de no pocos países y se jactaba de no haber tenido ni un solo amigo en su vida. Una joya, vamos. Una vez le hicieron una entrevista en la que le preguntaron cómo era posible que en su vida no hubiera experimentado la amistad y él, después de quedarse pensativo un instante respondió: Corrijo. En realidad he tenido seis amigos inseparable que nunca me han abandonado. Estos son: qué, cómo, cuándo, quién, cuánto y dónde.
La inteligencia emocional se ha apropiado de los "amigos" de Kipling a través de la formulación de las preguntas conocidas como “balas de mantequilla” que, sin embargo son increíblemente poderosas. Si preguntáis con la siguiente estructura
Qué crees tú que… debería hacer para…
Cómo crees tú que… se podría mejorar…
Cuándo crees tú que… es un buen momento para…
Quién crees tú que… podría aconsejarme en este asunto...
Cuánto crees tú que… nos costaría…
Dónde crees tú que… puedo acudir para…
nadie se ofenderá de que se la hagáis ¡precisamente por eso se llaman balas de mantequilla!, lo que obtendréis será una explicación ampliada de lo que pretendéis saber, demostrareis una actitud sincera y colaborativa y además, al ser preguntas abiertas es imposible que sean respondidas con un simple “sí” o “no” lo que obligará a quien se las formuléis a explayarse que, en el fondo, es lo que queríais.
Fijaos que no he incluido “por qué”. No sé si habrá sido un acto reflejo, pero por si acaso, os aconsejo que no lo hagáis porque el recuerdo de mi amigo todavía está muy presente en mi memoria. Qué lástima que cuando le conocí y traté no hubiera sabido de su poder, aunque nunca es tarde para empezar a practicarlas.
Genial historia, muy ilustrativa. Me ha recordado lo de las 5 W's de los periodistas, a veces sólo hay que tener un "simple" esquema y seguirlo (de sencillo no tiene nada, si pretendemos una respuesta completa a todas esas cuestiones).
ResponderEliminarLo cierto es que hoy en día, con la situación que vivimos y el nerviosismo que impera hay demasiada prisa y mucho "hacer primero y pensar después".
Saludos
Pablo Rodríguez
Me has hecho recordar una de las 'herramientas' más 'engorrosas' aplicadas en el mundo de Calidad: 'Los cinco por qués?'... Supongo que la conoceras. Ante un problema o anomalia nos preguntamos por qué ha ocurrido, a la inmediata respuesta nuevamente le preguntamos de nuevo otro por qué... así hasta cinco...
ResponderEliminarUffff... en menudos contubernios me ha metido estas cinco cuestiones...
;)
Saludos!
Hola Josep,
ResponderEliminarComo siempre, claro, conciso y con valor añadido.
Hace tiempo, tuve oportunidad de llevar a cabo una presentación en una de las compañías en las que he prestado mis servicios.
Utilicé los símiles que has expuesto más uno adicional: ¿Para qué?. Los presenté bajo el título de: "Las seis preguntas del Santo Grial".
Hoy, ya no estoy en esa compañía. Decidieron prescindir de mí.
Saludos,
Agustí Brañas
Hola Josep Julian:
ResponderEliminarUn muy buen post que responde a muchos porqués.
El ejemplo que pones es bastante habitual en muchas empresas y las preguntas directas generalmente no gustan porque se consideran agresivas. Cuando son abiertas, como dices, se crea una especie de clima de confianza que facilita bastante las cosas.
Saludos
Hola Josep:
ResponderEliminarLeyendo tu post, mi imaginación ha hecho como regresión y se ha colocado ante una familia normal, de comportamiento normal, en aquellos normales años 70; un Cuéntame, más o menos.
Los niños de aquella época, somos los adultos de hoy, los que "juegan" a jefes y empleados, pero con resultados reales.
Hablando sin traumas (ahora parece que todo es traumático), no era raro escuchar, por parte de un adulto de la época, "Porque lo digo yo", "Se hace y punto", "Ni se te ocurra rechistar", "Obedece que es tu obligación" y sin que nadie se rasgara las vestiduras por ello, era "lo normal".
Yo ya vine "rebelde" al mundo, porque según cuentan mis padres, las primeras palabras que pronuncié fueron "No y ¿Por qué?", ahí es nada, de manera que las fórmulas anteriores no sirvieron conmigo.
Alguna que otra vez acabé como tu amigo, con una "misión suicida", a modo de escarmiento, pero también aprendí a preguntar de una manera distinta, más velada, sutil, disfrazada.
Aún así, las "balas de mantequilla" que comentas, están formuladas para "guerras "empáticas"", no para confrontaciones entre el que tiene el poder y el que tiene las dudas.
A mi me encantaría que mis jefes me dispararan balas de mantequilla como ésas, pero ¿tú crees que aceptarían lo contrario?.
"... Toc, toc.... ¡Adelante! .
-Buenos días, D.Fulano, tengo algunas dudas y me estaba preguntando:
- "¿Qué cree Ud. que debería hacer cuando un cliente es imposible de tratar?
- "¿Cómo cree Ud. que se podría mejorar el sistema de ventas actual?.
- "¿Cuando cree Ud. que es un buen momento para ampliar la oferta de servicios?"
-"¿Quién cree Ud. que está mejor capacitado para hacer ese trabajo?"
-"¿Cuánto cree Ud. que se podría emplear para tal proyecto?"
....
....
-"¿Dónde cree Ud. que puedo acudir para gestionar estos asuntos?"
RESPUESTA: Misión suicida o cola del Inem
Cuando un jefe usa las balas de mantequilla lo hace para obtener información y aparentar cierto grado de empatía.
Si un empleado disparara con esas balas, las respuestas si que serían "mortales", porque la información es poder y el poder es de otro.
En cambio, si nuestro papel es el de "intermediario", las preguntas serán perfectas, porque obtendremos información de los dos bandos sin que parezca que llevamos la iniciativa.
Tal vez tengamos que esperar otra generación, porque yo sigo viendo mucho "Cuéntame" por ahí, mucho "porque lo digo yo, que soy quien te paga" y "si te interesa bien y si no, en la puerta hay 50 como tú esperando".
Tu post...para meditar profundamente.
Un saludo,
María Hdez.
Hola Josep,
ResponderEliminarTomo nota de tus recomendaciones.
También me sumo a los comentarios de María.
Afortunadamente, por mi trabajo actual soy, más bien, intermediaria.
Y esto me hacía pensar, que siempre me encontré incómoda en las empresas en las que solo se me facilitaba una información parcial, se me imponían métodos de trabajo, a menudo, absurdos y, por último, una terrible confusión que abunda: no compraban mi cuerpo para hacer lo que ellos dispusieran, sino mi tiempo sujeto a condiciones estipuladas por contrato. La flexibilidad y la mano izquierda suelen ser obligadas en un sentido e inexistentes en el otro.
Muy buenas reflexiones.
ResponderEliminarMi vida profesional me ha demostrado que el jefe siempre tiene razón, aunque no la tenga; es decir, cuando te da una orden, él cree que tiene razón, y por eso la ordena, y, normalmente, no admite sugerencias.
Cuando se acaba el "proceso" se descubre, muchas veces, que no tenía razón, pero...eso es la responsabilidad.
Saludos.
Hola Pablo:
ResponderEliminarMe alegro de que la entrada te haya gustado. Las cinco W (what, where, when, witch...) que comentas son una forma de acotar lo esencial de la información mientras que lo que pretende esta metodología es precisamente lo contrario: obtener más información acerca del contexto y no tanto focalizar la información.
Obviamente, no se pretende aplicar la metodología por entero (las seis preguntas) porque si lo hiciéramos así lo que seguramente conseguiríamos es que nos mandaran a tomar viento sino sólo aquellas que resulten necesarias.
Lo que no puede ser es que hagamos las cosas y preguntemos después cuando ya no tiene remedio.
Las preguntas de mantequilla tienen una finalidad más amplia (por ejemplo determinar cuál es el estilo social del interlocutor) pero obviamente no era ese el objetivo que pretendía en ese momento.
Siento no poder explayarme más en este momento pero seguramente en la respuesta a los otros comentarios pueda hacerlo.
Muchas gracias por tu aportación.
Un abrazo, amigo.
Hola Gabi:
ResponderEliminarSí que conozco la metodología. Es una técnica sistemática de preguntas utilizada durante la fase de análisis de problemas para buscar posibles causas principales de un problema que fue implantada en Toyota Production System (TPS) y que también se utiliza dentro de Six Sigma. Me pasa como a ti, que cuando he tenido que usarla me he tenido que tomar almax para el estómago.
Pero te digo lo mismo que a Pablo, la metodología de las bals de mantequlla no consiste en replicar las seis preguntas una detrás de otra (tal vez no lo he dejado suficientemente claro en el post) para focalizar al máximo sino simplemente en realizar sólo aquellas preguntas que son necesarias. Las hay de contexto, de oportunidad, de aprendizaje, etc. y su objetivo siempre es el mismo, entender por qué me pides que haga algo que ni siquiera sé si es necesario o tratando de evitar las consecuencias de hacerlo sin más, lo cual no es poco.
De todas formas, muchas gracias por tu aportación porque sé perfectamente lo dura que es la vida de los responsables de calidad, créeme.
Un saludo.
Hola Agustí:
ResponderEliminarSé bienvenido a mi blog. Después de conocerte personalmente, esta es una manera como otra de seguir manteniendo el contacto.
Si ya no estás en la compañía en la que introdujiste esa metodología de las "preguntas del santo grial" espero que no fuera por eso y si lo fue, no sabes cómo lo lamento.
La verdad es que, en general, tenemos poco acostumbrados a los jefes a ponerles en situaciones que implican una mínima ampliación de información aunque sean los mismos que dicen tener las puertas de sus despachos siempre abiertas, organizan sesiones clínicas, o instalan buzones de sugerencias (presenciales o virtuales) que nunca contestan. Pero eso ya es harina de otro costal, porque una de mis más íntimas convicciones como consultor es que es mucho más fácil lanzar proyectos de gestión del cambio esperando que tú cambies que dando por supuesto que los primeros que tienen que cambiar aon ellos. Como es meterme en aguas profundas, de momento lo dejo ahí, pero con la esperanza de que se me entienda por dónde voy.
En cualquier caso, animo a que probéis.
Muchas gracias por tus aportaciones y espero verte de nuevo por aquí muy pronto.
Un saludo.
Hola Fernando:
ResponderEliminarCoincido con el enfoque de tu comentario. Cuando la realidad es como la que comentas, bingo y cuando no lo es, esforcémonos porque las cosas cambien porque saldremos ganando todos.
Lo que hay que tener claro es que Zamora no cayó en una hora ni la jornada de ocho horas se consiguió de un día para otro.
Un saludo.
Hola María:
ResponderEliminarLeyendo atentamente tu comentario, tengo que decirte que discrepo parcialmente y me explico.
Suscribo completamente lo que dices hasta lo de "guerras empáticas" incluido. Es verdad que la inteligencia emocial usa ampliamente de la empatía porque esta es consustancial a la emoción. Una sin otra no tienen sentido pero esa es una condición ambiental es decir, normalmente la empatía está presente y a disposición aunque no se nos manifieste de colores.
Discrepo a partir del momento en que dices que eso no vale en la relación jefe/empleado de hoy porque las condiciones son distintas, es decir, si deducimos que es un tipo de relación en la que por defecto, esto no se da. En eso no puedo estar de acuerdo ni conceptual ni experimentalmente aunque no niego que pueda ser tu caso.
Por tanto, todas las preguntas que planteas no sólo las considero lícitas sino que demuestran interés por tu parte (en nigún caso demuestran deficiencias tuyas sobre algo que deberías saber) y en consecuencia si es verdad que hacerlas te llevaría al paro me parece un poco fuerte, la verdad, porque por fortuna, ya no vivimos en los 70 y precisamente por eso Cuéntame es una serie de culto, porque los que vivimos la época recordamos cómo era aquello y los que no la vivieron se pueden hacer una idea. En ambos casos y por fortuna, para constatar que ese tipo de comportamientos ya quedan lejos.
Es mi punto de vista, pero en eso discrepo ampliamente del tuyo si es que lo he entendido bien.
Como decía antes, no dudo que pueda ser tu caso y si es así lo lamento de veras, pero de ahi a elevarlo a categoría hay un amplio trecho.
Un abrazo y muchas gracias por tu aportación.
Hola Antígona:
ResponderEliminarComo intermediaria, sabes lo importante que es conocer los porqués de las cosas, entre otras cosas para no convertirte en una mera "intermediaria" entre las partes con escaso valor añadido o para no acabar loca como un tren lanzadera.
Si tu realidad es la que describes, no me extraña que hayas cambiado alguna vez de trabajo y en cualquier caso, si las recomendaciones que he hecho son de alguna ayuda para ti, estaré suficientemente recompensado.
Un saludo.
Muchas gracias y hasta pronto.
Hola Josito:
ResponderEliminarUn jefe que basa su autoridad en el simple ejercicio de la misma es por definición un mal jefe.
Llevo trabajando más de 35 años y he tenido infinidad de jefes, muchos como los que describes y muchos que no. De todos he aprendido, de unos lo que tenía que hacer cuando mandara y de otros lo que no tenía que hacer.
He visto muchos compañeros míos que al llegar a jefes han replicado lo que hacían mal sus jefes y otros que no y la experiencia me demuestra que unos se han quedado como cabos rasos y otros han llegado a ocupar grandes responsabilidades. No es difícil imaginar cuáles han sido unos y otros ¿verdad?
Muchas gracias por asomarte de nuevo y dejarnos tus impresiones.
Un abrazo.
Lei muy atentamento tu escrito...soy de las persona que preguntan los porques, los cuandos etc, y algunas veces he pensado que es más bien un defecto, porque he comprobado que al final, profesores, jefes..etc, me han mirado mal, vamos, como que soy la preguntona del grupo....la incordiante...y como soy un poquito timida, me corto muchas veces y me digo a mi misma que estoy mas guapa calladina.
ResponderEliminarSaludos
Hola de nuevo, Josep:
ResponderEliminarNo dudo que en ciertas empresas, grandes empresas, las cosas puedan funcionar como comentas; a mi, personalmente, me parece una manera estupenda de hacer las preguntas necesarias sin "molestar" demasiado a nuestro interlocutor, sino dándole un punto de espontaneidad y relax a la respuesta. Si no lo he entendido mal se trata de no "crispar" tan pronto como se abre la boca.
Pero te remito al último post de Pablo Rodríguez, de Economía Sencilla, "Negocios y empresas familiares".
Nuestro tejido empresarial está plagado de empresas así, levantadas sobre el mismo pilar que se mantiene hasta las últimas consecuencias o se "actualiza" si no le queda más remedio y muchas veces a regañadientes.
Yo ni siquiera trabajo, actualmente, en una empresa así, pero lo he hecho.
Aquí es muy difícil "cuestionarle" al jefe, por muy buenas maneras que se ponga en ello, el "por qué" de las cosas. Se hacen así, porque siempre se han hecho así y porque a mí es como mejor me parece y no será capaz de ver que tus preguntas no eran una crítica, sino una "colaboración".
No me gustaría que interpretases mi comentario anterior como una actitud negativa ante estas "maravillosas herramientas"; muy al contrario, soy como una esponja absorbiendo cada idea, concepto u opinión, porque lo mismo que aprendí a preguntar de otro modo después de tanto "No y por qué", soy de la opinión que las relaciones siempre pueden mejorar, sea cual sea el ámbito donde se produzcan, máxime en el entorno laboral que es donde pasamos muchas horas de nuestras vidas.
Es muy cierto que ya no vivimos en los 70, pero de aquellos niños que se criaron con el "ordeno y mando" hay muchos, hoy en día, que se dedican a dirigir equipos de personas y que, desgraciadamente, reproducen tal cual lo vivieron.
Me decías, en tu anterior post, "el patrón social se construye durante los primeros años de vida" ..."Lo que hacemos con los años no es cambiarlo, sino tratar de hacernos más admisibles para los demás. En la capacidad para lograrlo es en lo que reside la mayor o menor inteligencia emocional de cada uno de nosotros".
Pues bien, sin elevarlo a categoría, te aseguro que hay jefes que no han logrado cambiarlo; tal vez sean sólo aquellos con menor inteligencia emocional, pero "haberlos,haylos" más que nos pese, y si das con uno de ellos es mejor que te dejes de balas de mantequilla, por si acabas "pringado".
¿Que hay que cambiar? cierto y seré una de las próximas en usar dichas balas, ya te contaré el resultado.
Un saludo, Josep..y cualquier discrepancia que se presente no hará más que acrecentar mi interés.
Hola Maluferre:
ResponderEliminarMi consejo es que no dejes nunca de preguntar. Con el paso de los años el motivo de las preguntas se va enriqueciendo, empezamos preguntando porque queremos saber, luego, además de eso porque sentimos curiosidad, luego, además de lo anterior, porque queremos comprender hasta que al final de la vida empezamos a preguntar para comprobar si nos han entendido. La necesidad de preguntar es como una fuente inagotable y si no lo hacemos lo único que conseguimos es estancar el agua de nuestras dudas, lo cual es malo para nosotros. Así que no te cortes, si acaso procura que no sean repetitivas.
Un saludo.
Hola de nuevo María:
ResponderEliminarLa discrepancia es la fuente del conocimiento de los porqués, entre otras muchas cosas, así que ya sabes que nunca rehuyo la dialéctica, sobre todo cuando es fruto del feedback.
Vayamos por partes. Antes que nada, crispar, como dices, siempre es malo porque es practicar políticas de tierra quemada. Mal rollo y además, completamente inutil.
Por eso, si te fijas en la entrada, en la parte de formulación de las preguntas lo que está en negrita es "crees tú que". Esa es la parte "estratégica" de la formulación de las preguntas.
No es lo mismo preguntar "cómo hago esto" que "cómo crees tú que puedo hacer mejor esto". La primera formulación puede tener efectos negativos porque permite hasta respuestas ofensivas, mientras que la segunda es el equivalente a pedirle feedback y ya aclaramos en su momento lo beneficioso de la herramienta ¿no?
En las grandes empresas existe soplagaitas como en las pequeñas empresas, luego no es un problema de tipología sino más bien de cultura empresarial y SOBRE TODO personal.
"Cuéntame" lo vemos todos y en los 70 ya vivíamos casi todos los que estamos ahora mismo trabajando. Deducir que los modos de comportamiento actuales son los lodos de aquellos polvos me parece una simplificación. Pero acepto el reto y lo uso como ejemplo. Siguiendo la evolución de la serie ya vemos que la sociedad (y cada uno de los individuos) modificó sus supuestos conforme pasaron los años. El mismo Antonio Alcántara pasa de ser un hijo del franquismo que trabaja en un ministerio y al que se le pone los pelos de punta porque su hijo anda en el PCE a formar parte de UCD como un devoto defensor de la democracia y sin hacerle ascos a imprimir pasquines de otros partidos. No sé si te vale el ejemplo de la evolución personal y social.
Si fuera como tú dices, díficilmente viviríamos en una sociedad con matrimonios homosexuales, con ley del divorcio, con derecho al aborto porque total, como en los 70 no había nada de eso...
Y respecto a lo del patrón social, es cierto que se construye en los primeros años de la vida, pero de cada uno de los estilos sociales ha habido todas las generaciones y lo que contiene es un modelo para andar por la vida adaptándolo a la sociedad que nos toca vivir.
En resumen, mi consejo es que cuando pongas en práctica lo que propongo no te olvides de remarcar la parte del "crees tú que". Y luego nos lo contamos.
Un abrazo.
Hola de nuevo, Josep, gracias por tu explicación, me ha aclarado el concepto de tus "balas de mantequilla", de las cuales haré uso convenientemente...
ResponderEliminarUn abrazo
Pablo Rodríguez
Esa actitud sincera y colaborativa que marcan tus preguntas propuestas..ha de partir de la claridad interior de cada cual,si está acostumbrado a preguntarse los por qués de su vida y comportamiento..Si ha sido así.. le será fácil preguntar con respeto y confianza,incluyendo el "crees.."
ResponderEliminarSi está acostumbrado a no preguntarse y actuar por costumbre sin expectativas de superación..no verá con claridad y confianza la necesidad de plantear esas preguntas a los demás en aras de un mejoramiento en la comunicación y en el mundo social y empresarial.
Creo que la clave está en la valentía de enfrenarse a uno mismo con claridad y sin miedos.. de ahí se genera su actitud clara y colaborativa con los demás..
Buen tema y mi abrazo,amigo.
M.Jesús
Hola Pablo:
ResponderEliminarSi te vas a poner a practicar con esto te aconsejo que lo hagas tanto en el ámbito profesional como social para que veas el tipo de respuestas que obtienes.
Muchas gracias de nuevo.
Hola María Jesús:
ResponderEliminarA mí me parece que has expresado una custión de fondo. Si acaso, introduciría un matiz importante: no es que quien no pregunta sea porque no tiene la suficiente "vida interior" ni espíritu de superación, sino más bien porque es prisionero en una u otra medida del síndrome de la autoprofecía cumplida sobre la que en algún momento volveremos a hablar y de la que dejo sólo un ejemplo.
Imaginemos que ante una situación determinada me pongo en lo peor pronosticando un fin desastroso. Ahora imaginemos que la cosa no sale bien ¡profecía cumplida! y si sale bien estupendo.
Cuando estudiaba bachillerato y salían las notas íbamos a verlas al tablón de anuncios. Durante el camino todo el mundo pronosticaba sobre cuántas (no cuáles) habría suspendido y todos tendíamos a exagerar. Si se cumplía la profecía parecía que éramos unos sabios adivinos y si no, pues al instante no nos acordábamos de nuestro pesimismo y nos parecían muy buenas noticias (a pesr de que nos huboera quedado alguna).
Un abrazo.
Que interesante son siempre estos "trucos" psico-sociales, que habrá que tener en consideración sin duda. Pero regresando al colega defenestrado, y dado su posición "antes de", sospecho que él ya conocía estas "balas", pero tal vez emulando a Kipling quiso obedecer más a su instinto, que ser como somos la infinita mayoría, simples mortales que hemos desarrollado la capacidad de mimetizarnos para congeniar vida y trabajo. La verdad es que llega un momento en que se te inflan las narices y te expones más de la cuenta, eso la verdad te lleva directamente al ostracismo, para sobrevivir hay que ser un poco "putas". Interesante entrada.
ResponderEliminarEstimado Josep Julián me ha gustado mucho el post por verme reflejado en casi todas las posiciones descritas (jefe, empleado rebelde con causa, mando habilidoso...)
ResponderEliminarMi cuento viene desde pequeño cuando ya le preeguntaba mucho a mi madre ¿mama lo sé ya todo?, ¿por qué me pasa lo que me pasa?. A día de hoy me sigue pasando lo mismo.
Es más me reconocen como el chico de los "porques y paraques" puesto que no decido a la ligera sin pensarlo o tenerlo plenamente claro (bajo mis paradigmas claro!).
Me han encantado tus balas de mantequilla de las que siempre es necesario prácticar y aprender con estilo (lo digo porque no es sólo leerlo sino comunicarlo).
Te agradezco que me hayas sensibilizado hasta el punto de darme la idea de mi siguiente post, EL PORTERO DE FUTBOL que trata acerca de las posiciones que tenemos en la vida.
Te gustará. Un abrazo fuerte.
Hola navegante:
ResponderEliminarMi colega en esa época, como yo mismo, no conocíamos otras balas que las de verdad y aunque sea en el mundo empresarial y no se dispare con plomo, la verdad es que hacías o te hacían boquetes considerables.
Coincido contigo en que para sobrevivir hay que ser un poco eso que tú dices. Eufemísticamente diríamos que hay que seguir una estrategia pero como este término también está desprestigiado porque hasta lo usan los de GH, pues a lo mejor nos entendemos más con el término que tú has usado.
Hay una cierta sensación de que eso de la inteligencia emocional es algo parecido a ir por la vida con el lirio en la mano y dispuesto al martirio pero de eso nada, es una "ciencia" que parte de tratar de conocer los movimientos del otro con antelación para preparar mi movimiento. Eso sí que es estrategia, pero vamos que no voy a dar una clase de esto en este momento.
Bienvenido sea tu comentario y ya nos dirás cómo te luce el pelo.
Buen viento, navegante.
Hola Diego:
ResponderEliminarGracias por tu nueva visita. Con lo que has dicho es difícil añadir algo más, así que te deseo la mejor de las suertes en su aplicación que tú, que también te dedicas a esto, ya sabes de qué apuros te saca.
Leeré tu entrada, pero por lo que parece todavía no está publicada ¿no?
Un abrazo también para ti.
Pues prometo a partir de ahora disparar más a menudo esas "balas de mantequilla" y ganar así en honestidad conmigo mismo. Palabra.
ResponderEliminarHola, Josep:
ResponderEliminarla sutileza y solicitud de colaboración (o ayuda) funciona en todos los ámbitos de la vida. Y si no, que se lo digan a Pierre Rataud ("El arte de hacer preguntas"). Cuando tú te encuentras en una ciudad distinta y preguntas por una calle determinada, quizá si el viandante va con prisa puede responderte que no es de allí. Si comienzas con un "Por favor, ¿puede usted ayudarme? Busco la calle...", la respuesta puede ser algo así como "Sí, hombre, no faltaba más. Mire usted, siga todo recto y..."
Hasta en la empresa nos inclinamos a echar una mano cuando se nos pide con amabilidad. El docente extenderá su explicación si, en vez de preguntar directamente la duda ("Oiga, es que no entiendo esto de...") se solicita auxilio ("Por favor, ¿puede ayudarme a entenderlo?").
Claro está que puedes encontrarte con el prepotente, el insociable, el "quemado" y hasta el gilip... Con esos, más vale seguir el protocolo y a otra cosa. Porque no se trata de mostrar blandenguería, sino de acercar posturas.
Un abrazo, Josep.
En este tema tengo experiencias distintas: por una parte es cierto que hay demasiadas personas con este perfil, pero tampoco nos faltan aquellas que de una forma muy consciente "pasan" de todo, les importa un bledo la organización y exigen que todo sea perfecto, pero ellos no ponen ni lo más mínimo de su parte.
ResponderEliminarEstos últimos se hacen notar mucho. Los primeros no tanto y con el tiempo descubres que siempre estuvieron ahí, sin hacer ruido. Lo importante es que no sea demasiado tarde.
Hola Domingo:
ResponderEliminarQue la fuerza te acompañe. Ya nos contarás tus experiencias.
Un saludo.
Hola Germán:
ResponderEliminarCitas a Pierre Rataud y su libro "El arte de hacer preguntas" y me parece un buen punto de referencia porque lo que subyace en la pregunta es el arte en cómo se hace si es que lo que se pretende es seguir una estrategia.
Cuando preguntamos más vale que lo hagamos bien, porque lo que se pretende ni más ni menos es que nos hagan una transferencia de conocimiento y todos sabemos el valor que tiene eso, da igual que sea para ilustrarnos por dónde queda la calle que buscamos o para que nos den luz sobre algo que necesitamos saber para hacer mejor nuestro trabajo.
Normalmente, los que tiene reparos en hacer preguntas es porque consideran que mostrarán debilidad o les tomarán por tontos pero dicho a la pata la llana, no hay pregunta impertinente sino respuesta impertinente.
Algunos contertulios han expresado algún tipo de preguntas específicas que se hacen en el ámbito profesional, en ese caso, preguntas necesarias para poder desarrollar su trabajo y no las hacen porque no conozcan la respuesta, sino para saber si se cumplen los procedimientos establecidos.
Como dices, es un arte, pero que no está al alcance de unos pocos.
Muchas gracias por tu aporte y un saludo.
Hola javier:
ResponderEliminarLa experiencia que relato sucedió muy cerca de donde tu vives e incluso ayer fue noticia sonada por la mega bien pagada prejubilación de uno de sus altos directivos.
Para que veas como es la vida, a algún gracioso se le ocurrió pasado el tiempo hacer un decálogo del proceso de fusión. El último artículo rezaba "entrega de medallas a los no participantes" es decir, aquellos que se quedaron agazapados a la espera de acontecimientos. Y esos, claro, nunca mueren en combate.
Un saludo.