Rompiendo mi costumbre a la hora de escribir artículos, os presento un extracto de la entrevista que le hizo el periodista Lluís Amiguet a Ken Blanchard y que fue publicada el pasado día 21 de octubre en La Vanguardia. Quien quiera leerla al completo, sólo tiene que seguir este enlace que, por lo que ahora veo, no será accesible hasta dentro de un mes por la política que sigue este periódico, qué le vamos a hacer.
Pero permitidme que antes os lo presente. Ken Blanchard es el padre del liderazgo situacional, el que definió qué son y cómo se gestionan los equipos de alto rendimiento y, en parte, el responsable de que cambiara mi vida profesional y me dedicara a la consultoría, de eso ya hace unos cuantos años. Para mí, claro está, es un referente que comparto con los miles de personas que han leído sus libros o los cientos de miles, no sé si millones en todo el mundo, que habrán asistido a cursos y seminarios basados en sus enseñanzas sobre el liderazgo.
Blanchard es un joven de 70 años de edad recién cumplidos que dice que “la Biblia no dice nada de jubilarse ni habla de ningún patriarca con menos de 80” por lo que todavía sigue en activo y con muy buen tono vital como veréis a continuación.
En la entrevista, dice cosas como que “nuestra sociedad necesita menos exámenes y más educación. Convertir la política en profesión es pervertir la democracia. Sufrimos a Maddoff, y otros como él, y aún padecemos la avaricia de Wall Street y la banca, donde los poseedores de los mejores expedientes académicos están pagándose sueldos increíbles con nuestros impuestos... Pero, ¡por Dios santo!: ¿cuánto hay que pagarle a un banquero para que se sienta bien retribuido?” se pregunta.
El periodista le replica que eso lo hemos visto toda la vida, pero Blanchard ve una diferencia significativa.
“Lo que sí es nuevo y preocupante es que todo nuestro sistema se fundamente en el fomento de la avaricia sin límites… Antes se acumulaba para invertir y crear empleo - por eso los demás contribuíamos- pero ahora se acumula sin ninguna relación con la economía productiva”.
No está mal, me digo, para alguien que se ha criado dentro del modelo capitalista por excelencia, el noteamericano. Pero, aún y así, añade algo que también me parece capital.
“Nuestro sistema - desde preescolar hasta la jubilación-nos está educando para que confundamos nuestra autoestima con nuestros resultados. Y forma acumuladores compulsivos obsesionados con lograr resultados cuantificables: sueldo, cargo, méritos, carrera, bienes, coches, pisos... Esos números les dan la medida de su autoestima: creen que sólo son queridos en la medida en que consiguen esas cantidades de poder y dinero”.
Con eso también estoy de acuerdo. Y apostilla: “Todo el sistema educativo se ha transformado en una máquina de calificar, seleccionar, segregar, categorizar, dar notas... Educar se ha reducido a hacer la selección de personal desde la cuna hasta el despacho de jefe. Y por el camino quedan los perdedores…Es una perversión que nos condena a la obsesión de acumular y a la infelicidad. Así siempre necesitamos acumular más porque nos sentimos cada vez menos”.
Para que luego digan que este "joven" no es un revolucionario social de primera magnitud.
“Se inculca la necedad cuantificadora: ha habido varias generaciones de obsesos por los resultados desde el parvulario. ¿Hay algo más egoísta que un bebé? ¿Hay alguien más centrado en sí mismo que un preescolar? ¿Y sabe por qué? Porque no se nace generoso: la generosidad se aprende, y no la estamos enseñando. Al contrario, enseñamos que sólo te vamos a querer - desde papá hasta el jefe-en la medida de lo que consigas puntuar, obtener, mandar".
Este señor y yo tenemos puntos de vista similares al respecto. A mí también me parece que no nacemos en absoluto generosos y que la medida de la generosidad que acumulamos a lo largo de nuestra vida para luego regalar (porque qué otra utilidad puede tener salvo esa) es la medida de nuestra verdadera categoría como personas.
“Todos los niños quieren aprender hasta que les empiezas a poner notas: los que suspenden acaban odiando el cole: ¿por qué clasificar a las personas por sus resultados desde la cuna? Esa es la receta segura para la avaricia y luego la desdicha: de los que suspenden y de los que acaban en Wall Street”… Si amo a mi hijo, separaré claramente mi amor por él de sus resultados escolares. Mi amor es incondicional: amamos a las personas porque son únicas y son ellas y después está lo que tienen, saben o pueden hacer”.
Si no hay nota, ¿para qué esforzarse? –le pregunta mordazmente el periodista.
“Se esforzará si sabe que es un ser humano al que se le ama porque es él y con esa confianza podrá ser generoso y devolver ese amor a los demás sin exprimirlos para obtener más resultados con que conquistar su admiración, que él confunde con ese cariño que se le escapa... Esa es la diferencia entre el líder que sirve y el líder que se sirve de los demás”.
Reitero mis disculpas por haber reproducido gran parte de una entrevista que me hubiera encantado haber hecho a mí por el solo placer de escuchar de este hombre puntos de vista como los señalados. Mi admiración por ese nuevo ejemplo de dar valor a las cosas esenciales de la vida que, al parecer, sólo pueden permitirse los sabios cuando llegan a esas edades. No ha sido un post de autor, pero quería compartirlo.
Amig@s, lo dicho. Un poco de Blanchard en nuestra vida no viene nada mal en estos momentos ¿verdad?
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Hace 1 año
Tienes toda la razón Josep Julian. Un poco de Blanchard (al que no concocía) no viene mal en nuestras vidas. La lectura que saco de todo esto es que nos preparan para ser infelices. La generosidad es un camino para evitarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Por lo que dices, este jovencito de 70 años tiene una lucidez que ya quisiéramos para nuestros políticos (se me ocurre). Me gusta lo que leí hoy aquí.
ResponderEliminarBesos
Me congratula saber que aún existan soñadores. Eso significa que no todo está perdido. Gracias por traernos esta píldora de sabiduría. Así este martes merece un poco más la pena. ;)
ResponderEliminarHay veces que quieres expresar algo y que de repente aparece el Blanchard de turno que lo borda y dices: "eso es precisamente lo que quería decir yo". Pues por mi parte como su lo hubieses escrito tu, sólo que tendrás que esperar hasta los 80 (je, je, je) para decirlo tan bien como lo ha hecho él.
ResponderEliminarUn abrazo.
Encantada de conocer a Blanchard...Gracias por compartirlo. Ahora me voy de cabeza a la entrevista.
ResponderEliminarSaludos vecinos!
Hola Fernando:
ResponderEliminarBuena conclusiones has sacado del artículo. Probablemente exista más relación que la que parece entre infelicidad y poca generosidad.
Un abrazo.
Hola Ginebra:
ResponderEliminarMe gusta que te guste. Por lo que deduje en uno de tus post te dedicas a la enseñanza así que puedes tener un punto de vista más certero.
Gracias por pasarte.
Besos.
Hola Javier:
ResponderEliminarBueno, como no sé si llegaré a los 80 por eso he empezado un poco antes aunque, por supuesto, sin la perfección del maestro jeje.
Muchas gracias y hasta pronto.
Hola Nadia:
ResponderEliminarMe alegra que este haya sido tu primer contacto con Blanchard. Lo que espero es que no sea el último.
Saludos al vecindario.
Hola Domingo:
ResponderEliminarA ver si logramos que los efectos de la píldora se propaguen y que no se limiten sólo al día de hoy ;-)
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
Hola muchas gracias por compartir.
ResponderEliminarYo tampoco sabia de Blanchard , pero que pena que tengamos que tener cierta edad, para alcanzar algo de felicidad.
Hola Josep Julián,
ResponderEliminarAtribuyen a Picasso una frase que reza así:
"cuando me dicen que soy viejo para hacer una cosa procuro hacerla mas deprisa", y no te puedes llegar a imaginar lo que me gusta esa frase. Porque ser viejo no es ni un defecto ni una enfermedad. Dicho esto, creo que generosidad y vejez no tienen porqué ir de la mano, pero sabiduría y madurez, mucho me temo, que si y lo digo porque me extraña la queja por haber de esperar a la "vejez" para disfrutar de la sabiduría.
Lo que se me hace díficil, extraño y, en consecuencia, repulsivo es un sabio joven, ¡vamos! que opino que la "veteranía es un grado" precisamente por eso: "porque sabes más" y eso se merece todos mis respetos.
un abrazo Josep Julián,
Fali
Hola Josep J.:
ResponderEliminarComparto la visión del bebé egoísta; ésta es mi madre, ésta es mi pelota, ésta es mi casa, pero no es un egoísmo resultado del "valor cuantitativo". Lo veo como un ingrediente básico e instintivo a la hora "sobrevivir", por defender lo que es entendido como "propio".
Tras la infancia, llega la adolescencia donde las cosas cambian, todo es de todos, las chicas se prestan su ropa, los chicos los juegos de la play, comparten hasta el último euro que han conseguido extraer de las arcas de sus progenitores, todo es cooperación, unidad, amantes de causas perdidas y defensores de lo indefendible, pero sobre cualquier cosa están en la edad del amor; se quieren, se dejan de querer, se vuelven a juntar, se desajuntan, te baila el ojo por él, te mueres por ella, toda una descarga de amor contínuo.
Y a partir de ahí es donde la cosa gira hacia derroteros completamente distintos y los juegos de la play vuelven a ser tuyos, tu ropa no se la prestas a tu amiga ni de coña, nada de compartir una furgona, quiero mi propio coche, se acabaron los pisos de colegas, "necesito mi espacio"....y todo se vuelve, mío, mío, mío y más, más, más.
Y ¿cómo se consiguen esas cosas? con dinero: más juegos, más ropa, mejor coche, mejor piso, ....
¿MAYOR FELICIDAD?
Creo que hay un momento donde el valor "consciente" del dinero hace desaparecer cualquier atisbo de generosidad, al menos que tengas una personalidad lo suficientemente estupenda como para olvidar lo que D. Dinero exige.
Con la edad lo que nos queda es embellecer el alma, el interior, y para éso ni se necesita dinero, ni bienes materiales, solo tiempo.
Un abrazo Josep Julián, encantada de conocer al Sr. Blanchard.
Hola África:
ResponderEliminarBueno, eso de la edad y la felicidad parece que están bastante relacionados. No sé si es una casualidad, pero me he fijado que los "grandes" conforme se van haciendo mayores simplifican mucho los conceptos que señalan como realmente importantes.
Muchas gracias por tu comentario, como siempre y hasta pronto.
Un saludo.
Hola Fali:
ResponderEliminarUn placer volver a verte por aquí. Estoy de acuerdo con tu punto de vista respecto a la relación entre sabiduría y edad y todavía más de acuerdo con lo de la petulancia del "sabio joven". El problema es que con nuestra edad estamos a mitad de camino ¿no?
Me apunto la frase de Picasso. Igual algún día la pongo como frase del mes.
Un abrazo.
Hola María:
ResponderEliminarEse circuito que describes de poca/mucha/poca generosidad es como un recorrido por las edades del hombre jeje.
Qué duda cabe de que la fase más crítica es la de adultos cuando nos volvemos más selectivos con qué y quién somos generosos. Muchos se quedan en eso que dices tú de "ni de coña" y a otros nos gusta más hablar de ella que practicarla.
A partir de un momento dado, deberíamos ser medidos también por ese rasero.
Muchas gracias por tu exposición y un abrazo.
Muy buen fondo tiene esta entrada, aunque no es nada nuevo, ni nada que no supiéramos por el propio sentido común. Lo extraordinario es alzar la voz y hacer que reflexionemos sobre esta agotadora y compulsiva vida de sumas unitarias y de traumas gratuitos. Pero querido Josep, si esto viene a ser el lado bueno de la organización capitalista, choca y cae de rodillas ante semejantes muros, tan solo sirve para sentirse más solidario, menos solitario y saber que no estás enfermo sino que como mucho estás trastornado.
ResponderEliminarTodo lo que dice Ken Blanchard es estupendo, aunque es tan difícil ponerlo en practica que incluso creo, que él mismo dejó algo de su pensamiento en el camino mientras le hacían la entrevista. Aun así prefiero a cien personajes como este que a cien mil de nuestros actuales "líderes". Saludos y viento de cola amigo.
la sencillez en las palabras de este señor ( naturalmente lo desconocía) llegan a ser más importantes puesto que son comprendidas por todos. De todas maneras creo que cualquier otro señor Pérez con un mínimo sentido común y sensibilidad por cuanto nos rodea, podría llegar a las mismas conclusiones.La situación de crisis mundial no es algo que ha surgido de un día para otro, la avaricia de políticos, banqueros, hombres de negocios, que cuando eran párvulos nadie les enseñó a compartir, nos han dejado este panorama. Muchos "líderes" irán a la cárcel pero desgraciadamente muchos "hombres y mujeres" han ido al paro.
ResponderEliminar¡ah! confieso que aún amando por encima de todo al hijo, cuando deja los estudios...cuesta separar papeles, jeje.
Hola, Josep:
ResponderEliminar¿quién ha dicho que no es un post de autor? Pues mira, yo veo el desarrollo complementario muy ilustrativo y si a eso añadimos respuestas a los comentarios pues ya tenemos con creces el plato del día.
Y con respecto al mensaje del artículo, pues eso, eso: más fondo y menos forma. Por cierto: me he sentido plenamente identificado con lo que decía sobre los hijos y sus resultados. Siempre les he dicho a mis hijos que me importan un rábano las notas siempre y cuando yo observe el esfuerzo en el estudio. Y evidentemente, jamás condicionaré el amor a los éxitos.
Un abrazo, Josep.
Creo que la lucha por conseguir esos sueldos astronomicos no es una avaricia sustancialmente economica... Yo diría que se podría traducir por la avaricia por el poder, al menos un poder aparente.
ResponderEliminarHola Josep
ResponderEliminarComparto las ideas expresadas por Ken Blanchard en esa entrevista sobre todo en lo referido a la importancia de la educación como transmisora de valores y al papel esencial que otorga al amor como ingredientes básicos en la formación y crecimiento del ser humano.
Revisando su bibliografia he comprobado que es el autor del tan afamado libro "Quien se ha comido mi queso?", utilizado hasta la saciedad en cursos de formación a nivel empresarial.
He de confesar que no lo he leido. Han prevalecido en mi la desconfianza y el prejuicio, antes que el conocimiento y la objetividad,lamento decir que desconfío del toque de pseudohumanismo que multitud de empresas quieren dar a sus relaciones laborales, asi que llegue a pensar : otro que alecciona a la empresa de como manipular al individuo con nociones humanistas, para incrementar sus ganancias y aumentar su rentabilidad.
De modo que, entono el mea culpa, y te agradezco la ocasión que me has ofrecido para reconocerme en actuaciones que yo misma critico y rechazo hasta la saciedad. Gracias por el toque de humildad que he conseguido leyendo este post.
Un beso
Te parecerá una tonteria, pero la entrada me ha hecho reflexionar sobre un futuro cada vez más proximo.
ResponderEliminarMi hija de siete años pronto me demandará una paga semanal, y lo cierto es que tenia pensado una solución fuera del ámbito semanal, quiero decir que el dinero que pudiera conseguir semanalmente sería mínimo, en cambio a la hora de conseguir las notas de final de curso pudiera recibir una importante cantidad de dinero que ella misma debiera administrar, creo que esto en sí mismo es positivo, aunque tampoco quiero que entre en una competitividad exclusivamente de acuerdo a las notas conseguidas... ya veremos. Fijate por dónde he salido.
Hola navegante:
ResponderEliminarAlgo parecido a lo que expones en tu comentario me produjo la lectura del artículo, no te creas. Como he mencionado en alguno de los anteriores comentarios a esta entrada vengo observando que sólo cuando se llega a la edad de este hombre y después de una carrera de éxito como la suya, se logra discernir las cosas importantes que siempre son la más sencillas y por sencillas, las que deberían resultarnos más obvias.
Hay muchos ejemplos de ese "ver la luz" aunque ahora pensando sobre la marcha sólo recuerdo a Borges que mira que era complicado el hombre para a final de su vida reconocer que lo único que echaba de menos haber hecho más a menudo era pasear con su calesita.
De todas formas, más vale que los que tienen alguna influencia en la sociedad digan cosas por el estilo. Lo realmente consistente es que todos ellos insistan en el valor de las cosas que todos sabemos pero que no practicamos porque es señal de que al final del camino es lo que nos encontraremos y recomendaremos hacer a los demás. Justo lo que no practicamos, que manda huevos.
La mezquindad y la necedad entonces, queda reservada a los líderes "en edad fecunda".
Muchas gracias por tu reflexión que, como siempre, me han hecho pensar. Se te echaba de menos, navegante.
Buen viento.
Hola Camy:
ResponderEliminarApuntas tres ideas que me parecen muy importantes. La primera que si eso lo dice un señor como este a todos nos parece la pera pero si lo dice cualquier otro señor Pérez a lo sumo que llegamos es a mirarle con conmiseración y a pensar ¡pobre infeliz, pero en qué mundo vive!
La segunda es que tienes toda la razón cuando dices que los líderes acaban en la cárcel (y con la pasta intacta, no lo olvidemos) y los hombres y mujeres al paro por culpa de la codicia de los líderes. Quién puede negar eso.
La tercera, la de los hijos, no sabes cómo te comprendo.
Un abrazo.
Hola Germán:
ResponderEliminarNo pude resistirme a traer a Blanchard a colación y en este caso la verdad es que mis comentarios son simples acotaciones, nada más.
Lo de los hijos se ve por los comentarios que es una de las cosas que más nos tocan la fibra porque quien más quien menos se ha visto en esa tesitura y más en un país como el nuestro donde el fracaso escolar está en cotas alarmantes.
Muchas gracias por tu punto de vista y un abrazo.
Hola Maite:
ResponderEliminarEn el caso de "Quién se ha llevado mi queso" y a pesar de que Blanchard aparece en los créditos, lo hace en calidad de coautor aunque en realidad fue más bien un supervisor. Al ser tan reconocido muchos autores le piden ese tipo de colaboración a la que él se presta en mi opinión demasiado a menudo.
Si tienes interés en leer algo suyo (y que no se compra todo el mundo en el aeropuerto o le regalan en la cena de empresa de navidad) te recomiendo un libro muy sencillo y fácil de leer que se llama "Ejecutivo al minuto" o bien otro un poco más gordo pero muy claro titulado "Liderazgo de máximo nivel".
Blanchard ha ganado mucho dinero en su vida, claro, pero por lo menos, a cambio ha aportado una visión humanista al liderazgo que ha pervivido hasta hoy después de más de tres décadas, lo que no puede decir ninguno de los gurús que todos conocemos. Fíjate la revolución que supuso el liderazgo situacional cuando propugnó que el éxito sólo se obtiene por la agregación del talento de muchos y no de un único líder. Eso lo dijo en 1977 o sea que, como ves, no fue ayer.
Respecto a lo del mea culpa, no te aflijas demasiado porque todos tenemos los nuestros y tampoco los vamos propagando por ahí. Bueno, algunos sí.
Un beso.
Hola Gabi:
ResponderEliminarContesto en este tus dos comentarios. Personalmente, no conozco ni un solo ejemplo de poder que no sea económico. Bueno, quizá el de las dominatrix altruistas, pero de esas hay pocas.
Respecto a lo de la política de premio por consecución de objetivos aplicado a los hijos (igual que hacen muchas empresas) no me parece ninguna tontería, todo lo contrario. Yo lo apliqué con mi hija y no me funcionó pero no culpo al modelo por ello sino porque no obtuve las alianzas suficientes, no sé si me estoy explicando.
Lo que es innegable es que cuando nos mencionan a los hijos hacemos un ejercicio de aterrizaje que no lo logra muchas otras cosas jeje.
Muchas gracias por tus dos comentarios y hasta pronto.
Un abrazo.
Cuando leo a pensadores como el señor Blanchard, siempre me viene a la cabeza una frase que repito muy a menudo: "No somos lo que tenemos, sino que tenemos lo que somos".
ResponderEliminarVivimos obsesionados con el tener, cuando en realidad las posesiones no nos hacen felices. En el ser está la felicidad. Mientras ésta la busquemos fuera de nosotros, las cosas nos seguirán yendo mal.
Hola Fernando:
ResponderEliminarTus palabras me recuerdan (en el mejor sentido de la palabra) a aquel que predicaba en el desierto sin que nadie le hiciera caso.
Hay quien dice que quien basa su felicidad en la posesión de las cosas en realidad lo que demuestra es su infelicidad.
No sé si nos seguirá yendo mal, pero lo que sí es probable es que tardemos en darnos cuenta de que más que poseer lo interesante es compartir (afecto, conocimiento, seguridad, etc.) Y no sigo porque me acusarán de buenista y eso sí que no lo soporto.
Un abrazo.