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Si nos preguntan qué tan ecuánimes somos a la hora de juzgar a los demás, seguramente respondemos que lo somos y mucho, faltaría más. Cómo se puede dudar de eso ¿verdad? Pues seguramente no lo somos tanto como creemos, mira tú por donde.
En realidad, ser justos es sumamente difícil porque nuestros juicios se ven condicionados por múltiples factores subjetivos entre los que podríamos señalar la mucha o poca empatía o simpatía (recordad que no es lo mismo) que nos despierta el sujeto en cuestión, así como la proximidad/lejanía, la amistad/enemistad, la confianza/desconfianza que nos genera y así podríamos añadir un sinfín de factores “higiénicos” que condicionan y mucho, la valoración que hacemos de un tercero.
Podríamos hacer un ejercicio sencillo. Imaginemos que dos personas que nos conocen bien son invitadas a hacer una descripción de nosotros. Con una nos llevamos muy bien y con la otra muy mal, pero las dos nos conocen por igual.
Lo que esperamos de la primera es que diga cosas buenas sobre nosotros, si acaso con algún ligero matiz del tipo, aunque a veces…, si no fuera porque…, etc. En fin, que esperamos un juicio netamente positivo en el que los matices no pasan de tener el valor de "segundos decimales".
Por el contrario, de la segunda, lo que esperaríamos es justo lo contrario y en este caso incluso sin matices. Otra cosa nos sorprendería ¿no es así?
Fijaos en lo que ha pasado. Se ha pedido a dos personas que describan a una tercera y el resultado es completamente distinto. Si se cruzaran las descripciones seguramente habría discusión entre ellas para rato.
Bien, pues en ambos casos los juicios no serían ecuánimes y por la misma razón: la evidente falta de objetividad.
En el ámbito empresarial sucede lo mismo pero con consecuencias funestas. Imaginemos a dos personas que dependen de nosotros, una de ellas es “muy buena” y otra “muy mala”. Cuando me cuentan que “la buena” ha hecho una cosa mal, por mucho que me lo demuestren, mi reacción es “no puede ser”, “a saber quién le ha puesto la zancadilla” o sencillamente “no me lo creo”.
Pero si me cuentan que “la mala” ha hecho una cosa bien mis comentarios irán en la línea de “a saber a quién le ha robado la idea”, “pues no hay para tanto, eso lo hace cualquiera” o si la evidencia es apabullante utilizaré el socorrido “sonó la flauta por casualidad”.
A la hora de dar el premio anual, ¿alguien tiene dudas respecto a cuál de las dos se lo llevará?
En eso consiste el síndrome de la dirección por excepción que viene a demostrar que incluso los mismos hechos son juzgados con distinta vara de medir en función de algo que llamamos prejuicios y que, por defecto, asociamos con algo negativo.
Pero ¿qué hacemos con los prejuicios positivos que también los hay y que no dejan de ser prejuicios igual que los otros?
Jolines, qué dilema ¿no?
El Sr. Arcadas es un gestor industrial de extenso currículo, persona activa y con un fuerte carácter, tiene grandes ideas aunque... muchas veces le pierden las formas. Entra como máximo responsable industrial en una empresa metalúrgica, sólo el consejo de administración está por encima de él, mes a mes, ira contratando personal que ha trabajado con él en otras empresas, llegando al primer año a cubrir más de la mitad de los departamentos con los jefes que él ha traído. A partir de ahí, cualquier acierto de sus ‘discípulos’ es absolutamente relevante y magnifica; en cambio cualquier anomalía entre sus ‘elegidos’ es tapada, ocultada o al menos maquillada.
ResponderEliminar¿Tiene algo de encomiable esa protección exacerbada hacia el personal que él ha puesto? No creo que ni siquiera esa ‘fidelidad’ sea positiva ni para él mismo...
(fijate... que de aquí hasta podríamos sacar una entradilla)
:)
Hola Josep Julian:
ResponderEliminarFuncionamos así, tal cual lo expones. Somos subjetivos , objetivos. Es decir objetivos dentro de nuestra subjetividad. ¿un lio no?
Yo procuro juzgar con la misma vara. Unas veces lo consigo y otras, soy consciente de que son distintas, pero poco a poco procuro reformarme. El otro día hice un juicio erróneo sobre un asunto. Me dejé llevar por las estadísticas, el histórico... Es decir, juzgando el pasado y no el hecho en concreto. Así que metí la pata hasta el fondo. Cuando me di cuenta de ello, me disculpé e inmediatamente rectifiqué.
Es complicaddo acertar siempre. Yo procuro eliminar "ruidos", tanto positivos como negativos, pero no es nada fácil.
Buen y refñexivo post
Un abrazo
Vieja propuesta Josep, tanto como la vida misma. Me llama tanto la atención el esfuerzo de "la empresa" por conocer=controlar todo lo que se mueve, tratando de esquivar los comunes errores humanos en favor del sistema. Muchas veces me pregunto porqué nadie tutela la vida diaria, del común de los mortales. Cuanto ahorro y bienestar llevaría aparejado tal objetivo, y no que como de un virtual Leroy Merlín, de ideas, pensamientos, principios, estrategias, gurus.. las empresas escudriñan una y otra vez, tratando de equiparse al propio ser humano, tiñendo de objetividad una actividad que resulta imposible congeniarla con valores como la equidad, la justicia o la igualdad. ¿A que tanto ruido Josep?. ¿Quien se comió el queso?, y yo que se mire usted...
ResponderEliminarCreo que era Eduardo Punset el que decía en su libro "Por qué somos como somos", que estamos mintiendo constantemente. Que la mente nos engaña, que transformamos la realidad según un montón de parámetros absolutamente subjetivos que generalmente no tiene que ver con lo realmente sucedido, pero que estamos convencidos de ser totalmente objetivos. Así, creo que llega a decir que cuando dos testigos testifican en un juicio están contando el mismo hecho de manera totalmente distinta, de manera que a veces cuesta identificar que estén hablando de la misma realidad.
ResponderEliminarNo me enrrollo más: Punset termina afirmando que si fuesemos conscientes de la distorsión que hacemos de la realidad no dejaríamos testificar a nadie.
Insisto en que estoy recordando sobre la marcha lo que leí desde mi prisma totalmente subjetivo, por lo que es posible que no tenga nada que ver con lo que Punset escribió.
Un abrazo.
Al final tendrá razón el dicho aquél: "Todo es según el color del cristal con que se mira".
ResponderEliminarSí creo que en el mundo empresarial en el que os movéis tiene que resultar difícil acertar. Sucede también con el trato que damos a la gente según la apreciación, a veces errónea, a primera vista, o lo que nos hayan contado sobre ella. Pero, aunque no sirva de consuelo, sucede con todo aquello que nos rodea. Un abrazo
Hola Gabi:
ResponderEliminarReal como la vida misma, eso sucede muchas pero que muchas veces (tanto lo de traerse a los adlateres como lo de reirles las gracias y ponerles como ejemplo).
Lo malo es todo lo demás, claro, y la sensación de que todo lo de antes no vale para nada. Flaco favor se hace el señor Arcadas.
Si te animas, escribimos un artículo a cuatro manos, lo cual sería un placer.
Un abrazo.
Hola Fernando:
ResponderEliminarTienes mucha razón con eso de que tratamos de ser subjetivamente objetivos, pero es que es una habilidad esa de la obketividad para la que los humanos no estamos especialmente bien dotados, así que el mejor de entre nosotros no pasa del cinco pelado.
Me pregunto entonces cómo hacen los jueces para dictar sentencia más allá de los "hechos probados" y fíjate que hasta en ese ámbito de la judicatura hay unas cuantas instancias superiores a las que recurrir. Lo dicho, no somos nada buenos en eso de ser objetivos, aunque haya quien se lo crea o incluso lo sea. Pocos, pero haberlos haylos.
Un abrazo.
Hola navegante:
ResponderEliminarPues de eso hablamos. Cuando en la empresa a esto que cuento se le llama dirección por excepción y fuera de ella efecto Pigmalión que es lo mismo pero más digerible.
Ya he dicho en la respuesta a Fernando que los humanos no somos muy buenos en eso de ser objetivos, como tampoco lo son los objetivos de las cámaras fotográficas que ven la realidad según la obertura del diafragma y la velocidad de disparo. Todos vivimos con la sensación de que no se nos hace justicia y en casos desesperados, nos la tomamos por nuestra mano lo cual no gusta demasiado.
Vivamos nuestras imperfecciones no con alegría sino sabiendo sobrellevarlas lo mejor posible. Mi hermana dice que lo único que le pide a su marido es que le pida perdón todos los días, así en general. Por algo será.
Un abrazo navegante y buen viento.
Hola Javier:
ResponderEliminarPunset también dice que el 90% de lo que recordamos jamás sucedió de esa forma, cosa que ahora puedo constatar con mi madre que conforme pasan los años construye realidades que nunca sucedieron (o yo no las recuerdo de esa forma).
Lo mejor de eso es que ella siempre queda mejor de cómo sucedieron en verdad los hechos. Como para llevarla de testigo a un juicio, vamos.
Un abrazo.
Hola Rafa:
ResponderEliminarYa le digo a mi amigo Navegante que también hay una "versión civil" de eso de la dirección por excepción que se llama efecto Pigmalión. Ya sabes, así es si así os parece y a otra cosa mariposa.
No es que sea difícil acertar, es que es mucho más fácil equivocarse, pero al menos, no sentemos cátedra.
Un abrazo.
A veces me parece que la objetividad no le interesa a nadie, salvo cuando interesa. ¿Me explico?
ResponderEliminarInteresante post, Josep.
Hola, Josep:
ResponderEliminarmenudo ejercicio, ese de adquirir el prejuicio positivo sobre las personas que no son nuestros afines. Y el caso es que somos nosotros mismos los que confrontamos a nuestros elegidos frente a los otros. Muy evidentes tienen que ser las competencias de la parte contraria para evitar la dirección por excepción. Y aún así...
Un abrazo.
Qué malo eso de poner etiquetas...
ResponderEliminarCreo que lo mejor para no formarse prejuicios es siempre mantener la mente amplia y la mirada fresca.
Saludos
PD
También a mí me gusto mucho haber estado allá y gracias nuevamente por todo.
El prejuicio siempre adolece de la carencia del rigor. Dejar prevalecer las propias ideas, las determinaciones de la propia costumbre, los condicionamientos de educación, etc. es absolutamente humano, porque nadie está libre de los influjos de su personalidad, pero en la medida que estos prevalecen en cada juicio éste merma en objetividad. El prejuzgar puede ser peligroso y las consecuencias funestas en muchos casos. Un placer como siempre pasarme por aqui Josep. Abrazos
ResponderEliminarDifícil, tener la vara de medir, es peligroso, quizás para ello están aquellas personas preparadas para ello, quizás los ojos engañan, los oido, no mejor no tener la vara de medir...
ResponderEliminarABrazos....
Hola Josep, no puedo evitar citar la frase de Gallardón relativa a las trifulcas del PP que acabo de leer en País, sin estar todavía muy segura de si viene a cuento:
ResponderEliminar"La lealtad es el camino más directo entre dos corazones." Eso si que es un briefing concreto más allá de las competencias o de los hechos puntuales.
Saludos
Hola Josep:
ResponderEliminarSer buenos jueces en la "justa medida" está claro que no es nuestro fuerte. Tampoco tenemos que flagelarnos por ello; somos lo que somos y nuestras circunstancias y eso convierte nuestra "objetividad" en una acción subjetiva, porque es nuestra, de uno, individual y si partiéramos de este conocimiento es muy probable que buscáramos otros datos antes de formarmos una idea sobre otra persona.
En la empresa, lo que me preocupa de los "prejucios", tantos positivos como negativos, es la capacidad que tienen para heredarse hasta la eternidad sin que existan nuevas valoraciones. Dependiendo de quién sea el valedor de dichos prejuicios, su "objetividad subjetiva" es tenida en cuenta por sus allegados sin que para ello haga falta demostrar ninguna razón adicional.
Es aquello de "cría fama y échate a dormir" o "por una vez que maté a un gato, me pusieron matagatos".
"No, con Fulanita no se puede contar porque tiene un niño y siempre sale a su hora" (Nota: Fulanita fue madre hace 8 años, pero aún así solo se acuerdan de su media hora de lactancia materna, allá por el Paleolítico).
"Sí, si, llama a Perenganito...hicimos las prácticas juntos y era un chaval muy competente y brillante" (Nota: Perenganito ha tenido 10 empleos y de los dos últimos ha salido con un despido disciplinario).
Creo que los prejuicios, aunque inevitables, deberían tener fecha de caducidad, tantos los positivos, como los negativos. Hacerlos perennes puede acarrearnos más equivocaciones que aciertos.
Un abrazo, Josep.
Hola Antígona:
ResponderEliminarSí señora, creo que te explicas bien o al menos yo lo he entendido. Temo mucho cuando alguien empieza una frase con eso de "viéndolo de una forma fría y desapasionada" porque nunca me fío de cómo la acabará, si analizando objetivamente las cosas y obviando el contexto en el que pueda deducirse eximentes o analizándolo fríamente y acabando por "perdonar la vida".
Ya he dicho un poco más arriba que no somos buenos en eso de medir objetivamente sin caer en el juicio subjetivo, pero es lo que hay. No somos una maquinaria tan perfecta como creemos y de ahí la importancia de la inteligencia emocional.
Muchas gracias por pasarte.
Un saludo.
Hola Germán:
ResponderEliminarAl leer tu comentario no he podido reprimir una sonrisa porque me he acordado de un jefe mío que cuando le recriminaban que aplicaba sus prejuicios (positivos o negativos) a troche y moche siempre concluía "ya sabes como somos los españoles. Nos gustan las rubias pero nos casamos con las morenas". Majo chico.
Muchas gracias por tu aportación y un abrazo.
Hola Myr:
ResponderEliminarComo profesional, ya sabes que lo que pretende la inteligencia emocional es precisamente eso que apuntas, ensanchar la mente para entender cómo operamos, cómo operan los demás y cómo gestionar esa diversidad de enfoques. Y me temo que unos y otros tenemos una ardua tarea por delante. Seguro que no nos falta el trabajo.
Muchas gracias a ti. Un abrazo.
Hola Belkis:
ResponderEliminarLuchar contra el uso del prejuicio por defecto debería ser una de las tareas principales de la educación. El problema es que está tan asociado a los paradigmas del biberón que a ver quién es capaz de elevarse por encima de unos y otros. En esto soy realista y me conformo con que las personas se planteen un objetivo modesto, digamos que con que mejoren un 10% ya me considero satisfecho.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Hola Erik:
ResponderEliminarMe encanta tu sinceridad porque muchísima gente piensa como tú. Opinar vale, pero juzgar que juzguen otros. Dices "mejor no tener la vara de medir" pero eso no impide que midamos ¿verdad?. Uno no puede optar por la abstención más que en casos determinados porque lo contrario hace que pasemos por la vida pero a costa de que la vida no pase por nosotros y ese es un precio demasiado alto ¿no te parece?
Si tenemos ojos, boca y oídos es para usarlos pero con prudencia y no alegremente, en eso estoy de acuerdo contigo.
Muchas gracias por decir lo que piensan muchos pero no se atreven a decirlo.
Un abrazo.
Hola de nuevo Antígona:
ResponderEliminarPues yo creo que sí viene a cuento. Ser leales no significa ser sumisos. La lealtad, a mi modo de ver, significa llamar las cosas por su nombre (lo contrario que sucede con los prejuicios) máxime cuando la lealtad empieza por la que uno se debe a sí mismo.
Muchas gracias por enriquecernos con esta nueva aportación.
Saludos.
Hola María:
ResponderEliminarCoincido plenamente en eso que dices que no somos especialmente buenos en eso de no aplicar prejuicios aunque eso también tiene su parte buena. Si no, sólo unos cuantos encontrarían pareja y el resto nos quedaríamos para vestir santos jeje. El efecto Pigmalión juega en favor de la perpetuación de la especie, cosa que no sucede con la mayor parte de los animales cuyo criterio de selección es básicamente objetivo.
En las empresas, como no se trata de aparearse (al menos en principio), las cosas se quedan en eso de la "dirección por excepción" de la que tan buenos ejemplos has aportado en tu comentario.
Bien pensado, me corrijo a mí mismo, sí que va de aparear pero destinos, no vidas. Uno liga su destino (o se lo ligan) en función de prejuicios. Si lees el comentario de Gabiprog es un ejemplo de ello y el contrario el que ahora aporto. Cuando cesan a alguien es muy frecuente que su camarilla también caiga en desgracia, aunque rápidamente se cambien afectos y se juren nuevas lealtades. Si es que la vida en la empresa no está tan alejada de la vida en la selva, no te creas.
Muchas gracias por tu reflexión tan rica en ejemplos y matices como siempre.
Un beso.
¿ Que dilema ?
ResponderEliminarTenemos mucho que reflexionar.
Leo, con atención todo, lo que se dice.
Un beso.
Hola,
ResponderEliminarPre-juicio = lo que ocurre antes de un juicio.
Lo que me parece es que mucha gente tiene/tenemos juzgadas a las personas por lo que aparentan y no por lo que son. La causa obvia es falta de informacion a mi entender. Son contrario a las etiquetas e intento aplicarlo.
Un saludo.
Como decía Einstein: "Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio". Creo que esa frase concentra sabiamente la esencia de este post, un post, como siempre, cargado de mucha verdad por parte de quien lo escribe, un avezado observador de la naturaleza humana. ;)
ResponderEliminarUna entrada muy interesante, la verdad. Es cierto, juzgamos siempre de forma subjetiva y no nos damos cuenta de que de alguna forma nos juzgamos a nosotros mismos porque no somos justos a la hora de juzgar (valgan las redundancias que utilizo, pero que sé que tú me entiendes, Josep).
ResponderEliminarBesos
Hola África:
ResponderEliminarQue reflexiones sobre lo que escribo y lo que se comenta es un alto honor para mí. Me gusta saber que andas por aquí.
Un abrazo.
Hola Quique:
ResponderEliminarNo sé si es tanto un problema de falta de información como de pereza a la hora de analizarla pero ya sabes, esto es como en el Oeste, primero se dispara y luego se pregunta.
Y además, cuesta cambiar una primera opinión "tan sólidamente labrada".
Muchas gracias por tu comentario.
Un saludo.
Hola Domingo:
ResponderEliminarPues si lo dijo Einstein, que era mucho más listo que nosotros, debe ser verdad ¿no?
Ay, Señor, Dios da turrón a quien no tiene muelas y así nos va.
Muchas gracias por aportar la cita y por todo lo demás.
Un abrazo.
Hola Ginebra:
ResponderEliminarSí, creo que te he pillado el tranquillo jeje.
Bueno, hay una cosa de la que apuntas que me ha dado que pensar y es el hecho de que la misma contundencia con que nos juzgamos a nosotros mismos la empleamos a veces para juzgar a los demás. Así, las personas autocomplacientes tienden a serlo con los otros y las muy exigentes pues lo mismo con lo cual estos últimos más que haciendo juicios acaban haciéndolos sumarísimos. Resultado: muy pocos aprueban.
A veces digo medio en broma y medio en serio que sacar un 5 con alguno de los que conozco, equivale a sacar un 9 con otros que también conozco.
Bueno, si al menos nos juzgamos a nosotros como juzgamos a los demás, ni tan mal. Conozco batantes combinaciones que dan peores resultados.
Un beso.
Poco que añadir. Es cierto, la objetividad es muy complicada y además en casi todos los sujetos puede ser o estar influenciada por el momento, personal, el momento de amistad o enemistad y otros muchos condicionamientos. Las productividades y su distribución es una de las muestras más claras de que nunca "llueve al gusto de todos".en cuanto a la opinión de los amigos o no tan amigos, o la pareja, o los hijos, nunca es tal y como uno mismo espera. ¿Por qué nos vemos de una manera y los otros nos reciben de otra?.
ResponderEliminar¿Por qué será que siempre que vengo a este blog hablo en demasía?
Un beso
¡Ah, los prejuicios! Cuánto mejor nos iría en la vida si careciésemos de ellos, Josep. Tener la mente limpia como la de un niño, viendo las cosas tal y como son, sin perjuicios ni condicionamientos de ningún tipo. Qué bien estaríamos sin prejuicios... y con veinte años menos.
ResponderEliminarLos prejuicios son como las mermeladas, las hay de muchos sabores, pero en el fondo son todas lo mismo... mermeladas.
ResponderEliminar¿A dónde quiero ir?, tan malo es beneficiar como perjudicar a alguien por algo concreto; si para compensar la discriminación de la mujer, le diéramos todos los puestos a mujeres, sería resolver una injustícia con otra.
Que cada uno logre sus metas por sus méritos y capacidades; sin cuotas, ni discriminaciones "positivas" o "negativas".
Un abrazo
Hola Camy:
ResponderEliminarNo creo que hables en demasía, de verdad. Tu comentario pasa por uno de los ejes centrales de la inteligencia emocional que es cómo me percibo yo y cómo me perciben los demás. Esa es la causa de la aplicación de subjetividades y prejuicios y como he dicho muchas veces, está en la naturaleza humana.
La mayor parte de los problemas nacen de uno mismo en su proyección exterior adoptando lo que se denominan roles sociales. Cuántas veces nos hemos dicho a nosotros mismos "si yo dijera lo que pienso". El rol social es un arma de protección y de adaptación al medio que nos rodea cuya finalidad es hacernos más tolerables pero claro, a costa de dejar de ser nosotros mismos. No somos sinceros, porque cuando lo somos nos creamos muchos problemas.
La otra parte del problema es de los demás, claro. Proyectamos hacia el otro lo que vemos y sobre todo, lo que no vemos de él, elaborando hipótesis arriesgadas y en muchos casos equivocados, pero no toda la culpa es nuestra porque a su vez, los otros también adoptan roles.
Hay un ejercicio de observación que constata esto. Cuando dos personas hablamos, un porcentaje muy alto de respuesta a lo que uno dice, tanto en lenguaje verbal como no verbal es de asentimiento cuando estadísticamente es imposible que estemos de acuerdo con el otro en un porcentaja tan alto o sin necesidad de matices. Aquí tienes una prueba palpable de cómo nos comportamos socialmente.
Todo esto no quiere decir que no podamos actuar de otra forma porque existen métodos para "penetrar" la coraza de un rol social, pero no es este el lugar para exponerlos, claro está.
Ves, yo también me he enrollado mucho pero espero haberte dado algo de luz.
Muchas gracias por tus comentarios y espero vover verte pronto por aquí.
Un beso.
Hola Fernando:
ResponderEliminarLos niños tienen muchas ventajas respecto a nosotros y aparte de la edad y la ausencia de toxinas alimentarias, lo que sobre todo tienen es una mente limpia sobre la que padres, abuelos, hermanos, educadores, medios sociales, psicólogos, etc. no hacen más que escribir con renglones torcidos.
Los adultos, bastante trabajo tenemos con enderezar alguno de estos surcos profundos.
Un abrazo.
Hola J. Carlos:
ResponderEliminarDifícil empeño este que nos propones. Al hilo de tu comentario quisiera decir que cuando uno observa las medidas que se toman para corregir desigualdades e imjusticias (podríamos decir prejuicios) se cometen otros en sentido contrario, lo cual demuestra algo muy interesante y es que cuando se destruye un paradigma se crea otro en sentido contrario de la misma intensidad. Está mal que se maltrate a los niños pero si la consecuencia es que no se puede darle un cachete porque te retiran la custodia, ahí hemos creado otro problema.
Un saludo.
Hola Josep :), estás como tu quieres ;)
ResponderEliminarehhh..si ..el pos.
Qué malo que eres !!!
y eres bueno en eso !!!
Lola Cienfuegos