Voy a hablar sobre la felicidad. Bonito tema, sin duda. Como sostiene el admirado Punset, la felicidad es una sensación que comienza a vivirse antes de su llegada y que siempre acaba decepcionando porque era más intensa y duradera en la fase de espera y además es más corta que cuando ésta llega. Es un problema de gestión de expectativas, supongo.
La felicidad es un suceso esporádico y agudo. En eso no se distingue de un dolor de muelas o de un cólico nefrítico pero dura mucho menos. No es un sentimiento abusón, cosa que se agradece. Logra ponernos en guardia, tensarnos como la cuerda de un arco, parar el tiempo, y como todo eso no solemos asociarlo a nada bueno, pues ya vemos que también tiene algo de sadomasoquista.
Es disruptiva, eso sí, porque casi siempre viene a ocupar un espacio o un tiempo no previsto o descartado. La felicidad es cosa buena, supongo, aunque me resisto a creer que para todos signifique lo mismo.
Por ejemplo, hace unas pocas semanas concluyó una liga inacabable, tanto que muchos jugadores habrán dormido a pierna suelta desde entonces sin la obligación de asistir al campo de entrenamiento. Claro que estamos en puertas de iniciarse el campeonato del mundo y la felicidad para los seleccionados será justo lo contrario, seguir machacándose un mes más sin notar prácticamente el cansancio en sus piernas por el sobresfuerzo. El fútbol es así, si gusta genera un estado de excitación tanto en los que juegan como en los que lo contemplan que tiene como único objetivo la búsqueda de la felicidad a costa de la infelicidad de los rivales. En eso no se parece a demasiadas cosas de la vida pero sí a algunas: la obtención de un contrato, una novia disputada, ganar el premio de la lotería o las quinielas. Vaya, parece que no son tan pocas cosas pero ¿qué tienen en común?: lo extraordinario.
Decía un viejo profesor de matemáticas que para él siempre fue difícil recordar los momentos de felicidad, entendiendo como tales algunos sucesos que le provocaran sensación de plenitud. Quizá por eso siempre se mostraba taciturno, porque vivía en un mundo predecible en el que la explicación de un teorema no pasaba de ser consecuencia de la aplicación de la lógica y lo lógico siempre es previsible y si no es previsible no por ello deja de ser lógico. Una vez vinieron a importunarle con una invitación que rechazó porque tenía trabajo que resolver y se llevó dos disgustos: no haber sido capaz de romper su monotonía y al mismo tiempo saber que tampoco esta vez resolvería el reto matemático que se había planteado. A las pocas horas llamó por teléfono para ver si todavía se podía incorporar a la fiesta. ¿Es que has terminado con tu trabajo? No, pero es que no me resisto a vivir algo que escapa de la rutina. Y en esa fiesta conoció a la que luego sería su esposa con la que fue feliz toda su vida.
La felicidad no es un sentimiento puro porque según la inteligencia emocional contiene una serie de ingredientes, alguno de ellos realmente sorprendente, entre los que encontramos: agrado (en grandes dosis, de acuerdo) pero también atención, certeza, control personal, esfuerzo y control de la situación en distintas proporciones que, en principio, no parecen demasiado placenteros pero son igualmente necesarios para que se destile la felicidad.
Quizá por eso hay personas que tienen mucho miedo a ser felices. No me extraña demasiado, la verdad. De entrada, todos los que no tienen ni un ápice masoquista, los epicúreos, que entienden la felicidad como la ausencia del dolor, pero eso no es precisamente ser feliz, los realistas, que podrían ser felices pero son incapaces de abandonarse a su experimentación porque siempre hay algo que viene a aguar la fiesta. Ya quedan menos. Los amargados, por motivos obvios; los enfermos, porque tienen otras carencias más urgente que la de ser felices; los moralistas, porque a éstos les interesa más lo que no conviene que lo que conviene; los que se flagelan, porque éstos encuentran la felicidad en la vida eterna; los…
No, si va a resultar que al final los únicos que son felices son los niños y los enajenados. Tendrá razón Punset cuando dice que la búsqueda la felicidad es lo más parecido a la felicidad porque, por lo que parece, ser felices sólo está al alcance de unos pocos y si encima no dura nada… ir por ir es tontería.
Que seáis felices... si se puede.
Hola Josep, pues yo creo que es desde mi pesimismo, que utilizo de trampolín, para ir en busca de……
ResponderEliminarAunque la gente que me conoce un poquito piensa que soy optimista, pero siempre en busca de……
“A ser felices es una orden” (como si fuera tan fácil)
Un beso
BONITA REFLEXIÓN JOSEP
ResponderEliminarComo bien sabes, soy buscador empedernido de la FELICIDAD y estoy de cauerdo en que quizás en eso consista la felicidad, una actitud de vida y también una estrategia para encontrar cierto sentido a una aventura que, en ocasiones, desconcierta.
Un abrazo
Hola Josep:
ResponderEliminarEstoy contigo, y con Punset, en que la felicidad se encuentra, en mayor medida, en el camino hacia la meta, más que en la meta misma.
Si se trata de objetivos "básicos", la ausencia de sufrimiento puede ser causa de auténtica felicidad. Pregúntale a un hambriento si el plato de cereal que le ofreces le provoca felicidad o si le mengua el sufrimiento. ¿Habrá diferencia en su respuesta?.
Cubiertas las necesidades básicas, ¿cuál es la causa más corriente de infelicidad? La comparación con el vecino, con el otro, con otros momentos o circunstancias.
Perder un partido, cuando el otro lo gana; quedarte con tres palmos de narices, cuando ella lo ha preferido a él; no ganar la lotería cuando aquél vive derrochando dinero, lujos, coches caros y no da palo al agua.
Si nuestra felicidad la tenemos que medir a razón de las "cosas" que obtenemos ¡qué pobres, ¿no?.
La felicidad es, para mi, tener libertad para caminar sin que las circunstancias sean lastres que me impidan disfrutar del camino.
Nunca un bocata de sardinas en lata y tomates supuso mejor bocado que aquel que te zampaste tras caminar varios kms. en un día de excursión. ¿Felicidad? y ¿por qué no? No todo va a ser caviar en esta vida.
Besos, Josep.
Tengo una hija de 8 años y un chavalin de 2. Cuando veo al niño reirse más de una vez he pensado que eso era lo más cercano a la felicidad completa.
ResponderEliminarDe cualquier forma siempre he tratado de ir por la vida con un 'estoy bien'... Mejor una buena aptitud porque la felicidad es algo que no se gana en la loteria.
Un abrazo.
La felicidad puede ser ese equilibrio que procuramos mantener cada día entre lo que pensamos y sentimos..
ResponderEliminarA veces se nubla el sol,pero sentimos una brisa,que es una verdadera caricia..!
O por el contrario se inicia una tormenta con un viento insoportable,pero sentimos la emoción de presenciar ese momento en que ruge el cielo soltando el chaparrón..!
Yo diría que "la felicidad" o "arte de vivir"depende del enfoque e interpretación de las circunstancias y ello depende,naturalmente de los conocimientos y experiencias que tengamos.
Mi felicitación por el tema y mi abrazo inmenso de letras cálidas.
M.Jesús
P.D: Me gustaría que vieras mi poema, te va a recordar algún tema tuyo, relacionado con la "causalidad.."
Hola Josep:
ResponderEliminarLa felicidad es una actitud, pero sobre todo un estado de ánimo. Eso si, fugaz y a menudo caprichoso porque al final no se sabe si la encuentars o te encuentra.
Un abrazo
Hola África:
ResponderEliminarIr en búsqueda de la felicidad, lo mismo que el viaje a Itaca es mucho más enriquecedor que llegar a la meta porque, como ya hemos señalado y seguramente tú habrás experimentado, una vez alcanzada nos damos cuenta de que tampoco es exactamente lo que esperábamos. O sea que como dices, "en busca de" forever.
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
Hola JLMON:
ResponderEliminarQué te voy a contar al respecto. No sé si seré feliz pero lo que no me quita nadie es la actitud de buscarla en casi cada cosa que hago. No es fácil, nadie lo ha dicho, pero...
Un abrazo.
¡ Hola Josep !
ResponderEliminarTema eterno. Da la casualidad que acabo de dedicarle varias entradas en mi blog, por si te animas. Algunas pistas exploro de forma creo que menos habitual :)
Hola María:
ResponderEliminarNo das puntada sin hilo y aquí lo has vuelto a hacer. ¿Qué es la felicidad? Depende en que estadio de la de pirámide de Maslow se encuentre uno. Si está muy abajo, equivaldrá a un plato de comida porque como bien dices, esa felicidad supondrá la eliminación de un sufrimiento, si está mucho más arriba, supongamos que en el último peldaño, el de la realización personal, la cosa cambia mucho. Tanto, que seguramente nadie alcanza nunca a ser feliz porque se cumple el axioma de que a menos necesidades, más exigentes nos volvemos, así que tu análisis, como siempre, es muy acertado.
Lo del ejemplo del bocata no deja de ser una vuelta a Maslow. En esos instantes de cansancio, lo único que nos hace felices es el premio del descanso, el bocata y un buen trago de agua fresca de nuestra cantimplora, sí, esa que luego se muere de risa en un estante de nuestro trastero (el que lo tenga).
Muchas gracias por tu comentario. Un beso.
Hola Gabi:
ResponderEliminarTu niño vive una felicidad completa que, conforme crezca, nunca más volverá a experimentar porque es una condición de la infancia, no tener que preocuparse casi de nada más que de ser feliz. Luego aparecen condiciones, limitaciones del uso e incluso del acceso a la felicidad, cosa que sabemos perfectamente los adultos.
Como dices, ir por la vida con un "estoy bien" es tan buena actitud como buen sucedáneo de la felicidad pero estaremos de acuerdo en que no es lo mismo.
Nada, consuélate pensando que somos muchos los que estamos en este camino cuyo premio está, como en las maratones populares, no en ganar sino en acabar la carrera con algo de carbohidratos que consumir.
Muchas gracias y un abrazo.
Hola María Jesús:
ResponderEliminarMe quedo con eso que dices, la felicidad depende del "enfoque e interpretación de las circunstancias". No es una mala definición, ni mucho menos.
El amigo Punset, al que admiro pero que es tan dado a buscarle explicaciones neurocientificas a todas las cosas, ha descrito muy bien la definición de la felicidad, de sus etapas y procesos, para concluir que, en efecto, pone más la antesala que la felicidad propiamente dicha.
Esto se ve en los orgasmos, se persiguen, se trabajan, se anhelan, nos colman cuando llegan, pero duran poco y al cabo de pocos minutos volvemos a nuestros quehaceres como si nada.
Quizá ese sea el secreto de ser feliz. Estar a la espera, al acecho y sentir cómo la adrenalina nos moviliza, que no es poco.
Muchas gracias por tus palabras. Acabo de estar por tu casa.
Un beso.
Hola Fernando:
ResponderEliminarEso es. Como dices, a veces no sabemos si la encontramos o nos encuentra porque esto no es como que te toque la lotería de navidad. Por lo menos ahí tienes que comprar un décimo y en esto no está tan claro.
Fíjate, llevo tres días esperando recibir el abono de unas facturas y estoy ansioso de que lleguen pero estoy seguro que a los cinco minutos ya estaré pensando en otra cosa. Distinto es que hubiera hecho la consulta al banco y me hubieran abonado alguna de las facturas que mi balance dice "incobrables", eso ya sería otra cosa jeje.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Hola jd roman:
ResponderEliminarAhora mismo me doy un salto. Gracias por pasar.
Un abrazo.
¡ Hola de nuevo !
ResponderEliminarAcabo de dedicarte una entrada, aprovechando la excusa de Vanuatu :)))
Un abrazo :)
Hola otra vez, Josep:
ResponderEliminarPara ser sincera, "conocí" a Maslow y su pirámide a raíz de algún post tuyo, por tanto, recientemente. Nada especial, hay millones de personas en el mundo que no le conocen y, aún así, sonríen o lloran.
En cambio, aún guardo unos de esos libros que en clase de filosofía nos pedían leer: "La conquista de la felicidad" de Bertrand Russell.
He ido directamente a él, al llegar a casa, y subrayado a lápiz (antes lo hacíamos así) encuentro este final de libro:
"El hombre feliz es el que no siente el fracaso de unidad alguna, aquel cuya personalidad no se escinde contra si mismo ni se alza contra el mundo. El que se siente ciudadano del universo y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda, impávido ante la muerte, porque no se cree separado de los que vienen en pos de él. En esta unión profunda e institntiva con la corriente de la vida se halla la dicha verdadera."
Dice en su prólogo: "Todo el mérito que atribuyo a las recetas que ofrezco al lector, consiste en que están confirmadas por mi propia observación y experiencia y en que han aumentado mi propia felicidad siempre que he procedido de acuerdo con ellas".
Russell publicó este libro en 1930, a sus 58 años. Aún le restaron otros 40 años más para ponerlo en práctica.
A mis 17 años de entonces, en un mes de Mayo de sol resplandeciente y una tarde de playa, creo que me dejé algunas cosas por subrayar.
Volveré a ponerlo en mi mesita de noche, como "lectura pendiente".
Gracias, Josep por haberlo "devuelto" a mis manos con este post tuyo.
Besos.
Para mi la felicidad podría asemejarse al momento cuando le ganemos a los españoles en el Mundial jajaj.
ResponderEliminarPersonalmente me ha hecho feliz el leer esta entrada. Las referencias tan claras y sensatas de Punset.
ResponderEliminarHoy, en estos momentos, siento una calma interna, qué no sé ni busco el porqué, y mira, me siento feliz.
añado: toda la vida en un estado apacible, estoy segura de que no me daría felicidad.
Son momentos, situaciones, sensaciones.
Un beso
Una entrada muy bonita, Josep, lo mismo que los comentarios tan sabios y sensibles que me anteceden. Me ha gustado mucho la cita de Bertrand Russell que incorpora Maria y también el poema de María Jesús. Para mí la felicidad tiene sobre todo ese componente de plenitud que mencionas. No lo veo tanto como algo extraordinario, sino más bien como el poso que van dejando las pequeñas ( y a veces grandes) cosas de cada día: sensaciones, retos, experiencias, encuentros ... algo absolutamente cotidiano y por ello un proyecto al alcance de todos
ResponderEliminarHola de nuevo jd roman:
ResponderEliminarMuchas gracias por el detalle. Animo a todo el mundo a que se dé una vuelta por tu blog y que conste, no sólo por el post sobre Vanuatu.
Gracias por el detalle. Un abrazo.
Hola de nuevo María:
ResponderEliminarMe alegro un montón de ese reencuentro inesperado con Russell, al tiempo que me alegra saber que también compartimos la afición de subrayar los pasajes que nos gustan de los libros que leemos aunque hay quien sostenga que lo que hay que hacer es escribir en los márgenes las sensaciones o los aprendizajes que obtenemos de esos pasajes. A mí me parece que una cosa no quita otra.
Russell, además, es uno de esos filósofos modernos con los que a uno no le cuesta nada identificarse y por eso son atractivos. Lo mismo sucede con algunos autores literarios, Marguerite Yourcenar especialmente, con los que uno se encuentra embarcado sin quererlo en la vivencia de sus propias vivencias que enseguida consideramos nuestras.
Las dos citas que nos propones son lindas pero sobre todo evocadoras. Quién no podría reflexionar sobre ellas que es en definitiva lo que se espera de la filosofía explicada a un bachiller que no deja nunca de serlo (digo esto como halago).
Seguro que de ese reecuentro surgirán nuevas líneas subrayadas que, en tus manos, alcanzarán la altura de enseñanzas para ti y para todos los que te rodean.
No sabes como agradezco esta segunda visita tuya.
Un abrazo. Y buena lectura.
Hola José Luis:
ResponderEliminarVes, deseas tu felicidad en contra de la mía. Gracias por prestarte como botón de muestra ;-)
Hola Camy:
ResponderEliminarCoincido contigo en que toda una vida apacible no da la felicidad sino un aburrimiento monumental, pero discrepo un poco en lo que la paz interior sea lo mismo que la felicidad. La felicidad es un sentimiento intenso (en su propia definición)excepto para aquellos que mantienen que la felicidad es la ausencia de dolor. Estar bien no es ser feliz, sólo comparten un estado placentero, pero respeto mucho lo que dices, aunque en esta ocasión no esté plenamente de acuerdo ;-)
Un abrazo.
Hola Astrid:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras y coincido contigo en cuanto a la calidad de las aportaciones de los comentaristas tú incluida que, como siempre digo, son lo mejor de esta casa.
Respecto al tuyo, hay una idea que me parece muy sugestiva cuando mencionas que los momentos de felicidad producen poso porque es cierto y además, de la misma forma que podemos recordar un olor también podemos rememorar los posos de felicidad, así que se acaba convirtiendo en recurrente. Personalmente, quizá por escasez de nuevos momentos de felicidad intensa (insisto en esto de "momentos") tiro mucho de esos posos que mencionas. Ahora mismo, mientras escribo esto, estoy rememorando algunos.
Muchas gracias por tu aportación.
Un abrazo.
Este gran artículo me ha recordado mucho un titular que leí ayer de casualidad, en una revista farmacéutica. La frase es de la cantante Concha Buika, y decía algo así: "Estamos en la vida no para sufrirla, sino para experimentarla". Aunque yo me quedo con lo que dejó para la posteridad en su Kybalión el tres veces grande Hermes Trimegisto. Según él, estamos en esta vida para tres cosas:
ResponderEliminar- APRENDER
- SER FELICES
- DAR LO MEJOR DE NOSOTROS MISMOS A LOS DEMÁS
Si intentamos aprender cosas nuevas cada día, evitando estancarnos; si hacemos cosas que nos hacen felices porque las queremos; y si además esas cosas nos sirven para ayudar a los demás, podremos decir que nuestro paso por la tierra habrá merecido la pena. Incluso aunque España no gane el Mundial.
Hola Josep:
ResponderEliminarEfectivamente, como se dice por ahí, es una actitud, concretamente la de ver la botella medio llena todos los días (sin excepción).
Vamos, es como lo veo yo, que al fin y al cabo es el que trata de ser feliz.
Un abrazo.
Yo soy de los típicos que buscan la felicidad y cuando la encuentran no la saborean como sería deseable porque siempre pienso que algo malo viene detrás, por mor de una especie de ley de la compensación no escrita. La felicidad da vértigo, porque sientes que has de protegerla y defenderla constantemente, y resulta agotador. Cuando no tienes nada que perder, sin embargo, te relajas de algún modo. No sé, es difícil de explicar, pero más de uno, por no decir todos, sabéis a lo que me refiero.
ResponderEliminarHola Fernando:
ResponderEliminarMe ha gustado la evocación a Hermes Trimegisto por infrecuente. La hermenéutica es una ciencia a la que no todo el mundo está dispuesto a acceder y se agradece el detalle.
Esa felicidad que describes y utilizando términos médicos y farmacéuticos vendría a ser como una especie de "felicidad crónica" en contraposición a la "felicidad aguda" en la que yo me centraba.
Completamente de acuerdo en ese concepto que propones y que había dejado orillado en mi artículo más a posta que por olvido. No obstante, la felicidad a largo plazo requiere de un rearme potentísimo y constante, algo a lo que la inmediatez en la que vivimos no suele invitar. Se diría que todo tiene que ser "agudo" y que lo demás no nos hace vibrar. Las contradicciones del ser humano alcanzan hasta a su fin último, que es ser feliz y por eso nos sigue haciendo falta filósofos, neurociéntíficos y hasta el Circ du Soleil para explicarnos para qué puñetas estamos aquí, aunque como dices, España no gane el mundial.
Buena reflexión la tuya, como no podía ser menos.
Un abrazo.
Hola Javier:
ResponderEliminarDe tu comentario se extrae que el mismo concepto de felicidad es de diseño y ajuste personal. Tu invocas el optimismo como forma de ser feliz, de ver las cosas buenas, etc. y oye, es un punto de vista tan válido como los demás.
Por mi parte, disiento un poco en esto. Como le decía a Gabi sentirse bien no es lo mismo que ser feliz, de la misma forma que ser optimista tampoco lo es, pero insisto en que cada cual se hace la barca según los leños de que dispone y más le gustan.
Muchas gracias por tu comentario, que se agradece, como siempre.
Un abrazo.
Hola Domingo:
ResponderEliminarClaro que se te entiende. Perfectamente. Es eso de que poco dura la alegría en casa del pobre. Debido a lo de la ley del péndulo que también comparto o a lo que sea, hay que entender que la felicidad, como le decía a Fernando Solera, la hay crónica y aguda. Una es larga y de menor intensidad, otra corta pero de pico de aguja como dirían los que creen en que la felicidad son "momentos".
La experiencia demuestra que, conforme crecemos, cedemos porcentajes enormes de ocasiones de ser felices porque es cierto que para ser feliz hay dos cosas que deben estar bajo mínimos: el descreimiento y la pérdida de inocencia. Ambas crecen con los años, así que con el tiempo nos cuesta más identificar situaciones provocadoras de felicidad y quizá por eso, cuando a pesar de todo llegan, las vivimos como anguilas que se escurren entre los dedos.
Entiendo lo que dices e incluso lo comparto.
Muchas gracias y un abrazo.
ES que "La Felicidad" como concepto parace algo muy grande e indefinido.
ResponderEliminarA mi me gusta pensar en que la felicidad se compone de la suma de pequeñas cosas, así la suma de las cerámicas pequeñas con las que se construye un templo Hindú.
Un abrazo
asi COMO la suma de, dice . Vale
ResponderEliminarHola Myriam:
ResponderEliminarTodo lo que actuamos es como pequeñas piezas de un mosáico, la felicidad también, claro.Lo que pasa es que defiendo que conformado por instantes intensos y cortos porque de otra forma, igual ni los valorábamos.
un beso.