El lenguaje, que conforma los límites de toda expresión de la inteligencia, nunca es neutral. Por ello conviene saber qué se esconde detrás. Es muy frecuente que cuando cuento algo o me posiciono ante alguna cosa lo haga agazapado tras fórmulas lingüísticas del estilo de: algunos, muchos, hay quien cree, se dice…, etc. Todas ellas pensadas para diluir mi posicionamiento, mis juicios o mis creencias. Porque a pesar de que sólo me represento a mí mismo, no es lo mismo tomar partido que hablar como si otros fueran los que lo fijan y me limitara a ser un cronista de terceros.
Involucrar a otros es una forma de excluirme, de decir que eso no va conmigo, que no me afecta o que no me siento representado o afectado. El yo es más comprometido porque nunca puede ser inocente ni víctima, sino dueño y responsable de sus acciones u omisiones.
Los hechos pueden ser narrados a tres niveles:
1. Les pasa o lo piensan otros y yo lo describo
2. Nos pasa o lo pensamos nosotros y yo me erijo en portavoz
3. Me pasa o lo pienso yo y lo cuento
Hay una amplia diferencia entre adoptar cualquiera de las tres posiciones. En el periodismo, la primera correspondería a un cronista, la segunda a un editorial y la tercera a un artículo de opinión. Pero son tres actitudes completamente distintas que esconden intenciones distintas y que sabemos identificar.
En el correlato discursivo no está tan claro y se tiende a utilizar la del cronista. En primer lugar porque si alejo de mí lo que cuento, el juicio valorativo se aplica sobre alguien que no soy yo y por tanto no me afecta. No me critican a mí, no va conmigo, no soy yo el objeto de la valoración. Eso tiene que ver con el hecho de que no deseo ser culpable, ni siquiera de mis puntos de vista. Conocí a alguien que cuando decía lo que pensaba y le tildaban de anticuado siempre respondía lo mismo: bueno, eso fue lo que nos enseñaron. Como si ese “nos enseñaron” le exonerase de cualquier responsabilidad y además pretendía incluirnos a los demás puesto que nos enseñaron cosas parecidas.
Cuando alguien hace un juicio sobre mí, digamos del que no hay escapatoria posible, actúan los mismos mecanismos. Trato por todos los medios de ser inocente y si por alguna razón eso es imposible, procuro aparecer como víctima. Sí, eso lo hice así, pero (empiezo a buscar atenuantes) fue por estas causas que no dependían de mí. Si por mí fuera lo habría hecho bien, pero me vi obligado por las circunstancias, la ineptitud de otros, etc. Si los otros hubieran hecho su parte yo hubiera cumplido. Ergo soy inocente del todo. A mí que me registren.
Que cada cual asuma su responsabilidad es un ejercicio sumamente difícil. Lo mismo cuando salgo mal parado que cuando no. Si me felicitan por algo que hice, inmediatamente se espera que diga: bueno, no lo hice solo. Mis compañeros me ayudaron, sin ellos no hubiera sido posible. Si no lo hiciera así podría pasar por vanidoso ¿verdad?
En esta parte del mundo, esas son claves culturales fortísimamente impregnadas en nuestro ADN. Malformaciones que van mucho más allá del estilo narrativo porque afectan a nuestra supervivencia, en este caso, del ego. Tenemos tantos problemas con nuestro ego porque no sabemos gestionarlo. Ni bien ni mal, es que no sabemos porque no nos han educado para ello.
Los escritores de novelas son casos paradigmáticos. Escriben en primera o tercera persona, casi nunca en segunda. Pero refiriéndose a historias ficticias que, no obstante, casi siempre contienen alguna experiencia o aprendizaje del autor aunque esa parte autobiográfica casi nunca sea reconocida.
Ocurre que la mayor parte de nosotros no escribimos novelas pero nos comportamos como novelistas. Contamos las historias de otros, en tercera persona, pero en realidad estamos hablando de nosotros mismos. Duele menos. Aunque se nos vea el plumero. Parece que nos resistamos conjugar la primera persona del presente de indicativo porque compromete demasiado. Veis, en este último párrafo me he delatado.
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Hace 1 año
Robert de Niro en el papel de Paul Vitti,mafioso de Nueva York, es un espectáculo; Billy Cristal como psiquiatra, delirante; Josep Julián escribiendo a primera hora de la mañana, imprescindible.
ResponderEliminarGracias por tu atinada elocuencia.
ASV
Muy buen post Josep, me parece interesante, tendré que empezar a analizar mi manera de escribir en el blog ;-)
ResponderEliminarMe parece excelente esto de que conjuguemos la primera persona del presente de indicativo y la película que nos traes.... también.
ResponderEliminarBesos
Interesante. A esta primera hora de la mañana ha sido un poco un revulsivo para gestionar y saber en dónde está mi propio yo.Sin duda mucha artificialidad en nuestro comportamiento está marcado en nuestro ADN y más por la educación y ambiente en donde uno se mueve, después, digo después, porque es de tus últimos párrafos, está lo que escribimos, sin ser escritores de novelas, para nosotros y para todos, en los que, a pesar de nunca escribir en primera persona, retazos de nuestras vivencias se escapan. ¡el plumero! se nos ve el plumero. A veces.Añado, más que nuestra propia vida, novelamos historias de retazos de la vida de los demás, de pequeños destellos de un segundo, de un sentimiento y alguna sensación o...necesidad.
ResponderEliminar¿No es un Magritte,verdad?
Un beso
Bajo un Nick podemos... (se me escapo) puedo escribir en primera persona, aunque algunos de nuestros lectores sepan quienes somos.
ResponderEliminarEn mi caso por las conexiones en internet.. facebook... ya soy facilmente identificado... glubbb ¿?, solo me queda ya presentarme realmente, y tomar por todas, mi responsabilidad sobre lo que voy poniendo en el blog.
Erlik Khan.
Ah! Josep!
ResponderEliminarCuanta verdad!
Nos amparamos en la tribu por aquello de por si acaso aunque también es una estrategia para confabular, conjurar, buscar complicidades o, al menos, por ahí voy yo.
Cuidate
Yo creo que en el fondo siempre hablamos de nosotros mismos. El lenguaje nos delata muchísimo, como muy bien acabas de demostrar, Josep. Y, efectivamente, todos llevamos un novelista en nuestro interior, o al menos un cuentista. De hecho quizá sea bueno, porque si nos tomáramos la realidad demasiado en serio, como si fuera un telediario, seguramente no merecería la pena estar aquí.
ResponderEliminarHola Alfonso:
ResponderEliminarAnte todo, es un placer volver a verte por aquí. Se te echaba de menos. Muchas gracias por el comentario, que se agradece especialmente viniendo de ti.
Un abrazo.
Hola Duncan de Gross:
ResponderEliminarMe alegra mucho que por fin hayas decidido dejar huella por aquí. Gracias por tu comentario. La primera persona del plural del presente de indicativo tiene la ventaja de ser inclusiva y teniendo en cuenta que la blogosfera es heurística pura, tampoco está mal que se use.
Un abrazo y hasta cuando quieras.
Hola Myriam:
ResponderEliminarSi yo supiera la mitad que tú sobre el significado del ego me sentiría el hombre más afortunado de la tierra ;-)
Muchas gracia por pasarte. Te mando un saludo.
Hola Camy:
ResponderEliminarLa artificialidad, como dices, es una especie de sopicaldo convencional en el que nos enseñan a desenvolvernos desde edades muy tempranas en las que estamos completamente indefensos. Siempre es bueno volver a revisar cuál es nuestra postura actual sobre aquello que nos enseñaron que era así y de ninguna otra forma.
Contar cosas sobre los demás no tiene nada de malo y siempre es bueno poner como ejemplo a otros. La trampa es cuando les utilizamos como escudo de lo que nos pasa a nosotros. Quizá es que, de puertas afuera, preferimos vivir la vida de otros que la nuestra.
No, no es un Magritte, si acaso más un Modigliani que me encanta.
Muchas gracias por tu inspirador comentario. Un beso.
Hola Erlik_Khan:
ResponderEliminarSé bienvenido a tu casa. Respecto a lo que dices, no estaría de más jeje. Piensa que por mucho que se escondieran tras sus nicks, Batman, Superman y Spiderman tenían nombre y apellidos.
Muchas gracias por asomarte y espero que repitas pronto.
Saludos.
Hola JLMON:
ResponderEliminarAhí le has dado.
Un abrazo.
Hola Fernando:
ResponderEliminarLos hay que son tímidos y prefieren (o preferimos) el anonimato que ofrece el gregarismo, pero a la hora de la verdad lo que tenemos que tratar es de que la peña no tenga que adivinar continuamente si el que habla es Moreno o Rockefeller. Ya nos entendemos.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
¡claro! le falta la manzana y el color de la corbata y.. . Tengo que revisar a Modigliani.(me gusta mucho Magritte aunque pueda ser producto de una época )
ResponderEliminarGracias por tus palabras Josep Julian
Hola Josep:
ResponderEliminarYo estoy especialmente sensibilizado con los que hablan en nombre de la "multitud" indeterminada: "...Porque la gente piensa..", "... se dice que...". Bueno, lo del reflexivo es "demasiao". ¡Esto si que es hacer trampa!
Así, entre nosotros, yo suelo hablar bastante con el Comité de Empresa, ¿y a que no sabes qué lenguaje utilizan para intentar dar la impresión de que hablan en nombre de todos?
Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Josep,
ResponderEliminarUna de las razones por las que me gusta mucho Nadal es esa tremenda capacidad que tiene para analizar su propio juego, siendo tan joven. Te invito a consultar sus declaraciones en esta página.
Leyéndolas de nuevo se me ocurre que quizá el liderazgo personal tiene mucho de primera persona y el resto de sentido común.
Muchas gracias por la oportunidad de comentar y un abrazo,
Jaime
Pues en esto también debo ser un bicho raro...
ResponderEliminarLa mayoría de mis entradas escritas que no son "corta pegas" o colaboraciones, siempre se me acaban viendo las tripas...
Soy poco discreta con lo que a mi vida respecta, para lo bueno, pero también para lo malo.
Como te he dicho: bicho raro...
Un beso.
Este afán de esconderse, de no comprometerse, de exonerarse de toda responsabilidad, de camuflarse en la masa, de diluirse en una especie de culpa colectiva, es muy propia de estos tiempos y de una sociedad que se pueriliza por momentos y no asume sus responsabilidades. Eso, inevitablemente, se contagia al lenguaje. El otro, los otros, lo justifica todo, todo lo malo, claro, porque lo bueno, lo bello y lo verdadero siempre lo queremos firmar nosotros con un "YO" bien gordo, en negrita y en portada.
ResponderEliminarHola Josep:
ResponderEliminarMe gusta lo que comentas, pero yo creo que al final, se hable en primera persona del singular, del plural o nos vayamos por los cerros de ubeda, al final hablamos de nosotros, para bien y para mal como apuntaba Fernando Solera. Yo cada día debo ser más rarito, pero cada día me escondo menos en la masa y asumo que exponer, opinar y comprometerse tiene sus riegos y que tarde o temprano alguien lo aprovechara. Pero eso es otra historia.
Un abrazo
Hola Camy:
ResponderEliminarA mí también me gusta mucho Magritte. Sin embargo, lo de Modigliani era una metáfora. Me entusiasma, pero claro, no tiene nada que ver con la foto. Perdona la broma. ;-)
Hola Javier:
ResponderEliminarNo sabes como te comprendo. Creo que ya sabes que pasé mucho tiempo en un banco. Allí también se utlizaba esa fórmula. El banco dice, el banco piensa, el banco ha decidido... Y siempre para lo mismo, para dar por saco.
A mí también me ha tocado lidiar con comités y en efecto, las fórmulas colectivas y especialmente las pasivas reflejas eran presagio de "ya la tenemos liada".
Un abrazo solidario.
Hola Jaime:
ResponderEliminarFeliz reaparición. En efecto, Nadal practica un juego que sólo es individual en parte porque detrás tiene todo un equipo pero eso no quita para que siempre asuma su responsabilidad en primera persona. De hecho, eso no sólo es inusual sino que da confianza en lo que dice. Muy bien traído el tema.
Gracias a ti por asomarte y compartir. Un abrazo fuerte.
Hola Bakar:
ResponderEliminarQuienes te seguimos podemos dar fe de cuanto dices. Tú no eres de las que te escondas ni en los plurales ni el pasivas reflejas. No es que seas un bicho raro. A eso se le llama autenticidad.
Un abrazo.
Hola Domingo:
ResponderEliminarUn placer volver a tenerte entre nuestros comentaristas por lo atinado de tus aportaciones. Y en esta en concreto poco cabe añadir más allá de que estoy completamente de acuerdo.
Un abrazo.
Hola Fernando:
ResponderEliminarDesde mì punto de vista, exponerse "generativamente" es un acto de generosidad por cuanto si te expones alguien tomará de ti sin pedir permiso o lo usará en tu contra. Son gages del oficio, pero no sólo del que, por ejemplo, escribe en un blog sino sobre todo del oficio de vivir.
Como dice mi suegra "todo lo que dices te cae encima" pero ese es un riesgo que corremos. Lo dicho, es generosidad.
Un abrazo.
Pues mira, yo también he echado un vistazo a mi propio blog, porque no me había parado a pensar en qué persona me expreso cuando lo hago por escrito. Es cierto que utilizo bastante la primera persona del plural y eso me ha dado que pensar, porque nada más lejos de mi intención que erigirme en portavoz de algo o de alguien, más allá de mi misma. Quizás haya también una cierta deformación profesional, porque trabajando en el desarrollo de competencias, con grupos pequeños, creo que usar el “nosotros” es más inclusivo, potencia más mi papel de facilitadora y me ayuda a crear un clima más favorable a la reflexión.
ResponderEliminarPero ¿qué me dices de los que hablan de si mismos en tercera persona y se citan con nombre y apellido? Yo me he encontrado con algún caso, y de verdad que me descolocan…
Vale. Se acepta como animal de compañía....
ResponderEliminar::))
Hola Astrid:
ResponderEliminarNo veo tanto problema en usar la primera persona del plural (yo también lo hago) como la tercera persona del plural y sobre todo, la pasiva refleja, como bien apunta Javier porque esa sí que no incluye a nadie.
La primera persona del plural es inclusiva y representativa de los que por heurística se incluyan o estén de acuerdo con tu punto de vista. El único problema es cuando ese "nosotros" incluye sólo a quien lo formula.
Y de otra parte, completamente de acuerdo contigo respecto a los que se refieren a sí mismos en tercera persona. Pedantes, presupuntuosos, vanidosos, etc. Aunque Cabrera Infante lo hacía y a todo el mundo le parecía muy bien.
En fin, esto del lenguaje incluye un tesoro de significados, algunos no demasiado obvios.
Un placer volver a verte por aquí.
Un abrazo.
Josep,nos llevas directamente al interior...
ResponderEliminarY ahí encontramos variedad de sentimientos,que acompañan a cada tema.De esos sentimientos saldrá la "persona"que utilizamos en el escrito.La prudencia,el miedo,la rebeldía,el compromiso,el prejuicio,la seguridad...determinará el "yo,nosotros,ellos..."
Bien sea un escrito coloquial,imaginativo,o de cualquier género,el autor deja parte de su personalidad en ello y el lector,si es bueno,intuye el grado de autenticidad y compromiso que recibe en la entrega.
Creo que,estoy generalizando y no me implico.En poesía unas veces utilizo la primera persona y otras no,como te dije en un principio, los sentimientos mandan y el grado de implicación en el tema.
Te dejo mi felicitación y mi abrazo,amigo.
M.Jesús
Hola Majecarmu:
ResponderEliminarComo autora eres libre de expresarte en los términos que consideres más acordes con tu intención y tu estado de ánimo. Quizá el ámbito literario es el que permite esa libertad porque no necesariamente lo que uno cuenta es lo que a uno le sucede.
Mi aviso es otro. Es escondernos en nuestras manifestaciones bajo una máscara que pretende que no nos impliquemos.
Muchas gracias por tu comentario. Y un abrazo.
Primera persona del singular: Úsese exclusivamente para abrir el cajón de las medallas.
ResponderEliminarPrimera persona del plural: Recomendable para encomendar tareas que uno (el que habla) no piensa realizar.
Tercera persona del singular: 8¿Dónde está el rebaño? Que esto no pinta nada bien...)
:-P
Buen fin de semana
Hola Josep, somos muy remisos a manifestar nuestra opinión, por estar en contra de lo pensado mayoritarimente o por falta de confianza en nosotros mismos; es más fácil ocultarse en la masa y desviar la atención, sobre todo cuando vienen mal dadas.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Gabi:
ResponderEliminarBuena síntesis, sí señor ;-)
Hola J. Carlos:
ResponderEliminarYo creo que lo que dices tiene que ver con dos paradigmas muy instalados, moverse por lo políticamente correcto (o camuflarse en ello) y lo que yo llamo el "sopicaldo social", una especie de confortable ambigüedad que sirve para casi todo si uno no quiere diferenciarse o afirmarse.
Buen apunte.
Un abrazo.