Sistemáticamente aparecen relatos relacionados con la insatisfacción. El último, leído en un blog, nos habla sobre el síndrome de un ejecutivo que, no importa lo que consiga, da igual la complejidad o dificulta de sus logros, se declara un insatisfecho crónico.
Lo mismo ocurre con los equipos de futbol que lo han ganado todo. Quieren seguir ganando títulos año tras año. ¿La motivación? Sed de victoria, nos dicen, seguir ganando copas hasta que rebosen las vitrinas. No importa si tenemos muchas copas, ya ampliaremos la vitrina, no hay problema.
Uno de los jefes que tuve reaccionaba de forma parecida cuando alcanzábamos un hito. Eso es agua pasada, decía, hemos de pasar página y hoy tenemos una hoja en blanco sobre la que escribir. Los alpinistas que coleccionan ochomiles, en cuanto culminan una cima ya están pensando en la siguiente. Cuando a alguien le suben el sueldo puede que hasta se sienta momentáneamente satisfecho, pero podemos apostar nuestro último centavo a que, al poco tiempo, empezará a considerar que merece mejor salario. Y así, podríamos llenar páginas y páginas de casos parecidos.
¿Qué es lo que está detrás de eso? La supervivencia, aquello a lo que nuestro pequeño y antiguo cerebro reptiliano se aplica constantemente. La supervivencia se asegura a base de acopio y en contexto de escasez, da igual que esta sea subjetiva. Nunca es suficiente, siempre peleamos por conseguir más.
Esta característica humana hace que nos estemos moviendo en el continuum más, mejor, distinto. Continuamente. No importa lo que tenga, siempre quiero más. Cuando tengo mucho de ese más, quiero algo mejor y cuando tengo mucho de eso mejor, busco algo distinto. Esa es la premisa de toda cuenta de resultados y a lo que aspiramos todos. Si no fuera así, la economía se pararía, la ciencia y la tecnología no avanzarían, etc. Nadie llama egoístas a las simpáticas ardillitas por tratar de acaparar el máximo número de nueces. Y no es que lo hagan sólo para no pasar hambre, es que está en su naturaleza. Como nosotros.
El lado oscuro de esto es el precio que tenemos que pagar. La continua insatisfacción esquilma el planeta dicen los ecologistas, al tiempo que los pacifistas nos recuerdan que en el mundo tenemos un arsenal nuclear que podría destruir la Tierra quinientas veces, pero eso no parece que sea un obstáculo para seguir construyendo más, mejores y distintas armas de destrucción masiva. Por una cuestión de supervivencia, nada más. Si mi enemigo las tiene, yo también quiero tenerlas y además que sean mejores e incluso que maten de forma distinta.
No le echemos la culpa al empedrado. Todo eso es a causa de nuestro cerebro reptiliano. Cuando decimos que alguien es egoísta en realidad lo que queremos decir es que no puede disimular su afán de supervivencia o que es mayor que el nuestro. Lo mismo sucede con los que comen con afán, los que coleccionan mecheros de naranjito o los que tienen un fondo de armario que impide que se puedan cerrar las puertas. Más, mejor, distinto, no hemos dejado de ser reptiles.
El análisis del contexto nos dice que el valor de lo relativo no deja de ser una extravagancia. La semana pasada oí a alguien que decía que podía permitirse el lujo de dedicar tres años al aprendizaje porque sus necesidades materiales estaban cubiertas. Y no era rico. Todos nos quedamos mirándole con extrañeza. Pero ese ¿de dónde ha salido? ¿Ha dejado la medicación? ¿Es que se le ha atrofiado la hipófisis? Nada de eso. Simplemente había variado su rango de prioridades. El también quería más, mejor y distinto, pero su “escasez” era de conocimiento, no de dinero.
Una amiga nuestra nos tiene admirados porque cuando viajamos con ella, supongamos que por espacio de una semana, lleva por todo equipaje una bolsa menor que muchos bolsos de señora que conozco. Pasa con poquísimas cosas y además, no saca fotos. ¿Otra rara avis? Nada de eso. Ella está satisfecha con su equipaje liviano, pero aplaca su insatisfacción a base de coleccionar en su retina todos los rincones hipotéticamente visitables de los lugares a los que va. Una vez hicimos un viaje a Nueva York, ciudad que ya conocíamos y ella no. Y no paró ni un segundo de urgirnos para completar los innumerables puntos que había marcado en su mapa. Una pesadilla.
Lamento dar esta noticia, pero la satisfacción es una quimera. El problema no es ese (o si lo es, nos incumbe a todos y entonces deja de serlo para ser una condición humana) sino que dejemos de disfrutar del efímero placer que nos produce la satisfacción, siquiera momentánea, de nuestras múltiples y variadas necesidades. Por ejemplo, que cuando vemos un plato primorosamente condimentado no sólo veamos comida y proteínas. ¿Exagerado? Ya te digo.
"No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita", aunque esto es fácil decirlo pero no tan fácil aplicarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Josep:
ResponderEliminarDesde pequeños nos enseñaron a que la palabra futuro significa tener más cantidad de lo que sea y nos pasamos la vida intentando amontonar (dinero, ropa, posesiones etc..) pero al final nos vamos damos cuenta (al menos yo) que eso no sirve para mucho o, es malo, porque nos impide vivir el hoy o relativar las cosas.Por eso, creo que disfrutar de los momentos, del ahora, del viaje siempre es más satisfactorio que pensar en hipótesis.
Un abrazo y feliz fin de
Hola Josep,
ResponderEliminarLa satisfacción es algo que no se puede medir ni cuantificar, en cambio, los humanos nos emepeñamos en buscar la satisfacción con cosas medibles.
La sitisfacción es un estado de la persona individual (lo que a uno le satisface a otro, ni hablar¡); lo malo es no saber gestionarlo, pero eso es ya otro tema.
Sí, señor: la clave está en cómo satisfacemos la insatisfacción. Cuanto más lo pienso más convencido estoy de que (una vez cubiertas las necesidades primarias, sí, las del Maslow ese), esa safisfacción tiene mucho que ver con nuestra capacidad de imaginar y de crear. Sí eso que ahora llamamos innovación y que queremos enlatar en procedimientos.
ResponderEliminarPues eso.
La insatisfacción es un mecanismo intelectual que invita a las personas a mejorar lo que ya se posee pero en la vida se aprende a alcanzar la satisfacción cuando la razón proporciona una medida y valoración de lo que se tiene. Ya lo dijo Epicuro, “el hombre que no se contenta con poco no se contenta con nada”. Si no somos capaces de apreciar y disfrutar de las pequeñas cosas que nos da la vida, tampoco podremos apreciar las grandes.
ResponderEliminarYo entiendo que cuando notemos que estamos viviendo una etapa de insatisfacción personal debemos poner a funcionar la maquinaria de nuestros pensamientos para idear lo necesario para satisfacer nuestro vacío que en la mayoría de los casos se debe a una carencia interior. Le doy más importancia al ser que al tener, por ello apuesto por fomentar el crecimiento interior; con cuyo fortalecimiento somos más receptivos a sentir, a apreciar, a gozar de las pequeñas y grandes cosas que tenemos.
He estado ausente un tiempo debido a mis vacaciones. Poco a poco me voy reincorporando al mundo de la blogosfera.
Te dejo un cariñoso saludo Josep
Josep,estoy muy de acuerdo con Belkis.El materialis,p nos ha enseñado a tener necesidades "contantes y sonantes",pero no nos ha enseñado a satisfacer las espirituales...Y ahí esta el tema,el vacío interior pesa,muerde y crea un estado de insatisfacción constante.
ResponderEliminarEl deseo de "tener"pierde al hombre en el "bosque de la nada..."Y cada vez más perdido olvida ese refrán que dice:"Salí a la calle a avergonzarme y vine a mi casa a consolarme"En nuestra casa interior hemos de encontrar la "causa y el bálsamo"para curar el desasosiego...Somos naturaleza,tenemos dentro grandes valles y montañas,que están deseando reflejarse en el exterior para "Ser"junto a los demás,compartiendo talentos y bellezas.
Qué cegatos e ignorantes somos...!!Nos estamos perdiendo la vida,esa vida,que sólo podemos descubrirla y sentirla desde el corazón,que intuye y profundiza en la grandeza de nuestro espíritu.
Gracias por tu visita Josep,me alegro mucho de volver a leerte.Te dejo mi abrazo inmenso.Feliz fin de semana.
M.Jesús
¿Ser o tener?
ResponderEliminarTantos años esrito y todavía no sabemos comprender ni descernir.
Que lástima el escaparate...
Que lástima la falta de autopstima.
Solamente en la desnudez se llega a la meta de la comprensión.
Gracias.
"No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita", como bien sabes, Josep. Es una lástima que nuestro cerebro reptiliano nos convierta en seres insaciables. Yo he descubierto que cuanto menos deseo, más paz interior tengo. Hay que descubrir que la felicidad no está en el tener sino en el ser. Mientras eso no se tenga claro seremos, como titulas en tu magnífico artículo, "eternos insatisfechos". Un abrazo.
ResponderEliminarHola Nacho:
ResponderEliminarBienvenido a mi espacio. Espero volver a verte por aquí. Sin duda es mucho más fácil predicar que dar trigo, pero eso no quita para que, al menos en algunas cosas, seamos realmente insaciables.
Muchas gracias y hasta pronto.
Hola Fernando:
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo contigo. Nuestro afán posesivo (más, mejor, distinto) normalmente hace que quitemos valor a lo que ya tenemos. Con suerte, nos ilusiona nuestro último logro, pero eso también por poco tiempo. Si nos paráramos a saborear las cosas, perderían la calidad de simples cosas para pasar a poder disfrutar de nuestro patrimonio que está hecho de muchas otras cosas más que posesiones y dinero.
Un abrazo.
Hola Manuel:
ResponderEliminarTambién coincido con tu punto de vista. La satisfacción no tiene métrica o mejor, tiene la que cada cual le quiere dar. Y sobre todo, me ha gustado la idea que expresas: saberse gestionar a uno mismo. No sé, ahora mismo me pongo a pensar y me salen muy poquitos ejemplos de gente que conozco. De todas maneras, ojo con eso del valor relativo, porque relativamente todos tenemos carencias o siempre hay alguien que tiene más que uno. En todo caso, la buena relatividad es aquella que se obtiene por comparación con uno mismo, pero como dices, ese ya es otro cantar.
Muchas gracias y un abrazo.
Hola Javier:
ResponderEliminarPienso que la forma en cómo satisfacemos la insatisfacción es una forma excelente de ver las calidades de las personas porque ahí actuamos sin frenos ni roles sociales, sino al desnudo, de forma completamente expuesta. La innovación es una forma de insatisfacción, claro, pero al menos nos aleja de hacer siempre lo mismo.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Hola Belkis:
ResponderEliminarUn placer volver a verte por aquí, eso de antemano. Me ha gustado muchísimo tu exposíción porque está muy elaborada y porque resulta muy vívida. Y además,has dado en la clave, hay que empezar por ser para llegar a tener; no al revés. Tener para ser es un error muy común que encierra la insatisfacción permanente, porque nunca tenemos lo suficiente para llegar al ser que pretendemos.
Muy buen comentario. Muchas gracias y muchos besos.
Hola Majecarmu:
ResponderEliminarUn placer volver a tenerte por aquí. Me ha gustado muchísimo tu comentario. Ya digo que este blog tiene más calidad por los comentarios que dejáis que por los post. Tu imagen de ver dentro de nosotros me parece muy sugestiva y no sólo eso, también muy útil. Ahora bien, ese viaje hacia dentro es comprometido porque nos asaltan preguntas complejas de responder y además precisa humildad. Quizá por eso preferimos aspirar a cosas que, finalmente, nos satisfarán o no, pero que no nos obliga a hacernos preguntas incómodas.
También para ti mi abrazo.
Hola Olga i Carles:
ResponderEliminarUn placer teneros por aquí, en pareja. Sed bienvenidos. Mi posición es ser, hacer y tener. Pero eso no vende mucho, está claro.
Un abrazo y hasta pronto.
Hola Fernando Solera:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. El cerebro reptiliano está pensado para nuestra supervivencia. Es, en este sentido, enormemente egoista, si bien para eso tenemos dos cerebros más aunque muchos no sepan para que sirven, como se demuestra a cada paso.
Un fuerte abrazo.
ah! Josep
ResponderEliminarYo tuve la oportunidad de estar junto a ti en la confesión del personaje que dedicará tres años de su vida a "aprender" y, además de maravillado, quedé desolado pensando que al día siguiente tenía sesión de trabajo "para enseñar". Me queda el consuelo de pensar que aprendo cada minuto que pasa aunque no me vendría mal un lustro de "aprendizaje profundo".
Quien busca la felicidad y la satisfacción, apenas las percibe cuando momentaneamente las consigue.
Un abrazo
Hola JLMON:
ResponderEliminarBien cierto es que coincidimos en ese encuentro y que escuchamos lo mismo. Y también es cierta la segunda parte, que apenas percibimos lo que anhelamos y con tanto esfuerzo alcanzamos. Cosas del lagarto que llevamos dentro.
Un abrazo.
Ser, hacer y tener, la mejor escala de valores. Disfruto mucho leyendo este blog, gracias!
ResponderEliminarHola Julieta:
ResponderEliminarBienvenida a este blog que puedes considerar tu casa. ¡Muchas gracias por tus palabras!