20 de octubre de 2010

Compromiso


No es nada nuevo si digo que vivimos tiempos en los que las cosas están cada vez más difíciles. Miremos donde miremos la sensación de desánimo cunde por doquier, como no puede ser de otra forma. Esta sensación se transmite a todos los ámbitos en los que uno se relaciona y la blogosfera no es ajena a esa sensación humana y comprensible. No hay más que darse una vuelta por los blogs que uno sigue habitualmente.

Hoy hablaba con mi amigo de la blogosfera Agustí Brañas y comentábamos estos temas. Parece que tanto él como yo hemos observado un fenómeno relacionado con esto que normalmente se manifiesta casi en transparencia, o si no en transparencia en segundo o tercer plano. Me refiero al compromiso o mejor, a la ausencia del mismo y no conviene olvidar que esa palabra viene de la afección “con promesa”.

En situaciones de crisis aflora el principio de supervivencia. Progresivamente, a medida que la cuerda sigue apretando, nuestras reacciones se ven más condicionadas por la supervivencia o si se prefiere, disimulamos menos los sentimientos primarios. Poco a poco, ya no es que empecemos a tener dificultades para compartir, sino que empieza a aflorar la lucha por un trabajo, un proyecto, una oportunidad y quién sabe si en un futuro más o menos inmediato, por un pedazo de pan. En estas circunstancias, nuestro compromiso tiende a flaquear porque cada vez estamos más comprometidos con lo que nos afecta directamente y menos con nuestras declaraciones. (No aclaro lo que son declaraciones porque lo tratamos hace muy poco tiempo).

En estas condiciones, la palabra dada (la promesa) pierde cotización a diario. Y en ello no hay mala fe sino una reacción lógica, al menos en nuestra cultura. La promesa nace de la abundancia, de comprometerme a hacer algo que no me cuesta o no me cuesta demasiado o que está dentro de mis posibilidades. Todas estas son formas más o menos camufladas de decir que la promesa nace de la abundancia de uno para cubrir la carencia de otro. Y en estos tiempos que corren, la abundancia es un bien escaso. Por tanto, que el compromiso flaquee entra dentro de lo previsible.

En situaciones extremas, nunca sabemos cómo reaccionaremos. Se cita el caso de una señora que no pesaba más de sesenta kilos y que cuando vio como el pie de su hijo quedaba atrapado por una furgoneta no dudó en levantarla a pulso hasta que el pie del chaval se liberó. Ella no hubiera podido comprometerse a levantarla en otra circunstancia debido al desequilibrio de pesos y fuerzas, pero cuando vio a su hijo en peligro no se planteó la posibilidad de ese reto sino que su compromiso superior como madre hizo posible lo que parecía improbable.

Me preocupa la paulatina palidez de nuestro compromiso. Observando lo que pasa a mi alrededor, he visto como alguien que en principio era de fiar ha ido dimitiendo de los compromisos que había adquirido con sus socios en una nueva aventura profesional, cosa que nos ha sorprendido a todos. La causa es que vive una amenaza superior en otra dimensión de su vida y claro, su compromiso se resiente. ¿Lo hace por mala fe? No. ¿Lo hace por inconsistencia? Tampoco. ¿Es consciente de que está actuando de ese modo? Lo dudo. Pero lo cierto es que cada vez que se compromete a algo, suena a hueco. Para decirlo con una imagen, la letra no se corresponde con la música ni de lejos.

Mi invitación de hoy es que revisemos cómo anda nuestro sistema de compromisos, de qué forma estamos manteniéndolos a la altura de nuestras promesas. Y para quien se atreva, la invitación es a algo más profundo: que se haga esa pregunta en relación con los compromisos que uno se ha hecho a sí mismo, que es lo mismo (o debería) que hacérselos en el altar de sus valores.
La respuesta puede ser íntima, no hace falta que se manifieste en forma de comentarios a esta entrada. De hecho, no espero demasiados.

27 comentarios:

  1. “La promesa nace de la abundancia, de comprometerme a hacer algo que no me cuesta o no me cuesta demasiado o que está dentro de mis posibilidades.”
    Presiento que esas son falsas promesas y la palabra dada no tiene valor alguno. Estamos en crisis pero lo peor es que estamos en crisis de valores también, y entonces todo vale, desde faltar a la palabra hasta pisar al otro.
    Creo que hay que estar a las duras y las maduras, y quien ha vivido épocas anteriores tan duras o peores,, sabe que también es un momento para la solidaridad, y piensa en el otro, en los otros. Estamos en un barco todos y si se hunde nos hundimos con el.
    Un abrazo. Es un buen momento para revisar como andamos …
    Un abrazo, y te felicito por este post tan oportuno

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  2. Ay querido amigo, como s enoita que te has olvidado de mi. Tu última visita a mi casita fué el 23 de Septiemmbre. He posteado de todo y para todos los gustos, hasta celebré mi entrada Nro 300 hace unos dias.... y en la que por cierto, me faltó tu abrazo.

    Aqui va el mio

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  3. Te aclaro: lo digo por lo del mal ánimo contagioso en las entradas, no por lo del compromiso. De hecho, no tienes ningun compormiso de pasar por mi blog. Sólo que te extraño, Nada más.

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  4. Hola Josep:

    Ayer hablaba de alguna manera sobre ello en el blog. Seré un antiguo, pero para mi el compromiso es importante. Te hable de ello cuando estuvimos en Madrid tomando un café. Hace poco hablaba con uno de los empleados, le explicaba la situación real y le vine a poner un ejemplo, que creo está en la linea de lo que quieres expresar.

    Le decía que no tenía la menor idea de lo que iba a pasar, que no puedo dar garantías. Que yo si creía en que iba a ser mejor. Y le decía que eligiese poniendo el ejemplo del explorador que saber que puede morir en el intento por dificultades no previstas, fortuitas, cansancio, depresión, falta de confianza etc.... o amotinarse y buscar su propio "dorado" o seguir por inercia. Le dije, y quiero mucho a esa persona, que no podía ayudarle. El debería saber donde quería estar, pero que si estaba atrás del todo entonces "obedeciese" y cumpliese porque ese era el compromiso "riesgo" que había adquirido. Si se amotinaba, yo como capitán de la nave o le dejaría ir para buscar su propia libertad o lo evitaría si pudiese, pero si lo conseguía sería con un compromiso. En el último caso, le dije que la recompensa proporcional al esfuerzo y compromiso. No pedía fé ni compromiso en mi ni en la empresa sino que lo tuviese consigo mismo.

    Ya veremos lo que pasa. Un abrazo

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  5. Hola Katy:
    Muchas gracias por recordarnos que sólo los que han pasado por momentos verdaderamente difíciles (mo me atrevo a incluirme)conocen el valor del compromiso. Quizás ahora que, en líneas generales, todos hemos pasado tiempos mejores, convenga esa revisión externa e interna que propongo. Y en ese sentido, coincido contigo en que es un momento oportuno.
    Un abrazo.

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  6. Hola Myriam:
    De lo que te quejas me acuso, como se podrían quejar algunos otros. Pero como dices, nunca he sentido un compromiso en la participación cruzada (espero que nadie deje aquí sus comentarios porque se sienta en el compromiso de hacerlo) y mi afecto y gratitud hacia todos vosotros sigue siendo el mismo, aunque no lo es tanto el tiempo de que dispongo que ese sí, es más limitado.
    Un abrazo muy fuerte.

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  7. Hola Fernando:
    Tu comentario me parece muy rico y un muy buen ejemplo de compromiso y de sus límites. De eso, del límite de los compromisos, estoy tentado a tratarlo un día de estos. Hablas de que el compromiso de tu empleado estaba sujeto a una garantía por tu parte, y eso está claro que ni está en tu mano ni en la de prácticamente nadie en estos momentos. Y entonces ¿qué? ¿si no hay garantía no hay compromiso? Interesante cuestión.
    Es verdad que buena parte de nuestra charla en Madrid giró sobre ese aspecto, y he de reconocer que no caí en ello cuando escribí mi artículo. De hacerlo, se habría enriquecido mucho.
    Muchísismas gracias por tu aportación que clarifica mucho.
    Un abrazo.

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  8. Hola Josep:
    Pues no me había puesto a pensar en los efectos de la crisis sobre el compromiso de las personas. Tienes razón, los instintos primarios salen a relucir. Bueno, de eso precisamente se nutre la sociedad competitiva, ¿no? Yo afortunadamente vivo en un círculo privilegiado donde el paro no aprieta, quizá por eso sigo viendo el mismo nivel de compromiso, pero estoy contigo que es un valor que se tambalea.
    A ver cómo términa todo esto.
    Un abrazo.

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  9. En el terreno de los compromisos hay que adoptar un discurso posibilista, es decir, adquirir aquellos que de verdad podamos cumplir, porque es evidente que no podemos llegar a todo. Si adquirimos muchos compromisos es casi seguro que alguien, seguro, saldrá defraudado, porque nuestras fuerzas son finitas. Eso sí, los compromisos que se adquieran compromisos que hay que cumplir, sí o sí, o de lo contrario empezaremos a deslizarnos por el tobogán de las personas volátiles y sin credibilidad. Para mí, en la educación que he recibido, la palabra dada tiene un peso capital y por eso nunca he querido darle esquinazo, más que nada porque aunque lo consiguiera, su fantasma me perseguiría martilleando mi conciencia a todas horas. Y a mí me gusta dormir tranquilo por las noches.

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  10. Hola Josep:

    ¿Recuerdas aquel post tuyo donde nos hablabas sobre el iceberg de Holtz? Creo que en estos momentos se nos "ha fundido" cierta cantidad de hielo y ya estamos dejando visible una parte que antes no veíamos, aunque existiera, y la marea que provoca no nos deja indiferentes.

    Te cuento una historia:
    Cuando vivía en Málaga, tuve unos vecinos cubanos. Nos relacionábamos mucho por el juego de los niños, el cole, "el acento".
    Un día, mi vecina estaba hablando por teléfono y no pude evitar escuchar que hablaba de un "matrimonio de conveniencia" con una conocida. Al acabar su conversación le pregunté y me contó.
    "Una pareja de neonatólogos cubanos, se han divorciado en Cuba para casarse con españoles; uno se irá a Madrid y otro a Valencia hasta que pase un tiempo."

    Los ojos se me abrieron como compuertas.
    "¿Cómo? ¿que sacrifican su matrimonio por otro de conveniencia? pero ¿no se quieren?"

    "Salir de Cuba no es fácil y mucho menos si perteneces, profesionalmente, a la rama de sanidad. Allá no tienen futuro y son buenos profesionales. Es la única forma que tienen para aspirar a algo" - me dijo.

    "Ya, si lo intento comprender, pero me resulta chocante. ¿Y los principios?"

    Y ahí va la respuesta que jamás olvidaré, se me quedó grabada para la posteridad.

    "Ay, amiga, en Cuba no quedan principios, solo necesidades".

    Esas pocas palabras me hicieron pensar mucho e intentar ponerme en el pellejo de "otra existencia" para preguntarme hasta donde sería capaz.

    Da igual el lugar geográfico en el que te encuentres, si tus necesidades básicas no están cubiertas, la "ley del hambre" (de cualquier índole: de alimentos, libertad, opinión, movimiento, etc.) puede ser más fuerte que cualquier principio (o compromiso) y, ante un cruce de caminos, cualquier dirección puede que la sientas buena si crees que te aleja del sufrimiento. Otra cosa es que uno, desde fuera del círculo, lo vea correcto o no.
    Las normas están hechas para un coletivo de individuos, para la convivencia en grupo, en comunidad y los compromisos no dejan de ser una norma, una promesa que hay que cumplir. Casi la gran mayoría de los compromisos implican a otras personas; hasta los que creemos individuales como "dejar de fumar" o "bajar de peso". Si viviéramos solos, sin nadie a nuestro alrededor, sin presión, ¿cuántos cumpliríamos estos compromisos?.
    Si lo hacemos, casi siempre, es porque tenemos a otra persona mirándonos.

    La adversidad arrastra el "maleficio" de la desubicación y te aleja del grupo.
    Por eso, cuando tu hambre grita, te conviertes en nómada de la vida.

    De momento, solo se nos nota "falta de compromiso", esperemos, por el bien de todos, no vaya a más.

    Besos, Josep...estupenda reflexión.

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  11. Un compromiso y un aprieto . ¿Ser sincera sincera en voz alta, a la vista de todos?
    Seguramente sin pretenderlo se adquieren compromisos y algunos de gran calado. Creo, sinceramente, que a todos llego, pero son pocos y en el ámbito familiar o muy personal, de amistad muy real.
    Manifiesto con alguna frecuencia, quizá en exceso, que "para salir a tomar un café, para divertirnos, siempre se encuentra el momento, en los momentos duros, difíciles, cuando realmente se tiene que aguantar y demostrar amistad, es cuando se ha de dar el primer paso y continuar andando al lado de quién nos necesita".
    Compromiso en general,¡no sé!, pretendo entender a los que están en paro, a las madres que no llegan a fin de mes, pagar impuestos, aceptar...No mucho más.
    No leo nunca los comentarios de los demás. Será un defecto, seguro.
    Hoy me encuentro con el de María Hernández y ¡caramba! entre sus palabras y las tuyas, creo que tendré que sincerarme más profundamente conmigo misma.
    Un beso

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  12. Hola Javier:
    Admitiendo que la realidad laboral en la que te mueves no está influenciada por la pérdida de empleo (lo cual no sé si es bueno o malo, y si me apuras diría que bueno no es)tampoco podemos olvidar que todas las personas vivimos en un ambiente social en el que a otros les pasan cosas y que muchas veces nos/les tocan de muy cerca.
    Como a todos nos pasan cosas, o al menos las vemos en otros, nuestra capacidad de análisis del compromiso que como digo no se ve en primera línea sino en sustrato, va de baja. A mi juicio por causa del afloramiento de valores más primarios relacionados directamente con la supervivencia. Podemos dedicar compromiso a los demás cuando nuestro corral está surtido, si no es difícil cuando no imposible, por eso, como decía Katy y coincido con ella, los que las han pasado canutas y aún así han recibido o prestado apoyo (promesas cumplidas = compromiso)tienen una lección que darnos y los demás algo en lo que reflexionar a fondo.
    Muchas gracias por tu comentario.
    Un abrazo.

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  13. Hola Domingo:
    Creo que has dado con una de las teclas capitales en este debate. No podemos comprometernos a más de lo que podemos cumplir y eso es justamente uno de nuestros pecados capitales. Prometer es sencillo, pero cumplir es otra cosa. Y me detengo en este detalle precisamente por uno de los temas que trato en mi artículo. He disculpado al incumplidor por tener "buenos motivos" pero no me había preguntado si luego duerme a pierna suelta y he descubierto de tu comentario que o tengo la respuesta.
    Un abrazo.

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  14. Hola María:
    Me gusta que hayas recordado el iceberg de Holtz, sobre el que prometo que volveré en breve precisamente para hablar de los motivos por los que no hacemos lo que decimos que vamos a hacer. Es un tema riquísimo e interesante, lo prometo, pero ahora vamos a hablar sobre lo que nos cuentas del matrimonio cubano.
    Vaya por delante que en mi familia hace años que hemos integrado a un cubano. Empezó siendo amigo de mi hermana y ha acabado siendo uno más de la familia y ocasional comentarista del blog. Lo cito para decirte que conozco circunstancias parecidas no en la decisión que tus conocidos tuvieron que tomar, pero sí para ilustrar el "posibilismo" que es una de las modalidades que adopta la supervivencia y a lo que se supedita todo lo demás.
    Tengámoslo claro de entrada: la supervivencia está por encima de todo y se manifiesta de muchas formas, pero siempre actúa como el agua contenida, que busca salida y la encuentra. Otra cosa son las consecuencias.
    Nunca atacaré a quien busque una salida a su supervivencia, e incluso estoy dispuesto a admitir que aceptaré en su caso decisiones que desde "fuera del círculo" parecen por lo menos chocantes. Y ahí descansa mi argumentación: el compromiso se desvanece cuando su cumplimiento afecta a mi "zona de seguridad".
    Hay una pregunta intersante que hacerse y es si valoramos igual las promesas que incumplimos y las que nos incumplen. Me temo que la respuesta es que no. Que tendemos a olvidarnos de las que hacemos pero que nunca nos olvidamos de las que nos hacen. Curioso.
    Pr razones de espacio no me extiendo más, pero creo que el ejemplo que has puesto es buenísismo. ¿Qué hubiéramos hecho en su caso?
    Muchas gracias por tu comentario.
    Un beso.

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  15. Hola Camy:
    Eso de sincerarse con uno mismo es un ejercicio al que no nos sentimos invocados de forma natural. Y razones habrá muchas, pero al final siempre encontraremos la misma: podemos medio engañarnos a base de no poner en cuestión nuestra supervivencia.
    Ha ido a dar con María, una de las personas que conozco en la blogosfera que presenta las cosas sin aderezo ni abalorios. El caso que describe creo que podría ser de autoaplicación para muchos que nunca nos hemos encontrado en ese tipo de situaciones. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros? Y que conste que ahí no había ( o si lo había no se nos ha descrito en el supuesto) supervivencia física, razón por la cual a eso de que los fines justifican los medios le queda un amplio recorrido.
    Muchas gracias por tu aportación.
    Un beso.

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  16. Hola de nuevo, Josep:

    No creo, aunque lo desconozco, que esa pareja de neonatólogos tuviera un problema de "supervivencia física". Imagino que, tras una década desde que ocurrió, ya estarán más que colocados en alguna clínica española; en cambio, mis amigos volvieron a Cuba.

    Pero si cité este caso fue por el hecho de tener que llegar a "romper" un matrimonio, que no es otra cosa que un compromiso, para tener la oportunidad de "vivir mejor físicamente", es decir, con mejores condiciones económicas y laborales.

    A la pregunta ¿qué hubieras hecho tú en ese caso? la respuesta sería "Depende".

    ¿Quién no ha tenido a un emigrante en su familia? De los míos, que yo sepa, ninguno tuvo que romper su matrimonio para ir en busca del Dorado; al contrario, a la primera oportunidad que tuvieron optaron por reunificarse en el Nuevo Mundo (y allí siguen). Por lo tanto, desde mi "círculo", no veo la necesidad de acabar con un matrimonio.
    Pero claro, esto es España y que yo sepa, nunca se ha negado la salida del país, aunque para hacerlo tuvieras que tener tus papeles en regla y en las condiciones exigidas por el país de acogida.
    ¿Y si no hubiera sido así? ¿Y si la única forma de salir fuera "negociando" un matrimonio ficticio que exigiera romper uno de verdad? ¿dónde quedaría el compromiso antes aceptado? ¿a cambio de qué? ¿vale la pena?.
    No tengo respuestas porque, simplemente, no me he visto en la tesitura, pero reconozco que se me hace difícil actuar así y no es por mantener la idea de "para toda la vida", porque como divorciada ya he pasado al siguiente nivel de "para toda la vida que pasemos juntos".

    ¿Entonces?...vas a tener razón; los compromisos se desvanecen cuanto más se acercan al fondo del iceberg, que expresado en teorema quedaría algo así:

    La fuerza de un compromiso (o promesa) es inversamente proporcional a la magnitud de las necesidades; a más necesidad menos compromiso y viceversa.

    Y dicho en copla de las de mi padre (que es menos científico pero más práctico) sería:

    "Yo con verte, me mantengo
    pero es tanta el hambre que tengo
    que ya no te puedo ver".

    Un beso, Josep.

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  17. Hola de nuevo María:
    Gracias por la ampliación a tu primer comentario. Vaya, para no esperar muchos, no está mal los que he recibido.
    Veo que interiorizaste el iceberg de Holtz del que sólo he mostrado una de sus funcionalidades. La otra tiene que ver con lo que se decía en el artículo y en la que abundas, que cuanto más en necesidad estamos, menos de ajusta lo que decimos a lo que hacemos. Es un mecanismo de defensa que, no obstante, deja heridos en el campo de batalla, de eso no hay duda.
    Y en cuanto a la copla de tu padre, para enmarcarla.
    Muchas gracias por tu nueva aportación.
    Un beso.

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  18. Comparto también el punto de vista de Domingo en cuanto a ser realistas y restrictivos en los compromisos que asumimos a nivel profesional. Yo me he llevado también algún que otro desengaño. Y eso que soy muy precavida en cuanto a las expectativas que me genero, que siempre son bajas, más que nada por instinto de supervivencia y para minimizar la decepción posterior. Es una de las cosas que evitas trabajando por libre. Tienes menos capacidad de maniobra, eso está claro, pero al menos no dependes de la voluntad de terceros, más allá de la de los clientes, que ya es bastante.
    A nivel de relaciones personales, sean amigos o familia, el tema es más complejo porque se mezclan los afectos, pero es bueno hacer examen de conciencia y sopesar lo que uno está dispuesto a dar, incluso sin esperar recibir nada a cambio. Para mi, en la esfera privada los compromisos no siempre tienen que ser bilaterales ni equitativos.
    Un abrazo,

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  19. Seré “sincero" (otra palabra que deberías investigar, porque además de intensa es de una construcción muy interesante). Veamos si un día hace frío, me pongo el tres cuartos y listo, si aún hace más frío, le añado una bufanda y unos guantes de lana, si aún hay más, me liaré una manta, pero si aún hay más, os confesaré que me envolveré con cualquier cosa, sin más limite ni pudor, que conseguir apaciguar ese maldito frío. Y una vez recuperado el calor, comenzaré a pensar si el diseño de la nueva colección de Versace es acertado o no. Espero haberme explicado, que vosotros vais sobrados.

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  20. Hola Astrid:
    Los compromisos que se mezclan con afectos no deben ser equitativos ni bilaterales, de acuerdo. Si lo fueran, ahogarían los afectos.
    Me parece sensato ser precavido con los compromisos si eso garantiza su cumplimiento como adivino que es el caso.
    Deduzco aunque no lo dices, que los compromisos contigo misma se cumplen y no sólo por disciplina.
    Muchas gracias por tu comentario.
    Un abrazo.

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  21. Hola Adolfo:
    Bonita palabra esa de sincero, que como dices guarda una construcción muy interesante "sin cero", ahí es nada.
    Lo que dices del frío y las capas de abrigo es real como la vida misma y hasta ahí coincido contigo. Otra cosa es que uno de esos gabanes que te pones se los hubieras prometido a otro. En ese caso...
    Un abrazo, navegante.

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  22. Sin cera, en el renacimiento se usaba este término para diferenciar la obra escultórica de un maestro sobre un artista común, así los fallos se cubrían con “cera”, y si el trabajo final no tenía que cubrir esos fallos, delataban si era el trabajo de un maestro o de un aficionado. Bonita palabra “Sincera”. ¿Te gustó?.

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  23. Hola Josep,
    Gracias por hacerme reflexionar de nuevo. Permíteme cierta discrepancia. En mi opinión, los compromisos, las promesas, etc....únicamente tienen validez en tiempos revueltos. Sólo se puede medir la calidez de una relación cuando lo problemas afloran, únicamente se pued cotejar el grado de implicación de unos directivos en una empresa cuando las ventas novan bien. Pormeter y cumplir con vientos de popa está bien pero lo que realmente vale es mantener las promeses cuando hay temporal. Un saludo.

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  24. Menos mal que no esperabas mucho comentario Josep.
    Ay! Esto del compromiso ya no funciona ni con las hipotecas,pero todo lo que relatas, ya sabes que "es real como la vida misma"
    Siempre nos quedará Tahiti...

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  25. Hola Adolfo:
    Me encantó la etimología de la palabra sincera. Me la guardo en mi caja de tesoros.
    Un abrazo navegante.

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  26. Hola Manuel:
    Las discrepancias enriquecen, así que bienvenida sea la tuya. El compromiso, en cualquier momento, implica empeñar la palabra y de ahí que, en esencia, su trascendencia sea máxima. Sin embargo, como tantas otras cosas, el valor de los significados pierden fuerza, se vanalizan o gastan por el uso.
    Antes, un compromiso se solía sellar con un apretón de manos, ahora se graban a esondidas para afear la conducta a quienes los incumplen pero no es raro que eso sea considerado como una invasión de la intimidad y por ello incurran en defecto de forma.
    En una sociedad garantista como la nuestra, las formas ya tienen más peso que el fondo, lo que explica muchas cosas.
    En lo que coincido contigo es que si en tiempos de zozobra los compromisos se siguen adquiriendo y sobre todo cumpliendo, eso es digno de admiración.
    Muchas gracias por tu comentario.
    Un abrazo.

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  27. Hola JLMON:
    Será que el tema escuece.Y eso ya es un paso.
    Nos vemos en Tahití.
    Un abrazo.

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