Defiendo que si observáramos más a menudo aprenderíamos cosas a diario, porque si simplemente nos limitamos a ver o mirar puede que no nos enteremos de mucho más allá de lo que sucede ante nuestra narices. La observación está basada en la curiosidad y al fin y al cabo, sin ésta pocas probabilidades hay de que aprendamos algo, convirtiéndonos en simples consumidores de información o en cosas peores.
María Hernández nos ha dejado en un comentario a un post mío una historia personal de gran valor. En ella describe cómo su madre, que casi no tuvo oportunidad de ir a la escuela, sigue siendo un ser absolutamente ávido por aprender. Como ella misma dice, "si me muero y me hacen la autopsia, sólo encontrarán ganas de aprender". La madre de María nos da en esa frase una lección magistral: aprender todos los días es lo único que merece verdaderamente la pena y hacerlo con humildad es la mejor forma de predisponernos al conocimiento.
He titulado este post “en busca del fuego” como imagen del aprendizaje permanente que obtenemos a través de la observación de las llamas, que nunca son iguales, que siempre tienen un mensaje nuevo que ofrecernos. El homo sapiens-sapiens debe muchas de sus habilidades a la paciente observación de múltiples fuegos que se han encendido en sus refugios y en sus cerebros para tratar de entender quiénes somos y a dónde vamos. El avance de la humanidad –y de cada uno de nosotros- está íntimamente relacionado con ese afán de hacernos preguntas sobre el por qué de las cosas.
Siento gran respeto por las personas que utilizan sus propios recursos para explicarse a sí mismas. Cuantos menos conocimientos se tienen se hace más necesario basarse en la interpretación de las sensaciones y en sacar consecuencias provechosas sobre la experimentación. Es por eso que la cultura popular es tan sabia y demuestra que no es necesario haber ido a la escuela para darnos lecciones a los que sí lo hemos hecho. Un pastor sabe qué tiempo va a hacer la semana que viene sólo con observar el cielo u otros signos de la naturaleza y en eso supera ampliamente cualquier modelo de predicción meteorológica.
"Buscar el fuego" y observarlo es a lo que deberíamos dedicarnos con más ahínco. Y hacerlo de verdad, sin demasiados paradigmas o dogmas que nos condicionen. Un fuego que nos caliente pero no queme, que ilumine la oscuridad de nuestros prejuicios. Gracias María por el testimonio de tu madre y dile de mi parte lo que seguramente ya sabe, que si a muchos les hicieran la “ertopsia”, como ella dice, lo único que encontrarían sería un enorme montón de nada.
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Hace 1 año
Buenas tardes.
ResponderEliminarLa historia es realmente preciosa. Las ansisas de aprender, la necesidad de ello es algo que en los tiempos que corremos es digno de envidia. Nos hemos acostumbrado al inmovilismo, mientras menos tengamos que hacer, que aprender, que investigar, mejor. Somos unos conformistas acomodados. Y eso es una de las grandes causas de las situaciones actaules que nos rodean: el quere recibir todo hecho.
Hay que aprender dia a dia, experimentar, en definitiva vivir. Sino pasaremos por la vida pero la vida no pasará por nosotros.
Yo raro es el dia que no aprendo o por lo menos que intento aprender algo, por pequeño que sea y del área que sea, es un aliciente para el dia a dia acomodado.
Un saludo
Gracias, Josep, por incluir mi comentario en el post y gracias, nuevamente, de parte de mi madre.
ResponderEliminarHoy le he contado todo ésto y también que hay dos posts, en mi blog, referidos a sus enseñanzas, sus "Lecciones magistrales". Y me ha dicho: "Dile a ese señor que, gobernar no porque me faltan letras, pero si pudiera estar cerca de quienes gobiernan les daría unos cuantos consejitos para evitar las crisis", jaja.
Ya ves, ella también "observa" el mundo en el que nos movemos, pero con una diferencia...también "observó" tiempos pasados y éso, ahora y siempre, se llama experiencia, que dicen por ahí que "es un grado".
Un abrazo y, nuevamente, gracias...porque has hecho que sus palabras de "pocas letras" trasciendan más allá de su entorno.
José Luis:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios y que sepas que es un placer tenerte como visitante de este blog.
Saludos.
María:
ResponderEliminarGracias a vosotras por haber compartido conmigo esta historia llena de enseñanzas.
Un beso para tu madre y un abrazo para ti.
Sencillamente, !qué delicia leer este tratado sobre las excelencias de la Observación!. Cuanto silencio hay en él.
ResponderEliminarNirupa