Ponerse a hacer cosas depende sobre todo de la predisposición, ese motor interno que arranca con la chispa de la automotivación y que, por eso, tantas veces falla. ¡Hay que motivarse! nos decimos a nosotros mismos cuando estamos perezosos o lo oímos de otros en tono de reproche. Y es verdad, hay que hacerlo pero ¿cómo?
Las más de las veces si rebuscamos en nuestro interior no nos faltan motivos para quedarnos en estado de reposo. Siempre hay tiempo; tengo asuntos más importantes o urgentes que atender; para qué ponerse a ello, son algunos de los más frecuentes. En el fondo lo que subyace es la baja expectativa de beneficio que obtendremos al ponernos en marcha y actuar, porque muchas veces se nos olvida que el beneficio no es cosa inmediata, sino la consecuencia de un esfuerzo continuado y entonces, amigo, la cosa cambia.
Otro motivo de la escasa automotivación es suponer que ya se conoce de antemano el “escaso beneficio” que supondrá el esfuerzo. Esto pasa mucho, sobre todo a aquellos que sin haber experimentado jamás hacen caso a los que sí lo han hecho o que les cuesta mucho encontrar relación entre sacrificio y recompensa. Son esos que dicen "en caso de duda, abstención" y abstenerse es lo que suelen hacer las más de las veces. Difícil motivar a estos, desde luego. Y persistentes en la actitud. Una joya, vamos.
Y luego están los más simpáticos de todos: los que se hacen de rogar. Estos andan necesitados de que se les motive muchas veces con todo tipo de artimañas incluido el chantaje emocional (que es lo más difícil de resistir por parte del ser humano). Un “anda, hazlo por mí”, puede ser un argumento bastante definitivo pero también es un arma de doble filo porque la consecuencia es que o bien les encanta la experiencia y entonces nuestra respuesta es “lo ves” o se aburren soberanamente con lo cual podemos prepararnos para escuchar eso de “para este viaje no hacía falta alforjas” o “que quieres que te diga, ni fu ni fa”. “Pues nadie te ha obligado” suele ser nuestra respuesta más habitual.
Ya puestos yo prefiero a los que no hacen algo porque simplemente no les da la gana. Al menos esos son consecuentes. Y además, permite no dar explicaciones sobre la negativa. Puede que sus motivos sean vagos o intensos pero en cualquier caso no están dispuestos a compartirlos contigo.
Todo esto me recuerda un día de playa cuando yo era niño. Un matrimonio se sentó justo al lado de donde estaba mi familia y al rato empezaron a entablar conversación con nosotros. Transcurrido un buen rato a mi padre se le había acabado los argumentos de charla banal así que se dispuso a darse un chapuzón con el resto de la familia y descansar un rato de aquellos pesados. A la vuelta la señora no estaba pero el marido sí. Mi padre, temiendo que el otro siguiera pegándole la hebra le dijo “¿No nada nada?” Y el otro le contestó: “No traje traje”.
Pues así es la vida. Aunque sepamos que si vamos a la playa es muy probable que nos apetezca bañarnos, demasiadas veces obviamos llevar el bañador. Sencillamente, es una cuestión de baja motivación. Y a determinadas edades, no estamos para lanzarnos al agua en cueros. Claro que tampoco sabemos lo que nos perdemos.
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Hace 1 año
Hola, Josep:
ResponderEliminarVengo a darte las gracias por visitar mi blog y por dejar la huella de tus palabras allí porque de esta manera he podido conocer tu blog, el cual, por lo que he podido ver, me parece muy interesante de lo que hablas.
Me he sentido identificada contigo, cuando dices en el lateral derecho que durante mucho tiempo dudaste escribir un blog y que eso era causa de tu pudor, y decidiste romper la barrera, precisamente, yo hice un post al comienzo de mi blog, en relación con mis miedos, y decidí hacer frente a esos miedos que me paralizaban e impedían hacer lo que yo deseaba, escribir en un blog, y que sentía miedo por lo que pudieran pensar las personas de mis reflexiones, si quieres puedes pasar a leerlo, ya te digo, lo tengo al comienzo de mi blog, y te comento esto porque me ha llamado mucho la atención el que te haya pasado a ti lo mismo.
En cuanto al post de referencia, de la motivación, lo más importante es tener uno mimo ganas, deseos e ilusión para hacer aquello que queremos, o lo que creemos no podemos hacer, pero siempre teniendo fe en uno mismo.
Me parece muy interesante tu blog, y volveré.
Saludos cordiales, y muy agradecida de tu visita.
María:
ResponderEliminarUna de las cosas más gratificantes de mantener un blog es que, a veces, llega alguien que no conoces de nada y en lugar de pasar de largo, algo le retiene. Eso es lo que me pasó con el tuyo y por eso he dejado mi pequeña huella en él. Ahora, al ver que me contestas, pues ya está claro que en esto, como casi todo en la vida, se recibe lo que se da.
Gracias por tu comentario y por tu promesa de volver. Aquí siempre agradecemos que la gente vuelva alguna vez como haré yo con el tuyo. Por cierto, no sé a qué te dedicas pero debo decir que lo tienes muy cuidado y eso creo que refleja lo que significa para ti.
He visto la entrada inicial que comentas y sí, parece que nos pasó algo similar. No creo que seamos los únicos, aunque no todos lo digamos.
Hasta pronto y un saludo.
hola
ResponderEliminarexcelente este espacio, garcias por proporcionarnos la posibilidad de intercambiar ideas en estos tiempos donde la cultura humana está en plena crisis existencial. gracias y que se abra el diáologo
Hola J.Julian:
ResponderEliminarAyer entré en tu blog y me dispuse a compartir contigo esta experiencia de intercambio de ideas, pero el infortunio quiso que no llegara a buen puerto, es decir, "no nadé nada" ;-) porque se me descargó la batería del ordenador y perdí todo el camino andado.
Hoy he vuelto a cargar las pilas y salto de nuevo a nadar, “sin nada”
-quiero decir, sin traje- porque soy como el 'hombre coñazo' que "no trajo traje" pero que tal vez sí estaba nadando. Pienso que quizá "dar la vara" fuese su motivación o divertimiento en aquél sitio donde presumiblemente los demás van a disfrutar del mar, ¿acaso él no se sentiría nadando?
El mar supone un encuentro con el horizonte, con lo infinito, lo impredecible, con el riesgo... y en ese sentido hay muchos mares, muchos horizontes, muchas sorpresas cotidianas que hacen de la finitud de la vida una experiencia infinita.
Nuestra capacidad de respuesta será más efectiva o no, en virtud de nuestra inteligencia emocional, de nuestras motivaciones
Comparto contigo que la motivación es ese motor de arranque del que hablas, pero su combustión muchas veces depende de factores ajenos. Solemos estar motivados cuando nos sentimos reconocidos, valorados, apreciados, inspirados... Todo eso es una percepción espiritual, emocional, básicamente subjetiva. Cuando no es así, creo debemos focalizar dónde está la válvula de escape y si no se puede remediar de inmediato, al menos intentemos reforzar nuestras fortalezas.
Si lo asumimos, como bien apuntas, al final obtendrás algún beneficio. Se cumple la máxima de que no "hay mal que por bien no venga", una buena razón para sentirnos motivados.
Bueno, sé que estoy inspirado pero prefiero no pecar de “dar la hebra”, una retirada a tiempo siempre será reconocida, aunque como el ‘hombre coñazo' lo que más “me pone” cuando voy a la playa es darle la vara a los demás porque a mí la playa no me gusta y nadar menos... ;-).
Hola Frank:
ResponderEliminarMucho gusto en verte por aquí. Espero que no sea la última vez.
Saludos,
Josep
Qué tal Santiaguero. Por lo que dices, has tenido que escribir dos veces el comentario por culpa de la electrónica, así que se agradece doblemente tu contribución.
ResponderEliminarLo que has escrito me ha dado que pensar y en efecto, es posible "nadar" aunque no se haya llevado "traje" porque al fin y al cabo, los mares son tantos como personas.
Y al mismo tiempo, lo que dices me ha recordado una cita que aparece en Justine, el primer libro de El Cuarteto de Alejandría donde alguien le pregunta a un viejo marino retirado "Scooby ¿no añora el mar?" Y él responde "no, todas las noches me embarco en mis sueños".
Bienvenido y hasta pronto.
Interesantísima reflexión, y me viene al pelo, porque yo con frecuencia padecía de "baja motivación". Y en esos casos todo se para.
ResponderEliminarLa Voluntad es la Jalea Real del alma.
Hola Manuel:
ResponderEliminarEn primer lugar, encantado de verte por aquí y de que esta pequeña reflexión te haya sido de utilidad.
Los problemas de baja motivación se asocian a muchas cosas: a la falta de estímulos percibidos, a los biorritmos, a la astenia primaveral, etc. de forma que todos hemos pasado por momentos de esos. De lo que se trata es de hacer algo más que esperar que un nuevo soplo de viento impulse nuestras velas y eso pasa por lo que tú mencionas, la fuerza de voluntad.
Todos tenemos una primera responsabilidad en superar la baja motivación y, en cualquier caso, pedir ayuda si es necesario pero la voluntad no nos la puede prestar nadie.
Saludos y hasta pronto por estos lares.