22 de enero de 2010

2.0 Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos

Esta es la foto de 5º C del bachillerato vespertino de mi instituto, el Torras i Bages de L'Hospitalet de Llobregat (aún había uno más, el nocturno, de sólo tres horas de clase diarias). Teníamos catorce, quince o dieciséis años y para muchos ya era nuestro primer o segundo año en que trabajábamos y estudiábamos al tiempo. Las clases del bachillerato matutino duraban una hora; las nuestras cuarenta y cinco minutos. Y además, no teníamos acceso al laboratorio que, para nosotros, estaba vedado.
Vivíamos peligrosamente. Éramos adolescentes, inconformistas, adorábamos la música de Isaac Hayes con su Shaft y de José Feliciano con Qué Será, organizábamos fiestas para recaudar fondos para nuestro viaje de fin de curso a Italia y hacíamos cábalas sobre qué carrera estudiaríamos en la universidad iniciando nuestras conversaciones con un “yo quiero ser...", en lugar de "no sé qué estudiar”. Vamos, que aún éramos vocacionales.
Faltan algunos compañeros en la foto. Seguramente porque está hecha a primera hora y todavía no habían llegado a clase. Los horarios de trabajo y las considerables distancias que teníamos que recorrer para llegar a tiempo y muchas veces sin comer, tendrían la culpa de esas ausencias. En concreto, de once de ellas, porque éramos exactamente cuarenta y aquí sólo aparecemos veintinueve. Y dos profesores.
Nos queríamos y algunos hasta nos amábamos. En esa foto aparece mi novia de entonces -qué ángel de criatura- y mi mejor amiga con la que bailaba los agarrados cuando mi novia me diversificaba como pareja de baile. Aquí veis hijos de la emigración, pero también del comercio local, de republicanos y franquistas, de chavales que hablábamos en castellano con multitud de acentos. Hay uno que no había visto nunca un bidé y que una vez equivocó su uso.
Las chicas no hacían gimnasia. Nosotros tampoco, en esa clase sólo jugábamos al fútbol en un pedregal porque todavía no se había inventado el fútbol sala y nos parecía poco apropiado jugar en un terreno cementado y pequeño. Pero nos ponían nota a todos en esa asignatura, naturalmente. Como estaba instruido que de los grifos de las duchas de los vestuarios para nosotros sólo saliera agua fría y entonces no se estilaban las reclamaciones no nos duchábamos, y la vuelta a clase era saludada por múltiples apretones a los vaporizadores de colonia de las chicas para perfumar un poco el ambiente. Todavía no se había inventado Sephora pero como cada una usaba una marca distinta, las sensaciones olfativas eran igualmente indescriptibles.
Los jueves a última hora, que podía ser cerca de las nueve de la noche, dábamos clase de dibujo técnico y artístico en el estudio repleto de figuras de escayola. Estaba en la última planta y era un aula fría en comparación con nuestra clase, en la que la temperatura en invierno no creo que bajara nunca de los veinticinco grados a base de calefacción animal, por supuesto. Nuestro profesor de dibujo, un esteta, se tiraba de los pelos por la interpretación surrealista que hacía del pie humano mi compañero de pupitre mientras repetía que él lo veía así. Le suspendía los parciales pero lo aprobó a final de curso porque, además de esteta, sentía una determinada concepción social del beneficio de las notas finales en nuestro futuro. Y no era el único caso. Quizá por mala conciencia en la limitación del uso del laboratorio y de otras instalaciones de las que sólo oíamos hablar pero que nunca conocimos.
Otro profesor, el de Formación del Espíritu Nacional, tenía asegurado debate permanente en sus clases por culpa de que uno de los alumnos era hijo de un preso político y otro preparaba petardos incendiarios que lanzaba contra las estatuas de Franco en sus ratos libres, así que el Fuero del Trabajo y el de los Españoles nunca tuvo mucho predicamento entre nosotros.
En la navidad de ese curso, convencimos a nuestros profesores para hacerles fotos que ampliamos recortándoles luego las cabezas para incrustarlas en un dibujo irreverente que quería ser la escena de un nacimiento y que colocamos sobre un enorme mural hecho sobre papel de estraza que colgamos en la pared del fondo de la clase y que sabotearon varias veces los alumnos de la mañana y reparábamos por las tardes. En él el director era el niño Jesús y el tercero por la izquierda de la fila de arriba de la foto la Virgen María. Yo fui ese año un pastorcillo, Y otro que quería estudiar para cura pero que era el que más ligaba, el buey. Los alumnos de otras clases pedían venir a verlo y les cobrábamos entrada o les pedíamos cigarrillos a cambio.
Una tarde nuestro profesor de filosofía confesó que era anarquista de la CNT y nos quedamos igual. Fuimos mucho más sensibles a las huelgas que hacían periódicamente los profesores no numerarios, sobre todo porque aunque en esos días no hubiera clase, nos juntábamos allí igualmente. Ya digo que nos llegamos a querer mucho y aún a costa de horas de sueño, raro era el día que no cogíamos el último autobús para regresar a casa por el placer de estar un rato más juntos. No olvidemos que a la mañana siguiente teníamos que trabajar.
Pasaron los años y nuestras vidas se fueron separando a pesar de que, durante un tiempo, llegaban noticias esporádicas de unos y otros. El tercero por la derecha de la fila de abajo se hizo abogado laboralista, el primero por la izquierda de la segunda fila reconvirtió la tienda de ropa de su padre y lanzó una de las primeras franquicias. El que quería ser cura se ordenó. Por el contrario, nuestro profesor de religión, que es el señor con gafas y sin bigote, un escolapio muy majo, colgó los hábitos y se casó. Con los años se convirtió en el director del instituto donde estudió mi hija. Sólo verle le reconocí pero él a mí no. Es normal, lo anormal es que apenas recordara su paso entre nosotros y la de bromas que le gastamos (en el mural navideño le pusimos tocándole el culo a una pastora).
El alto que aparece de pie en el extremo derecho, era un hijo de papá que venía a clase en coche porque ya tenía dieciocho años. Le habían expulsado de todas las escuelas y sólo le habían admitido en ese instituto de barrio nunca supimos por qué. No trabajaba, pero se ve que no le gustaba madrugar y venía de tardes. El par de niñas pijas que hay siempre en todos los cursos estaban locas porque las invitara a sus guateques. Hoy en día es un afamado empresario.
El que tapa con su cabeza parte del letrero del instituto y que lleva flequillo quería ser detective privado y dedicarse al teatro, pero le perdí la pista; el de su izquierda, que jugaba muy bien al fútbol quiso ser ciclista profesional pero se lesionó y tuvo que cambiar de oficio. La más lista, la segunda por la izquierda de la primera fila, se hizo matemática. El que está a su izquierda se mató al caer desde un andamio sólo dos años después de tomarse esa foto. Uno que no sale y que trabajaba como botones de hotel en turnos rotativos de mañana o de noche, ahora es alto cargo de la Consejería de Medioambiente de la Generalitat de Catalunya.
Mi novia de entonces me dejó porque decía que era un crío y con el paso del tiempo se casó con uno que conoció en la facultad y tienen tres hijos. Mi mejor amiga y pareja de baile es ahora una pintora reputada que no contesta a mis llamadas. Y yo, bueno, ya sabéis que fue de mí.
Se han borrado algunos nombres o apellidos de mi memoria. Cada vez que veo esa foto que creí perdida y que apareció dentro del boletín de notas en la última mudanza no puedo evitar pensar que casi nos separa cuarenta años de ella y que nuestra única verdadera preocupación en esa época era no perder jamás el contacto ¡La de juramentos que hicimos! Y ahora, lo único que puede afirmarse con certeza es que nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Quién sabe si alguno verá esta foto en el blog y se pondrá en contacto conmigo.

Quizá comprobemos la potencia de la social media. Os mantendré informados.

34 comentarios:

  1. En dos palabras, im-prezionante, no sólo conservas la foto, sino todos esos recuerdos, y sabes un poco de la vida de unos y otros.

    Estaba pensando yo en mi época de Instituto, que es algo más reciente, y ni de lejos sé tanto acerca de qué fue de ellos.

    Un abrazo y buen fin de semana
    Pablo Rodríguez

    ResponderEliminar
  2. (bueno, me quedo aquí agazapado esperando a que alguien te pregunte y digas quién eres en la foto, porque de momento no te he reconocido)

    ResponderEliminar
  3. Hola Josep:

    Me pasa a lo que Pablo, que a pesar de ser más joven, puedo guardar recuerdos, pero no con tanto detalle. Quizás porque recalcas lo de "nos queriamos" La vida, poco a poco nos va desvinculando del pasado dejándonos sólo una pequeña parte de lo que fuimos y ya no somos.
    Me ha gustado mucho, entre otras razones porque exolicas percetamente el fluir de nuestras vidas.

    Un abrazo y feliz fin de semana.

    ResponderEliminar
  4. Yo también te he intentado reconocer en alguno que tenga cara de pastorcillo, pero se os ve a todos tan tiernos ( a vosotros más que a ellas, todo hay que decirlo), que no caigo.

    Curioso, también en mi clase la más lista se hizo matemática y también hubo una que murió muy joven.

    Un buen finde para todos.

    ResponderEliminar
  5. Me ha entretenido mucho, muchísimo tu historia del 5ºC de Bachillerato. Está genial. Me he dado cuenta que no cuento (valga la redundancia) con ninguna foto. No las conservo, gran error. Me ha dado envidia (sana) ver tu foto con tus compañeros, novia o ángel o chica para los "agarraos", jajjajajaaja.
    Muy entrañable. Besos

    ResponderEliminar
  6. Aviso para todo el mundo.
    Por alusiones: soy el que aparece sentado en el extremo izquierdo.

    ResponderEliminar
  7. Hola Pablo:
    Cosas de la memoria fotográfica. Ya ves que digo que se me ha olvidado algunos nombres y/o apellidos pero no las circunstancias.
    A ver si la 2.0 me ayuda a retomar el contacto, cosa que nunca se sabe.
    Un abrazo y feliz fin de semana.

    ResponderEliminar
  8. Hola Germán:
    Ahora que me tienes localizado podrás ver el efecto del paso de los años jeje. Luego he tenido momentos mejores y peores de apariencia pero es que aquí sólo tenía 15 años.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Hola Fernando:
    Me alegro que te haya gustado. Al menos, seguro que tú también habrás viajado en el tiempo.
    A ver si alguno respira.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Hola Astrid:
    Éramos más tiernos que una puesta de sol, pero no te creas, que aprendimos rápido. Ellas está claro que nos llevaban ventaja, como siempre y ponían un poco de sensatez frente a tanto caos. Una vez que fuimos de excursión el que hacía de Virgen María pasó la noche durmiendo sobre una vga sin suelo. No te digo más.
    Muchas gracias por tu visita y un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Hola Ginebra:
    Me alegra que hayas pasado un buen rato. Como profesora te habrás hecho una idea de lo que cuento que nos pasaba.
    ¿Seguro que no guardas fotos de esa época? ¡Rebusca en los cajones!
    Un beso.

    ResponderEliminar
  12. Jejejeje. Lo acerté, lo acerté. Eres fácilmente reconocible, Josep. La verdad es que resulta bonito de vez en cuando echar la vista atrás. Yo a menudo tengo curiosidad por saber qué habrá sido de determinados compañeros, pues a todos y cada uno de ellos les perdí la pista, y la verdad es que es una lástima. Un abraoz.

    ResponderEliminar
  13. Hola Josep Julián:
    Debo de andar un poco despistado porque creía que ya te había hecho un comentario. Bueno, supongo que no me aseguré de que se había "grabado".
    Bueno, lo que te decía es que lo primero que me ha venido a la mente ha sido el paso de los pantalones cortos a los largos. Creo que fue algo "traumático". Síndrome de Peter Pan supongo. El hecho es que en aquella época (al menos por aquí) pasábamos directamente de los cortos a los largos, no había tallas intermedias (piratas, bermudas... y todo eso). Lo recuerdo con agrado a pesar de todo. Incluso me acuerdo que me preguntaba: ¿Y ahora habrá que dejar de jugar para hacer otras cosas? ¿Que se espera que haga?
    En fin. Recuerdos, sólo eso.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Bueno, ¿es qué nadie va a preguntar cuál de las chicas que aparecen en la foto era tu novia? A mí es que me mata la curiosidad. Debe ser por mi vena cotilla-periodística. ¡Je,je,je! Cuántos recuerdos, amigo Josep, cuánta nostalgia por quienes nos acompañaron en algún momento del camino. Me reconozco en los juramentos de no perder nunca el contacto y de fidelidad eterna que luego resultan insostenibles en el tiempo las más de las veces. A muchos de mis compañeros de fatigas escolares les perdí la pista y de otros tan sólo me llegan ecos prácticamente imperceptibles, y la verdad es que no sé si los añoro a ellos o a mí mismo en aquellos días de luz y alegría. Es un cóctel de sentimientos. Por cierto, qué buen pelo os gastábais todos, ahora que cada vez es más frecuente ver a jóvenes con calvicie prematura. Qué melenones. ¡Je,je,je!

    ResponderEliminar
  15. Como ha cambiado todo...

    Incluso tú no llevabas barba!

    :-P

    ;-)

    ResponderEliminar
  16. El pudor es una cosa sutil de desconfianza en los demás y quizá en uno mismo...¿Por qué antes de empezar a leer tu entrada, justo hoy, me ha dado por leer un poco más a la derecha la explicación que das del comienzo de tu blog .
    Más o menos es así ¿ no?
    Entiendo que has perdido ya el pudor y has adquirido toda la confianza en ti mismo puesto que nos enseñas a tus amigos( y haces una llamada para ellos) y nos cuentas tu vida juvenil, feliz y sacrificada.
    Me ha gustado y las fotografía de grupo en blanco y negro me trae recuerdos ¡caramba, lejanos!.
    Un beso

    ResponderEliminar
  17. Hola Fernando:
    Cada vez que me veo en la foto me da un ataque de risa pero ¡soy yo, qúé se le va a hacer!
    Pues sí, en efecto, echar la vista atrás a veces es placentero pero para ello al menos tienes que tener un "soporte documental". Ahora mismo estoy igual que tú porque a pesar del S.O.S. de momento nadie ha reportado. En fin, habrá que tener un poco de paciencia.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Hola Javier:
    Jolines, me has hecho recordar eso de pasar de pantalones cortos a los largos. En mi caso ese cambio se produjo porque me empeñé lo mío, no te creas pero sí, era como un antes y después. Recuerdos sí, pero qué buenos ¿no?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. Hola Domingo:
    No puedo revelarte el secreto por eso de la ley de protección de datos jeje, pero te daré pistas. Está de pie en la fila de los profes, tiene el pelo largo y es morena. Todo eso para no decir que es la más guapa de todas.
    Es verdad que todos lucimos buen pelo y que no hay calvos pero es que éramos muy jóvenes.
    Me ha gustado eso que dices de que no sabemos si les añoramos a ellos o a nosotros mismos. Puede que sea màs lo segundo que lo primero, quién sabe.
    Lo único cierto y eso nos pasa a todos, es que nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  20. Hola Gabi:
    Ni barba ni casi atisbo de que algún día pudiera dejármela.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  21. Hola Pablo:
    Bienvenido. He echado un vistazo a tu blog antes de contestarte y veo dos cosas. Que tienes más o menos mi edad en la foto y que te gusta escribir. Dos datos prometedores. Te seguiré.
    Un saludo y hasta pronto.

    ResponderEliminar
  22. Hola Camy:
    Muchas gracias por tus palabras. No sé si compartimos época pero si fue así, seguro que sabes de qué hablo con eso de Shaft y Qué Será.¡Eso es música y no lo que hacen ahora!
    Un beso.

    ResponderEliminar
  23. Hola Josep
    Sigues manteniendo las misma sonrisa... no has cambiado en lo esencial y eso me ha hecho reconocerte sin ni siquiera empezar a leer el artículo.
    Gracias por trasladar a tu articulo nuevamente las enormes ganas de vivir

    ResponderEliminar
  24. Hola Visi:
    Qué momentazos y cuánta nostalgia. ¿Qué habrá sido de ellos?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  25. Hola Maite:
    Es que hay cosas que nunca cambian, aunque cambiemos nosotros y ¡cuánto!.
    Gracias a ti por esa nueva muestra de cariño.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  26. Nosotros los de entonces ya no somos los mismos.
    O si, solo que con mechas plateadas, y surcos en la frente.
    Y algunos solo están en nuestro recuerdo..
    Un beso

    ResponderEliminar
  27. Siento llevarte la contraria. ¡Miento!, me sabe a gloria llevarte la contraria.

    No hemos cambiado, hemos envejecido. Que no es lo mismo y te lo demostraré:
    • A que Shaft y “que será” son música y no lo que se hace ahora.
    • A que entonces, como el sábado pasado, te levantabas a la hora que fuera necesario en sábado y en domingo para cimentar aquellos juramentos que tanto nos emocionaban y comprometían.

    Simplemente hemos envejecido, pero los valores que se fraguaron entonces tan solo han ido tomando forma.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  28. Hola África:
    Será verdad eso de que hasta los 40 años tenemos la cara que nos dieron nuestros padres y a partir de ahí tenemos la cara que nos da la vida. Por eso me ilusionaría el reencuentro, para ver cómo nos ha tratado.
    Muhas gracias y un abrazo.

    ResponderEliminar
  29. Hola Fali:
    Incuestionables argumentos. Cualquiera te lleva la contraria.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  30. Bonitos recuerdos Josep. Claro que los de entonces ya no somos los mismos, porque evolucionamos tanto físicamente como emocionalmente. Lo importante es haber logrado una evolución positiva, hacia el bien, hacia ser mejores personas, que hayamos conseguido desarrollar nuestra esencia y enfocarnos en el compromiso y la acción.
    Recibe un cariñoso saludo Josep

    ResponderEliminar
  31. Hola Belkis:
    Claro que no somos los mismos. Incluso no sé si me cambiaría por el de entonces porque vivimos en el espacio tiempo que nos corresponde. Igual sí que a estas alturas ya hemos desarrollado nuestra esencia y lo que conviene no olvidar es que lo de ahora se construyó entonces.
    Muchas gracias por tu visita. Y también te mando mi cariño.

    ResponderEliminar
  32. Hola Josep-Julian, mi marido ha leído hace unos días tu blog, y no se sí está activo aún, pero es uno de los de la foto.

    ResponderEliminar