Hoy en día sabemos que el lenguaje es activo y que no se limita a describir la realidad, los hechos, sino que en sí mismo es generativo porque tiene la capacidad de crear nuevas realidades a partir del momento que se formulan. Uno de los actos lingüísticos más generativos es la capacidad de formular promesas porque crea un universo de posibilidades que no existía antes. Esa capacidad es exclusiva del ser humano y si bien otras especies usan asimismo de actos lingüísticos en la afección amplia del término que incluye hasta actos no verbales, no hay nadie más que el ser humano con ese atributo. Prometer es, pues, un mecanismo exclusivo.
La promesa consiste básicamente en poder coordinar acciones con otros. Sólo si se formula una promesa somos capaces de hacer algo en lo que intervenga más de uno, si no es imposible. Parece raro, pero es así. La interacción necesita de acuerdos y éstos se establecen en base a cosas que alguien acepta hacer por el bien común (promesas) estableciendo por tanto un compromiso.
La etimología de la palabra compromiso es precisamente “con promesa” (quién lo hubiera dicho) y a mí me gusta esa idea porque establece un vínculo que antes no existía y sobre todo porque abre a la posibilidad de una nueva acción que en el instante antes de comprometerse no era posible y ahora sí.
Una promesa se establece a partir de una petición o de una oferta. La diferencia estriba en la responsabilidad que asume quién la formula. Si yo pido algo y tú te comprometes, entonces es una petición. Por el contrario si tú te ofreces a hacer algo por mí y yo acepto, es una oferta. Lo interesante es que, en cualquier caso, la promesa se cierra si hay aceptación de la otra parte, de forma que muchas peticiones u ofertas no se convierten en promesas porque no hay respuesta o ésta es negativa.
Probablemente no somos conscientes de la cantidad de veces que prometemos algo a alguien y puede que seamos todavía más inconscientes de las que no cumplimos porque no sabemos que las hicimos. En nuestro sopicaldo social es muy habitual hacer ofrecimientos que no comprometan. Diríamos que son como promesas hechas de humo que incluyen las condiciones “podría” o “si” de suerte que no nos vinculan, o eso creemos.
Cuando estudiamos el fenómeno de la comunicación vemos infinidad de promesas que incluyen cláusulas tácitas de exclusión o liberación del compromiso que nos dejan indemnes ante el incumplimiento. En muchos casos ni siquiera se formulan en condicional, de forma que quien recibe la promesa la da o puede darla por buena generando lo que denominamos malentendidos.
Por ejemplo, un contrato es una promesa que parte de una previa desconfianza. Alguien se compromete a hacer algo a cambio de que otro haga algo pero se documenta y en algunos casos se eleva a fedatario público. Y teniendo en cuenta la antigüedad de algunos de esos contratos, ya vemos que los humanos no nos hemos fiado nunca de las promesas si no son por escrito y firmadas.
En cualquier caso, la promesa obliga y el incumplimiento está socialmente penalizado. Gran parte de los pleitos, en esencia, son reclamaciones por incumplimiento de promesas con o sin contrato y de eso viven los abogados, de un acto lingüístico potestativo de los seres humanos. Si fuéramos peces, no habría abogados ni juristas. Pero cuidado, que jurista viene de jurar que es una cualidad superior de prometer y de eso de jurar ya hablaremos otro día.
Lo prometo.
Pues nuestros politicos tendrían que estar todos penalizados, porque no hay nada más que asistir a un mitín para oir promesas que nunca se cumplen.
ResponderEliminarQuizás sería bueno que firmaran un papel con su promesas...¿verdad?
Un saludo
Muy ontológico te leo.... Me encanta pensar en las posibilidades generativas del lenguaje.
ResponderEliminarLas empresas son fundamentalmente redes de compromisos. La manera como elaboramos y cumplimos nuestras promesas con nuestros clientes, compañeros, colaboradores, jefe y público en general habla de la calidad o áreas de mejora que tenemos en relación a nuestras competencias conversacionales. Cada día voy mejorando en este área, las personalidades muy expansivas y promovedoras como la mía (a la vista está :-) ) tenemos una fuerza oscura que nos atrae a comprometernos de manera poco realista.... Lo dicho, mejorando día a día.
Un saludo PP!
Señor Josep
ResponderEliminarNo se si se leer entre líneas, pero me da que sí aunque vaya a saber...
Un abrazo
Decía Punset hace poco que mentimos un montón al cabo del día. No recuerdo cuantas mentiras decimos, pero está cuantificado. Y creo recordar que las promesas incumplidas no entraban en este aparetado, luego... entre tanta mentira y promesa incumplida, ¿qué nos queda? :).
ResponderEliminarUn abrazo.
¡ Hola Josep !!
ResponderEliminarMe viene a la mente una anécdota personal, aunque creo que edificante.
En todos los años que llevo en este negocio, sólo firmé acuerdos formales con dos empresas de consultoría y formación.
En todos estos años, sólo dos empresas me dejaron "colgado" con facturas pendientes.
Adivinanza: ¿ Cuáles fueron dichas empresas ?
Efectivamente ... y aunque desconozco el valor científico de estas vivencias mía, creo que algo nos dicen.
Un abrazo :)
Amena e interesante Josep. ¿Cómo se encuadra el compromiso político? no el compromiso personal, me refiero al compromiso de los políticos con sus votantes y cuando se gobierna, para todos en general.?¿Deberíamos exigirles un contrato y cuando lo incumplan llevarlos ante el juez? Si el que se compromete -sigo hablando de político- es un ciudadano sin más ¿Por qué cuando no lo cumple se ampara en el cargo y la legislación no le alcanza?.No crees que cualquier relación es fruto de prometer,ofertar y recibir?
ResponderEliminarBuen fin de semana y un beso
Hola Maluferre:
ResponderEliminarBueno, penalizados ya están. La valoración de la clase política no hace más que bajar y bajar y en cuanto a la firma de sus compromisos ya existen los programas electorales que, en principio, serían el equivalente a un contrato social, sólo que en su opinión lo cumplen siempre y en la nuestra no tanto.
Un abrazo.
Hola Visi:
ResponderEliminarOntológico, sí señora. Me interesa mucho la capacidad generativa del lenguaje.
A tí también te veo muy puesta en estilos sociales, otro de los temas que me interesan y la verdad es que la profundización en el compromiso es algo en lo que siempre hay que mejorar. Ahora mismo, creo que es una competencia en la que muchos suspenderían o aprobarían raspados. Ya sabes, compromiso el justo para no salir mal en la foto jeje.
Hasta luego BC.
Hola JLMON:
ResponderEliminarEntre líneas siempre está lo más jugoso, lo has adivinado. Como decía un amigo mío "no digamos que digamos".
Salud.
Hola Javier:
ResponderEliminarPunset debía incluirlo al menos tácitamente porque si no, entre mentiras y promesas incumplidas lo que queda es nada. La mala calidad de la comunicación se demuestra cuando se ve que dedicamos tres cuartas partes del tiempo a eso que llamamos comunicarnos pero que no es más que hojarasca.
Un abrazo.
Hola jd roman:
ResponderEliminarPues ya es mala suerte. Toda mi vida tratando de que los clientes me firmen la aceptación de las propuestas y ahora me vienes con éstas. ¡Qué decepción! ¿A dónde vamos a parar?
Un abrazo.
Hola Camy:
ResponderEliminarBuena pregunta. Será porque los políticos son los que hacen las leyes. Ya ves que ahora para dar ejemplo quieren acotar sus pensiones y más allá de la intención no se ponen de acuerdo cómo.
Por otra parte, como seres lingüísticos, en efecto la vida está construida de afirmaciones, declaraciones, y promesas que se piden o se ofrecen.
Un beso.
Hola Josep:
ResponderEliminar"La interacción necesita de acuerdos y éstos se establecen en base a cosas que alguien acepta hacer por el bien común (promesas) estableciendo por tanto un compromiso."
Quizás lo que ocurra es que confundimos las cosas como tan bien apuntas, y no sabemos realmente lo que hacemos cuando hablamos, o no queremos saberlo que esas es otra.
Un abrazo
Josep,el lenguaje puede ser una habitación soleada y ventilada o bien un conjunto de mundos virtuales,donde nos perdemos sin distancia,ni tiempo...Todo depende de quien maneje el lenguaje y de la claridad de sus intenciones.Tú lo sabes muy bien Josep...!
ResponderEliminarMi gratitud por compartir y mi abrazo siempre,amigo.
FELIZ DOMINGO.
M.Jesús
Hola Fernando:
ResponderEliminarComo dices, no sabemos o no queremos saber. Eso es el libre albedrío que tiene de bueno lo que tiene y de malo que excluye las reacciones de nuestras decisiones en terceros, casi nada lo del ojo.
Un abrazo.
Hola Majecarmu:
ResponderEliminarPor lo general el poder del lenguaje es muy superior al valor que le concedemos. Pensamos que somos dueños de lo que decimos y callamos, de la misma forma que pensamos que cómo decimos las cosas sólo nos incumbe y afecta a nosotros. Pero como tontos no somos, ya sabemos que no es así, aunque nos hagamos los locos (que no tontos).
Un abrazo.
Llevas el terreno aun tema muy importante del que poco o nada somos conscientes... ¿O si?
ResponderEliminar¿Cómo hablamos? ¿Qué decimos? ¿En qué sentido? ¿A quién? ¿Con qué fin?
Un abrazo
Y no solo los politicos que prometen lo que no cumplen... Digo, además. Nosotros. Cada uno, a cada momento.
ResponderEliminarHola Myriam:
ResponderEliminarLas promesas baldías son la causa de la mayor parte de los malos entendidos precisamente porque no genera recuerdo en quien las lanza pero sí en quien las recibe. Las declaraciones entonces son como cometas que lanzamos al viento con la esperanza de que nunca toquen tierra.
Muchas gracias por tus comentarios.
Un abrazo.
El lenguaje es tan árido como un desierto cuando se emite por quien carece de valores o los aplica de forma maniquea o sofista
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