Esta vez me vais a permitir que dedique una entrada “técnica” al mundo de la gestión emocional que hace tiempo que quería escribir. La verdad es que me ha salido un poco larga y aunque pensé en dividirla en dos me ha parecido que era mejor mantenerla íntegra. Al menos, espero que la lectura sea amena.
Cuando hablamos de “
la inteligencia de las emociones” no sólo nos estamos refiriendo a un ingenioso juego de palabras que da título a este blog sino que, en efecto, las emociones se manifiestan de forma sumamente inteligente asociando a ellas una serie de competencias que aplicamos en el plano racional y que son:
atención, certeza, control personal, agrado, esfuerzo y control de la situación. Diríase que es una paradoja a través de la cual vemos que las emociones se expresan mediante competencias racionales. No me negaréis que resulta bastante contracultural. Eso se lo debemos al cerebro "de tres pisos" con que nos ha dotado la naturaleza.
Hace ya años se demostró que la manifestación de las emociones es el agregado de esas seis competencias en distintas intensidades. El gráfico del encabezamiento, a pesar de que no se ve muy bien, ilustra cuanto digo y quien sienta curiosidad puede imprimirlo para verlo con mayor detalle. De hecho, si se quiere seguir correctamente las explicaciones que voy a dar casi va a ser imprescindible que lo hagáis.
Dentro del amplísimo catálogo emocional puede definirse que existen diez emociones básicas como son:
felicidad, entusiasmo, miedo, tristeza, frustración, ira, desafío, disgusto, sorpresa y amor. Cada una de ellas es plenamente reconocible por todo el mundo porque las hemos experimentado montones de veces en la vida. Sin embargo, no todas son de la misma intensidad ni ocupan el mismo espectro en su manifestación. Por ejemplo, la emoción que produce registros más altos es el desafío y la que los produce más bajos es la ira. En ambos casos se trata de emociones que exigen más de nosotros, mucho más incluso que la felicidad o el amor.
Ahora bien, también es interesante analizar los porcentajes de composición de competencias en esas emociones. Si os fijáis en cada una de las columnas que expresan la concurrencia porcentual de las competencias veréis que, además de cuáles intervienen, están expresadas por orden de aparición en esa emoción en concreto. Pero mejor vayamos por partes.
El agrado. La felicidad y el amor tienen mucho que ver con el agrado, pero si nos fijamos bien descubrimos que en un porcentaje similar también existe bastante dosis de agrado en la tristeza. ¿No será que en el fondo nos gusta estar tristes o melancólicos? Parece que sí porque detrás de ella hay un cierto grado de autocompasión, añoranza, duelo… que también tiene su parte narcótica. Pero ojo, el agrado es el componente más importante de la frustración. ¿Será por lo mismo? Y qué decir cuando descubrimos que, en contra de lo que creemos, nos agrada tanto salirnos de nuestras casillas (ira).
La atención. Es una competencia “de relleno” en la manifestación de casi todas las emociones pero es el primer componente de la felicidad. Será porque es efímera y hemos de estar atentos a cuándo ésta se produce, no sea que nos pase de largo. En el caso del desafío es el segundo ingrediente porque después del esfuerzo, no perder de vista el objetivo resulta fundamental.
La certeza. Sorprende ver que es el primer y más importante componente de la sorpresa (perdón por el juego de palabras). En realidad no nos debería extrañar porque sólo nos puede sorprender aquello que escapa de la certeza y por ello es lo primero con lo que la contrastamos. Si hay certeza no hay sorpresa y si hay sorpresa no hay certeza. En el miedo es un componente importante pero el último. De hecho, el miedo (como buen intangible) desaparece cuando tenemos la certeza de que no existe motivo para ello. En el caso del disgusto también juega un papel importante porque la certeza sirve para constatar que tenemos de qué preocuparnos y que no estamos viviendo una pesadilla sino que lo que nos disgusta es real.
El esfuerzo. Sin duda, es una de las competencias que muchos creen en decadencia pero no es así cuando se aplica a las emociones. Veamos, primero y destacado en el desafío (lógico) pero también en el disgusto (parece que nos esforzamos mucho por no disgustarnos) y segundo en nada menos que tres emociones bien distintas: entusiasmo, miedo y frustración. No conviene olvidar echar un vistazo a su posición e intensidad relativa en el resto de emociones.
Control personal. Lo primero que llama la atención es que el control personal tenga tan poco peso relativo en la química de nuestras emociones y tan alto en su gestión (o represión). Pero en fin, ya sabemos que los humanos somos maravillosamente contradictorios. Su importancia relativa más significativa se ve en la manifestación de la ira, hasta el punto que es lo que más se aplica pero tardíamente. Vamos, que lo pasional nos puede.
Control de la situación. Dejo esta competencia para el final aunque sea una de las más usadas incluso en modo preferente hasta en cuatro emociones (entusiasmo, miedo, tristeza y frustración). También es ilustrativo que sea lo último en aparecer en el caso de la felicidad y la ira aunque por motivos distintos. Cuando uno es feliz ¿quién quiere controlar la situación? Y cuando estamos iracundos ¿no es lógico preocuparse aunque sea a destiempo por los daños ocasionados?
El gráfico también distingue un rango entre sensaciones positivas y negativas que nos produce todas las emociones básicas. Aquí un dato llamativo es que
todas transitan entre valores positivos y negativos. Es decir, no importa cuál sea el valor social de la emoción en cuestión,
todas nos producen más o menos placer así como su dosis correspondiente de dolor o incomodidad.
Resulta fácil imaginar que la pérdida de la felicidad o el amor provoquen amargas sensaciones, pero ¿quién podría suponer que la ira también tiene una parte placentera o que la tristeza es prácticamente ambivalente?
También es interesante analizar las emociones por espectros de intensidad observando que:
1º La ira (0,58)
2º El disgusto (0,55)
3º La sorpresa (0,55)
4º El desafío (0,49)
5º La felicidad (0,41)
6º La frustración (0,40)
7º La tristeza (0,40)
8º El miedo (0,39)
9º El amor (0,39)
10º El entusiasmo (0,36)
¿Qué quiere decir esto? Que exige más de nosotros unas emociones que otras. Y aquí la reflexión se dispara cuando se ve cuáles son las dos primeras (negativas) y las dos últimas (positivas). Cuanto más negativa es una emoción más en alerta nos pone, más nos exige, justo lo contrario que cuando la emoción es positiva cuando es fácil dejarse llevar o simplemente disfrutar de ella.
Como puede observarse, la complejidad emocional del ser humano también puede cuantificarse y sacar algunas conclusiones de ello. Y sin duda esto se produce a diario y desde hace tiempo. Quizá algunos de vosotros recordéis una entrada anterior titulada
Las emociones y los hábitos de compra en la que analizaba el diferencial de Osgood aplicado al mundo de la publicidad y el marketing. Pues aquí puede verse otra extrapolación de lo mismo si bien no quisiera dejar este regusto amargo en vuestro paladar como resumen de esta entrada. Me parece que saber un poco más sobre cómo funcionamos emocionalmente siempre resulta revelador y en mi caso, de enorme valor.
Espero no haberos aburrido.
No me has aburrido nada. Me has sorprendido poco, puesto que cada vez que vengo a leerte estoy dispuesta a descubrir mucho.
ResponderEliminarNaturalmente que me imprimiré el cuadro que así no puedo entenderlo y verlo con claridad, pero también me voy a imprimir la entrada al completo, para leerla, subrayarla y conservarla.
Eso será el lunes desde el despacho.
Hasta entonces que volveré a La inteligencia de las emociones, te deseo un buen fin de semana.
Un beso
Después de este post tan clarificador queda muy poco que añadir. Me ha resultado francamente muy interesante. Pero tengo una pregunta y te pido disculpas de antemano Joseph si no va muy acorde al tema.
ResponderEliminar¿De que manera influye el temperamento a la hora manifestar uno u otro sentimiento con mayor intensidad? ¿O por el contrario todos reaccionamos por igual?
Un abrazo y buen finde
Largo de c.. narices. Otra cosa, si haces clic sobre la imagen del gráfico la ves a toda pantalla. Esto de las emociones es muy interesante, aunque la espontaneidad de cada decisión que tomamos impregna todas esas emociones que tan bien describes.
ResponderEliminarSaludos,
Anonadado (es expresión emocional?) he quedado querido Josep...Creo que soy un simple emcionalemente hablando.
ResponderEliminarCuidate
Hola Josep:
ResponderEliminarMe ocurre exactamente lo mismo que a José Luis. Después de leer el post además de ser un simple emocional, se muy poco de ellas o quizás lo que pase es que no he ahondado tan profunda y brillantemente como haces tu.
Me ha gustado mucho y me ha ayudado a comprender algunas cosas.
Un abrazo
Hola Camy:
ResponderEliminarSi haces todo eso me sentiré honrado. Desde luego que un análisis minucioso da mucho sobre lo que pensar.
Feliz ejercicio y muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Hola Katy:
ResponderEliminarLa cuestión que me planteas tiene que ver con el estilo social de cada cual, cosa que hemos tratado en el pasado aunque siempre por encima porque el tema es muy amplio. Para resumirlo, te diré que cada persona manifiesta sus emociones de una determinada manera y que éstas pueden ser agregadas en cuatro estilos, también conocidos como los cuadrantes de Weber.
Si tienes interés podrás encontrar cosas en Internet y si no me lo pides y te lo mando por correo electrónico.
Un abrazo.
Hola Adolfo:
ResponderEliminarLa espontaneidad en la manifestación de las emociones depende, como le decía a Katy, del estilo social de cada cual. De hecho, no somos tan distintos en cómo las sentimos sino en cómo las manifestamos y aún así todavía existen algunos filtros más. Aunque dicho así pareece un poco complejo, no lo es tanto.
Lo que me interesaba aquí era presentar el modelo de manifestaciones emocionales utilizando para ello competencias racionales.
Si es que somos la leche.
Un abrazo.
Hola JLMON:
ResponderEliminarAnonadado es una expresión emocional y además bastante parecida a sorprendido. Simples, simples no es que seamos pero sí más o menos transparentes.
Un abrazo.
Hola Fernando:
ResponderEliminarEsto de las emociones es un poco complejo, estoy de acuerdo pero a mí me parece apasionante y desde luego algo sobre lo que merece la pena conocer un poco. Los humanos, en tanto que seres sociales, somos como un libro abierto aunque a veces pensemos que no.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
yo, querido josep, aquí siempre me emociono.
ResponderEliminarMe ha encantado leer y comprobar que lo que yo muchas veces defiendo es real: la ira está arriba de la lista y el amor abajo.
¿aburrirnos? tú, nunca.
un saludo de lunes, M.
Hola MaS:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. La verdad es que era una entrada difícil pero me apetecía mucho escribirla. Por lo que dices, has podido constatar algunas sospechas emocionales. Eso es estupendo.
Un saludo.
Hola Josep. Al margen de lo interesante y clarificador de tu exposición, un temor y una duda me asaltan a raíz de tu respuesta a Fernando. Dices en ella “Los humanos, en tanto que seres sociales, somos como un libro abierto aunque a veces pensemos que no”. Y yo me pregunto, en un mundo en el que cada día echamos más en falta la ética (a todos los niveles y en todos los órdenes sociales), hasta que punto nuestra sociedad (a nivel global) no está siendo manipulada para conducir y canalizar de forma inadecuada nuestra ira y nuestro disgusto en contra de posibles “opciones” sociales, políticas (en la acepción griega de la palabra) solidarias, justas y éticas en definitiva, que a través el desafío nos condujeran a la felicidad (en su más amplia acepción) hacia la que se le supone debe tender el ser humano como vértice superior (?) de la cadena evolutiva.
ResponderEliminarDisculpa mi nueva intervención Josep motivada por dos causas. La primera es que de forma poco educada no despedí mi comentario. La segunda es de más calado, justo acabo de recibir un correo de un compañero con este enlace:
ResponderEliminarhttp://zappinternet.com/v/JePrQorLuh
Imagino que da para una tesis doctoral sobre la "inteligencia de las emociones"
Ahora sí, un abrazo y cuídate.
No me aburrí leyéndote Josep porque contigo siempre aprendo mucho. Muy interesante e inesperado el resultado. Mientras mas negativa una emoción, más alerta nos pone... La verdad es que nunca lo había analizado desde esa perspectiva. El adecuado entendimiento y manejo de las emociones aporta mucho a nuestras relaciones y a los resultados de nuestras gestiones, de ahí que sea sumamente interesante documentarnos lo más que podamos sobre estos temas.
ResponderEliminarGracias Josep por tus aportes tan significativos.
Te dejo mi abrazo inmenso
Hola Carlos:
ResponderEliminarLa respuesta simple a tu pregunta es porque somos como libros abiertos y por tanto, predecibles. Si se aplican técnicas concretas, predecibles en grado sumo y si se usan los medios masivos también lo somos a nivel colectivo.
La ira tiene un elemento interesante y es que actúa mediante disparador. Es fácil que pueda mostrarme iracundo si algo o alguien hace lo necesario para tocar la tecla adecuada. No sucede lo mismo con muchas otras emociones. Y una vez disparada, la ira se canaliza mejor hacia algo que no nos implique esfuerzo. El hambre en el mundo, la insuficiente asistencia ante un desastre humanitario genera ira pero se consume en sí misma sin que nos obligue a hacer algo concreto para paliar el mal. Otra cosa es que tuviera que canalizarla hacia algo que me implicara esfuerzo y ahí ya es otra cosa, porque no puede decirse que estemos muy volcados ni al esfuerzo ni al compromiso. Y por si acaso eso no fuera así, para eso se han inventado las armas de distracción masiva con potentes misiles tipo Belén Esteban. Es mucho más fácil y mucho menos comprometido identificarse con ella y sentir ira por lo que se supone que le pasa que hacia cosas más cercanas.
Es una respuesta simple, pero por ahí van los tiros.
Muchas gracias por tu comentario y la aportación del vídeo que, desde luego, habla por sí mismo.
Un abrazo.
Hola Belkis:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Conocer un poco más sobre cómo nos manifestamos hace que conozcamos un poco más como nos relacionamos y lo que ponemos en juego.
Confío en que ya estés plenamente restablecida y te mando un sentido abrazo.
Josep,como dice Belkis tu post es ameno y aprendemos siempre.
ResponderEliminarLas emociones mandan en nuestra vida.Lo importante es encontrar ese "punto medio"y no dejarnos llevar demasiado por lo negativo o lo positivo,porque todo va cambiando y estamos en una noria,evolucionando siempre.
Las más difícil de sobrellevar son las que nos alertan:la ira,el disgusto,la sorpresa y el desafío...Todo es cuestión de paciencia y reflexionar para discernir lo que puede "arreglarse"y lo que no...Ello nos dará calma y seguiremos adelante.
Mi gratitud por compartir y mi abrazo siempre.
M.Jesús
Hola Majecarmu:
ResponderEliminarA veces tendemos a pensar que las emociones son algo que conviene controlar o modular como si ello indicara que nos hace menos ecuánimes. Mi opinión es que las manifestaciones emocionales juegan un papel regulador de las tensiones interiores que vivimos. Algunas nos exigen o implican más que otras, pero todas explican nuestra dimensíón humana.
Las personas más racionales controlan mejor la expresión de sus emociones, no signfica que no las tengan o sientan, lo que viene a reforzar que se ditinguen del resto por el lado del control no del sentimiento.
Ser ecuánime es enormente difícil, pero lo que sí hay que procurar es que tengamos emociones, no que las emociones nos posean y en este sentido estoy de acuerdo contigo.
Muchas gracias como siempre por tu aportación. Un abrazo.